Review: El Desafío: Frost contra Nixon (2008)

Review: El Desafío: Frost contra Nixon (2008)

Escrito por Lucero

Una de las mejores adaptaciones de una obra teatral de los últimos años, "El Desafío: Frost contra Nixon" (Ron Howard, 2008), nos muestra un interesantísimo duelo político entre el hombre hasta entonces más poderoso del mundo (Richard Nixon, interpretado por Frank Langella) y el periodista que lo tuvo contra las cuerdas (David Frost, interpretado por Michael Sheen) en una entrevista que siempre recordará el imaginario estadounidense.

“El Desafío: Frost  contra Nixon”, es una adaptación de la obra teatral de Peter Morgan sobre la entrevista del periodista David Frost al presidente Nixon tres años después de la salida de éste de la Casa Blanca, debido al escándalo Watergate. Es el verano de 1977 y Nixon aún tiene amplias simpatías entre el común de la gente de su país. No será sino a partir de esta entrevista cuando se descubrió realmente quién era Richard Nixon.

Viaja con nosotros a este duelo pugilístico que te dejará pegado al asiento. Que comience el combate.

photo_1419.jpegNixon avisa a Frost de que no será un combate fácil. La cara del entrevistador en esta imagen lo dice todo.

El escándalo Watergate

En 1974, un escándalo de escuchas en el hotel Watergate a miembros del partido Demócrata hizo saltar por los aires a la presidencia de Estados Unidos, con Richard Nixon a la cabeza. Era la primera y única vez en la historia que un Presidente dimitía. Tres años después, aún con parte de su popularidad intacta, Nixon decidió dar una entrevista televisada para explicar parte de lo ocurrido. Sorprendió a todos al escoger al británico David Frost como su entrevistador. Incluso el equipo del periodista no estaba muy seguro del éxito de la entrevista, por la importancia del entrevistado. ¿Conseguiría Nixon eludir las preguntas sobre el escándalo que le había costado la Presidencia?, ¿conseguiría Frost arrancar respuestas a Nixon, un maestro en la evasiva y el subterfugio?

Con estas dudas y con el impresionante pulso narrativo de esta película, nos vemos con que las dos horas de duración del metraje se pasan volando. Y os aseguro: aunque no os interese la política ni la historia de Estados Unidos, esta película os parecerá muy interesante y amena. Yo la visioné con mi novia, que no está muy puesta en estos temas, y ambos acabamos metidos absolutamente en el argumento del film. No tengas miedo a abordar su visionado.

Porque su fantástico montaje hace que la cosa nunca se haga pesada y la intensidad que va adquiriendo el film a medida que avanza es abrumadora, llegando en la última media hora a convertirse en una montaña rusa que se queda siempre arriba y, ni siquiera con ese final discutible para algunos, consigue bajar el nivel. Esto se debe principalmente al duelo interpretativo que se crea entre Langella, que está descomunal interpretando a Nixon, y Michael Sheen en el papel del periodista David Frost.

photo_5339.jpegAmbos contendientes, sentados en cómodos sillones, realizan un auténtico combate dialéctico intenso y emocionante.

Un combate de boxeo político

Quizá no haya mejor símil a la hora de analizar la película que hacerlo desde términos pugilísticos. A mi me ha parecido como un auténtico combate de boxeo. Es más, como uno de los más famosos de todos los tiempos, aquel que protagonizaron Muhammad Alí y George Foreman en Zaire, en 1974, curiosamente en aquel mismo año donde saltó el escándalo Watergate. En 1977 se celebró otro combate de mismas características, aunque de tipo político, tanto o más apasionante que el pugilístico. En 2008, previo paso por una exitosísima obra de teatro, Ron Howard lo hace película. ¿El resultado? Contra las cuerdas.

Contra las cuerdas porque poco podía salir de esto. A priori, ciertamente, porque poco debía de haber salido del combate de Zaire y miren, el más grande de la historia. Pero Ron Howard no lidia con Alí, ni con Foreman, ni con la grandeza del boxeo. Lidia con su pasado, con sus desventuras fílmicas y, sobre todo, con el hacer teatral; el más grande que embauca la profesión de actor.

Fácil lo ha tenido, válgame dios, y fácil lo ha hecho. Apuesto que (contrario a Nixon y el combate) ha visto la obra de teatro un millón de veces. Tantas veces que su film parece de vez en cuando una ventana a algún escenario londinense. Acierto, sin dudarlo (amante del teatro que soy), pues su película está tan viva como el teatro mismo. Los aciertos llegan cuando, sentados ambos púgiles en sus sillones, comienza a destilarse el aroma del teatro inglés. Antes (es decir, más de media hora de la película) nos muestra los vaivenes del ejercicio de periodismo, entrelazando situaciones de cuestionado rigor histórico.

Foreman comienza rudo, comienza vencedor de primeras. Fuerte, enérgico y reñido; mejor preparado y más capaz. ¿Foreman? Perdón, quise decir Nixon. Ali, en cambio, comienza tan duditativo, tan perdido, tan expoliado, que ni él mismo creía en su victoria; igualito Frost; valga la comparación.

Flaqueadas las fuerzas y mostradas las cartas, Ali aún sigue en pie. El verdadero combate da su comienzo; en una media hora última esplendorosa, con absorvente y fría tensión. Conoces el final, mil veces conocido fue como cayó Foreman; como Ali sacó de dentro las ganas del otrora "¡Soy el rey del mundo!".

photo_1640.jpegNixon derrotado, contra las cuerdas, a punto del KO.

"El desafío: Frost contra Nixon" tiene su mayor virtud en ser una película del viejo y maniatado gran deporte del boxeo. ¿Guantes? por un lado la sagacidad del entrevistador y por otro la magestuosidad de un presidente de los EE.UU. Ahí reside el grandísimo valor de la película, el duelo interpretativo de Langella y Sheen, que alcanza por momentos proporciones épicas, como un buen combate por el K.O. (sin condiciones). Gran valor, del que curiosamente Ron Howard no puede presumir como suyo propio, pues es herencia directa de la obra teatral, que conserva sillones y actores.

Dos horas de viejo cine intenso

Esta película es una obra teatral cinematografiada. Es decir, como aquel viejo cine que nació como una escindió del gran arte dramático: el teatro. Es increíble cómo una película con un argumento en apariencia tan limitado puede ser así de original, absorbente, apasionante e intensa.  Ésta es una historia basada en hechos reales clara, verosímil, directa y brillantemente interpretada, especialmente por Frank Langella, que caracteriza a Richard Nixon con una precisión obsesiva y milimétrica.

Un último consejo, antes de verla, documentaos un poco antes sobre Nixon y el Watergate. No es imprescindible, pero ayuda a disfrutar más del visionado.

photo_7340.jpegCartel de la película "El Desafío: Frost contra Nixon" (2008)