Review: Nader y Simin. Una separación (2011)

Review: Nader y Simin. Una separación (2011)

Escrito por reyloren

Si repasamos el cine estrenado en 2011, parece claro que la francesa "The artist" fue la película del año. Se granjeó el aplauso de la crítica en el festival de Cannes, arrasó en las entregas de premios anglosajonas, incluidos los Óscar, y recuperó para la gran pantalla una forma de hacer cine que llevaba más de 70 años olvidada. Sin embargo, a lo largo de todo el año "The artist" tuvo que compartir el protagonismo con otro título, el de una cinta iraní que desde la Berlinale hasta su paso por los premios de la Academia estadounidense no cesó de cosechar galardones. Hablo de "Nader y Simin. Una separación" ("Jodaeiye Nader az Simin", Asghar Farhadi, 2011), la película que a muchos nos ha abierto las puertas del cine realizado en Irán.

"Nader y Simin. Una separación" se proyectó por vez primera en el Festival de Berlín, en el mes de febrero, donde enseguida fue declarada la favorita del certamen. En efecto, días después ganaba el Oso de Oro a la mejor película, así como los galardones al mejor actor y a la mejor actriz. Para los más entendidos, el éxito de la cinta no suponía una sorpresa, puesto que su director, Asghar Farhadi, ya había apuntado maneras de gran cineasta con su anterior trabajo, "A propósito de Elly". Lo que la mayoría seguramente no esperaba era la impecable trayectoria internacional que tendría el filme a partir de ese momento. Por citar sólo algunos reconocimientos, la cinta iraní ganó el César francés, el Globo de Oro y, por supuesto, el Óscar, al mejor filme extranjero. También fue considerada la mejor película de habla no inglesa por el prestigioso National Board of Review estadounidense.

En definitiva, a lo largo de 2011 "Nader y Simin. Una separación" conquistó y arrasó allá donde fue estrenada. Un hecho singular que lo es aún más si tenemos en cuenta el argumento del filme. Porque la película de Farhadi no narra una historia extraordinaria o describe una gran tragedia, como es de esperar en estos casos, sino que, a partir de un accidente, se adentra en la vida de dos familias corrientes. Incluso su nacionalidad iraní es anécdotica, ya que la trama podría haberse localizado en cualquier otro país sin grandes cambios en el producto final.

photo_1622.jpegLeila Hatami y Peyman Moadi son Simin y Nader

La historia de dos familias

Esta la historia de Nader y Simin, un matrimonio que un buen día decide separarse. Ella, Simin, desea trasladarse al extranjero en busca de mejores oportunidades para la hija de ambos, Termeh; mientras que él, Nader, se niega a abandonar Irán porque su padre, enfermo de Alzheimer, precisa su atención. Como la pareja no llega a un acuerdo, se separan, y es entonces cuando entra en sus vidas Razieh, una devota mujer a la que Nader contrata para cuidar de su padre. A partir de ese momento, una serie de desafortunados incidentes complicarán la vida de todos ellos.

En otras palabras, "Nader y Simin. Una separación" habla de la cruda realidad cotidiana, de los problemas que van surgiendo y de cómo cada persona les hace frente de manera distinta.

La familia, la religión, la honradez y el instinto de supervivencia son algunos de los muchos temas que trata Asghar Farhadi en su película. Lo hace siempre desde una perspectiva cercana y natural, que genera la sensación de estar asistiendo a los aconteceres en la vida de estos personajes desde el salón de su propia casa, y no desde el otro lado de la pantalla.

Las interpretaciones de los actores también ayudan a fomentar ese efecto, ya que si en algo destacan es en la naturalidad de sus gestos y sus palabras. Peyman Moadi y Leila Hatami - Nader y Simin, respectivamente-, han acaparado los reconocimientos, pero todos los intérpretes brillan con luz propia en esta obra maestra.

photo_6532.jpegObligaciones familiares: Nader y su padre

Sin héroes ni villanos

Por otro lado, el magnífico guión, que poco a poco va desvelando sus sorpresas, crea un ambiente de tensión constante que mantiene al espectador en estado de alerta. Además, la cámara se Farhadi acierta al detenerse en las conversaciones y los momentos de mayor dramatismo, que son las que muestran lo que bulle en el interior de estos personajes.

En "Nader y Simin. Una separación" , como en la vida real, no hay buenos ni malos, sino que todos tienen sus virtudes y sus defectos. Aunque el personaje de Nader es quizás el que más empatía genera, el guión de Farhadi no se decanta por favorecer a nadie, y prueba de ello es la magnífica escena final que aquí no voy a desvelar.

Lo que sí hace el argumento es explorar las motivaciones de cada uno. Simin sólo busca una vida mejor para su hija de 11 años, mientras que Nader se siente en deuda con su padre y no quiere abandonarlo. Termeh, la hija, busca la manera de reconciliar a sus padres, y Razieh, la cuidadora, intenta ganarse el pan sin eludir sus responsabilidades religiosas. Cada uno actúa en base a sus convicciones, unas ideas que son tan comunes en Irán como pueden serlo en España, Estados Unidos o Sudáfrica.

photo_9443.jpegEl marido de Reizah, la punta del iceberg

Crítica sutil

Sin embargo, el carácter iraní de la película no le es del todo indiferente. La actitud de las dos familias, la de Nader y la de Razieh, representa a grandes rasgos los dos bandos de la sociedad iraní. Por un lado están los que miran con anhelo hacia Occidente y su liberalización y, por el otro, los devotos del Islam que ven en la religión su código de conducta.

Asimismo, las escenas en la cárcel esconden una crítica sutil hacia una sociedad exagerada y, en cierta manera, injusta. Sin embargo, "Nader y Simin. Una separación" no pertenece al género del cine comprometido. Su temática y sus intenciones son, como ya he dicho, mucho más amplias. La película habla de lo dura que puede resultar la vida y de lo complicadas que a veces son las relaciones.

En realidad, sobran las palabras para describir el magnetismo y el sabor a obra maestra del cine que desprende "Nader y Simin. Una separación" ("Jodaeiye Nader az Simin", Asghar Farhadi, 2011). Lo que hace falta es verla.