Una chica de los suburbios

Una chica de los suburbios

Escrito por oscarballo

Con unos 5 años de experiencia en el conocimiento de personajes femeninos de Disney (o no tan Disney), puedo afirmar que, aunque todas parezcan que tienen los mismos objetivos (conocer un príncipe azul, casarse, ser felices y comer perdices), en algunos casos, muy remotos, hay matices que se nos puedan escapar. Principalmente si salimos del entorno "ñoño", nos podemos encontrar por un lado, con algunas que tienen afán de superación y por otro, las que menos, que han tenido un ambiente desfavorable para obtener la consecución de dicho fin del que hablaba antes.

Este último factor es el que más me suele llamar la atención quizás porque es más cercano al cine adulto. Pero claro, todavía sigo hablando de personajes femeninos dentro del universo de la animación. Y ahora ¿qué tal si olvidamos este entorno y nos centramos en versiones menos edulcoradas con personajes que puedan crecer en un ambiente un poco más hostil?

Desde Spoiler queremos destacar a esa chica de los suburbios que bien siguió todos los pasos mencionados anteriormente - (intentar) conocer un príncipe azul, etc, etc... - o bien se saltó algunos para llegar al "comer perdices". O por lo menos comer, que tampoco es poca cosa teniendo en cuenta de dónde vienen y lo que pueden llegar a apreciar esta necesidad biológica.

Pero antes de empezar con nuestras chicas, es necesaria una aclaración y es que este post no tiene nada que ver con la película "Suburban girl" de Marc Klein que cuenta en el reparto con Sarah Michelle Gellar y Alec Baldwin. Esa review puedes leerla en spoiler bajo el título "Suburban Girl (Historias de Manhattan)".

Lisbeth Salander

No, no vamos a entrar en el eterno debate de si original o remake, además de ser absurdamente estúpido porque ambas películas, tanto Los hombres que no amaban a las mujeres ("Män som hatar kvinnor", Niels Arden Oplev, 2009), como "Millenniun: Los hombres que no amaban a las mujeres" ("The girl with the dragon tatoo", David Fincher, 2011) tienen como fondo la novela de Larsson.

photo_4667.jpegLa Lisbeth Salander versión sueca. Noomi Rapace.

No olvidemos que estamos hablando de chicas que lo han pasado o lo están pasando mal y cuyo objetivo final en este mundo es estar un poco mejor y, si se puede, sacar a pasear cierto dedo de la mano, diferente en forma y significado al dedo que Colón en su día mostró.

Cualquiera de estas dos actrices me vale. Tanto Noomi Rapace, como Rooney Mara (cuánta música dicho así) son capaces de sacar lo mejor más malo y bueno del personaje de Larsson.

Lisbeth Salander es una chica que, las personas que le rodean en su más tierna infancia, la marcan para siempre en carácter. Llegando a la conclusión que ella y sólo ella es capaz de valerse por sí misma y que si quieres que las cosas estén bien hechas, será mejor que te encargues tú. Algo que, lamentablemente, aprende a los 12 años.

Puesta a disposición de un tutor legal cuando era pequeña, uno de los pocos que la comprenden (quizás el único) o que por lo menos consigue algún avance con ella, dándole autonomía y confianza. Es lo más parecido a un amigo. Pero lamentablemente, éste sufre un infarto cerebral y Lisbeth pasa a disposición de otro tutor que quiere tener el control absoluto de todo, empezando por sus cuentas bancarias. Por supuesto, si nuestra chica quiere dinero, tendrá que ganárselo con favores sexuales. Lamentablemente este hombre, en palabras del querido, o no, Robe de "Extremoduro", no sabe con quién se juega los cuartos y Lisbeth, esa pequeña chica con un dragón tatuado en la espalda y cuyo alias es "Wasp" (la avispa), cumple perfectamente con la máxima de Mae West: "cuando soy buena, soy buena; pero cuando soy mala, soy mucho mejor".

photo_7065.jpegLa Lisbeth Salander versión norteamericana. Rooney Mara.

No hay tiempo para amores, sentimientos o cualquier elemento que la aleje de su meta. Lo más parecido a una relación que pueda tener con alguien la zanja de manera directa, tanto para lo bueno como para lo malo. Por decirlo de otra manera: si quiere sal, la coge.

Flacucha, bajita, bisexual, fumadora empedernida, a veces gótica, a veces punk, agujereada de piercings, tatuada, asocial, hacker... e inteligente, muy inteligente. Todos estos rasgos, aunque algunos puedan parecer despectivos, llenan de matices a esta chica, tanto en la literatura como en el cine y es imposible imaginarla de otra manera. Un regalo de personaje, vaya.

Una pregunta: "¿Puedo matarlo?"

Édith Piaf

En 2007, tras toda una serie de biopics de artistas musicales, Francia decidió aportar su granito de arena al mundo del cine con la película "La vida en rosa" ("La Môme", Olivier Dahan), que relataba las aventuras y desventuras - sobre todo estas últimas, porque de las primeras poco hubo - de Édith Piaf. Toda una eminencia musical en el país vecino y conocida internacionalmente por canciones como "La Vie en rose", "Hymne à l'amour" o "Non, je ne regrette rien".

Marion Cotillard fue la encargada de ponerle cara a esta artista de renombre, una auténtica chica de los suburbios (caso que tratamos aquí) que, en 1915, por falta de la ayuda de su padre (quien salió a celebrar el nacimiento de su hija antes de que ocurriera), su madre sale camino del hospital para dar a luz pero no llega a tiempo y nuestra Édith nace bajo una farola en plena calle. Momento justo en el que nos podemos preguntar quién alumbra a quién...

Esto, sin lugar a dudas, es un claro precedente en su vida. Viviendo en una pobreza extrema, su madre encarga el cuidado del bebé a la abuela materna que, en vez de darle leche, la alimentaba a base de vino (por aquello de que el alcohol "mata los microbios"). Vuelve a los brazos de su padre que está a punto de embarcar para la I Guerra Mundial, por lo que éste se la pasa a su madre (no la de Édith, sino la de él... bastante complicado explicar esto de los parentescos) que es dueña de un burdel y nuestra chica es criada por las empleadas de su abuela entre cliente y cliente. El padre regresa del frente y vuelve a su vida de artista de circo ambulante, para luego salirse del circo y dedicarse a lo mismo, pero en solitario. Todo esto con la niña en brazos. Y aquí es donde ella comienza a cantar.

photo_3839.jpegMarion Cotillard como Édith Piaf en "La vida en rosa".

Me gustaría decir que, a partir de aquí, Piaf tiene un éxito desmesurado, nada en dinero, es amada por un solo hombre y llena su enorme casa de hijos que la adoran y quieren a partes iguales. Por las tardes se junta con sus amigas a tomar café con una gotita de anís, hablan de trivialidades mientras juegan al cinquillo y rechaza con modestia los elogios de sus amistades cuando recuerdan la voz que les hizo vibrar en la última actuación para finalmente sentenciar con un "quién te lo iba a decir, con lo que has pasado"... pero recordemos que el párrafo lo he iniciado con un "me gustaría decir".

Amores, canciones, pierde a su hija de dos años por meningitis, consigue contrato con un productor que a los pocos meses lo asesinan y centran el foco (el malo) en Édith, desamores, más canciones, II Guerra Mundial.

Esperad, esperad, que sigo: amor de nuevo con un boxeador que al poco de conocerlo muere en accidente de avión, adicción a la morfina, éxito internacional, matrimonio, divorcio y desintoxicación

¿Más?... Siendo Édith Piaf, seguro: nuevo amor con el que tiene un accidente de coche que le deja el cuerpo para el arrastre, vuelta a la morfina, actuaciones en Nueva York, desplome en el escenario, numerosas operaciones, abandonada por el del accidente, más éxitos en su tierra, nuevo matrimonio con un hombre más joven que ella y un año después, fallece a los 47 años.

Menos mal que el que definió al ser humano con aquello de "nace, crece, se reproduce y muere" no conoció antes a esta mujer. Lo de Édith Piaf no tiene nombre. Bueno, sí. Una amiga mía simplemente diría que era una "desgraciá".

Cotillard se transforma en este icono francés y de qué manera, consiguiendo así el Óscar a mejor actriz de ese año. La película es un buen documento musical aunque a veces despunte (para mal) con excentricidades visuales metidas en cuña.

Una canción: "Non, je ne regrette rien".

Maggie Fitzgerald

Clint Eastwood nos presenta en 2004 "Million dollar baby", con guión de Paul Haggis basado en la novela de F.X. Toole,"Rope Burns" que trata sobre el mundo del boxeo.

Nos cuenta la historia de Maggie Fitzgerald (Hillary Swank), una chica que decide meterse en el mundo del boxeo femenino y acude al gimnasio de Frankie Dunn (Clint Eastwood) en busca de una oportunidad. Frankie alega que no entrena a chicas y que, además, 31 años no es edad para empezar. Pero un ex boxeador, viejo amigo de Dunn y empleado del gimnasio, Eddie "Scrap-Iron" Dupris (Morgan Freeman), empieza a ayudarla al tiempo que, inteligentemente, pone a Frankie en un aprieto.

photo_6614.jpegHilary Swank como Maggie Fitzgerald en "Million dollar baby".

Maggie sabe lo que quiere y no sólo se trata de ganar peleas. Lo que pretende es que alguien confíe en ella y Eastwood se lo pone difícil. Sin embargo no se da por vencida. No puede rendirse y ha llegado el momento de ganar dinero y conocer mundo, ya que la única persona que alguna vez creyó en ella ya no está a su lado (su padre).

Camarera desde los 13 años, sabe lo que es trabajar duro por unas miserables propinas. De familia conflictiva, con una madre histérica y egoísta, hermano ex convicto, hermana defraudadora de los servicios sociales, estos son los únicos capaces de cargar de culpabilidad un gesto de generosidad desmedido cuando Maggie le regala una casa a su madre. Únicamente acuden a visitarla unos cuantos días después de estar en la ciudad, con camisetas y regalos de un parque de atracciones... ¡Ah, sí! Y con un abogado experto en herencias. Todo esto cuando ella está postrada en una cama de hospital, debido al juego sucio de Billie "la osa azul", que le deja tetrapléjica de cuello para abajo.

Por suerte Maggie tiene cerca a Frankie, y Frankie tiene a Maggie. Tanto, que esta boxeadora es capaz de pedirle el peor de los favores que se puede pedir a un amigo, afirmando que ya no le queda nada por hacer en este mundo, que ya ha hecho lo que quería hacer y que lo que ha conseguido ha sido gracias a él. A cambio, ella le enseñó a Dunn dónde hacían el mejor pastel de redención y limón.

"Million dollar baby" fue un éxito y, a su vez, estuvo vapuelada (chiste de andar por casa) por ciertos sectores que criticaban el favor a la eutanasia que se hacía en ella. Estuvo nominada a 7 candidaturas, consiguiendo 4 de ellas: Mejor actriz, Hilary Swank; mejor actor de reparto, Morgan Freeman; mejor director, Clint Eastwood y mejor película.

Una enseñanza: "Para ganar en el boxeo, hay que moverse hacia atrás. Pero si retrocedes demasiado, al final ya no estás luchando".