Review: El Maquinista (2004)

Review: El Maquinista (2004)

Escrito por Pedrinho

El ser humano, sus sentidos, que es a lo que básicamente nos reducimos, funciona en base a contrastes. Hace falta el blanco para apreciar el negro, la sal para saber lo que es el dulce y la noche para entender que las primeras luces corresponden a la mañana. Por ese motivo, resulta muy sencillo responder a la pregunta que nos plantea “El Maquinista” (The Machinist, Brad Anderson, 2004) en su mismo tráiler: ¿cómo puedes despertar de una pesadilla si no estás dormido

Sencilla respuesta: no puedes. No hay vigilia sin sueño, ni sueño sin vigilia, porque cuando los límites entre una cosa y otra se desvanecen, lo que queda es el puro desconcierto, la pérdida de la percepción. La pérdida, en definitiva, de todas las certezas, la entrada en ese terreno donde sólo crecen las preguntas y las respuestas hace tiempo que se han extinguido.

photo_8391.jpeg¿Por qué no vienes a dormir un poco

¿Qué es “El Maquinista”

En realidad es una trampa, un juego de ilusiones, de percepciones distorsionadas, como si a todas las secuencias las hubieran bañado con un color extraño, algo semejante a ese desconcierto que nos nubla el sentido cuando nos movemos por ese irregular territorio del despertar (que viene siendo el mismo territorio que recorremos cuando nos dormimos, pero recorrido en sentido inverso). Un territorio que matiza cada color, como si todos los blancos fueran lavados y los colores hubieran perdido su brillo y sólo las gamas de gris se percibieran con intensidad.

Todo eso, si te fijas (y tienes que estar despierto para poder hacerlo), es lo que encontrarás en las escenas y secuencias de “El Maquinista”. Cuando estas se desarrollan en el exterior, a plena luz del día, el sol parece matar gran parte de los detalles, como si deslumbrara cada mirada. En cambio, cuando Trevor Reznick, el protagonista, entra en una habitación, en un túnel, todo pasa a ser un juego de contrastes entre la luz y la oscuridad, como si realizáramos, por medio de la pantalla, otra vez se viaje del sueño a la vigilia.

photo_1391.jpeg¿Qué hay en el fondo de esos ojos

¿Quién es “El Maquinista”

“El Maquinista” es Christian Bale. Sí, él es quien lleva el peso, o la pérdida de peso, que llegó a pesar casi 50 kilos interpretar a este personaje, quien es capaz de llevarlo hasta un límite al que muy pocos podrían hacerlo llegar. Es lo que tiene ser uno de lo grandes. Sí, de los muy grandes. Uno de los pocos actores que pueden aguantar su nombre encima de la mesa con personajes de la talla de Daniel Day-Lewis en una conversación sobre el mejor actor vivo. ¿Crees que pecamos de entusiastas No, ni mucho menos, sólo con ver la evolución de su rostro, como crecen esos pómulos a medida que se hunden los ojos, como si en el interior de esas cuencas estuviera un secreto que sólo él conoce y al que quieres asomarte, pero en cuanto te acercas sólo ves una nueva caída. Y otra después. Y otra. Y otra más.

photo_1396.png¿Acaso no lo ves

Sí, “El Maquinista” es Christian Bale, del mismo modo que el Batman de “El Caballero Oscuro” (The Dark Knight, Christopher Nolan, 2008) es Christian Bale, igual que era el pequeño Jamie en “El imperio del sol” (Empire of the sun, Steven Spielberg, 1987) o Patrick Bateman en “American Pyscho” (American Psycho, Mary Harron, 2000). Esa es su grandeza, sabes que es él, que siempre es Christian Bale, pero de un modo muy distinto a Nicholas Cage (del que dices, jo, ahí está otra vez Nicholas Cage), porque te obliga a ver cómo, con el paso de las escenas, las secuencias y los diálogos, te vas olvidando de Christian Bale (a pesar de que los pómulos y las cuencas de los ojos siguen siendo los mismos) para ver Alfred Borden de “El truco final” (The Prestige, Christopher Nolan, 2006) o a Trevor Reznick comerse a Christian Bale para convertirse en otra cosa. En este caso, esa cosa es “El Maquinista”.

photo_1117.jpegYa soy poco más que mis clavículas

¿Cómo es “El Maquinista”

“El Maquinista” es curiosa, angustiosa por momentos, desconcertante otros muchos y hasta sorprendente unos cuantos (¿cómo sino podría definirse ese papel de Aitana Sánchez Gijón como camarera en un café del aeropuerto ). De hecho, “El Maquinista” es un paseo por un terreno que no es firme, un recorrido por un pasillo en el que, cuando llegas al final y vuelves la cabeza, ya no están los cuadros que creías haber visto o la alfombra no era del color que te parecía haber percibido. Es ahí, en ese momento, cuando te preguntas hasta qué punto son de fiar tus sentidos. Porque tus sentidos también duermen, también recorren ese trecho entre el sueño y la vigilia. Lo peligroso, lo complicado, como bien aprendemos de la mano de Trevor, es cuando tus sentidos van camino del sueño y tu sigues en la vigilia o cuando tú te sumerges en el sueño, pero tus sentidos siguen buscando sensaciones en el mundo que os rodea.

photo_7114.jpegAitana, ¿y tú qué haces por aquí

¿Por qué “El Maquinista”

Esta es la pregunta más fácil de responder: porque no es una película fácil. De hecho, siguiendo con el juego de contrastes, para apreciar todo lo que ofrece la somnolencia de “El Maquinista”, hay que estar muy despierto. De hecho, hay que sentarse muy erguido, a ser posible en una silla incómoda, y no comer palomitas. Pipas sí que se aceptan, porque hay que retirar las cáscaras y además el ruido constante al comerlas ayuda a alejar el sueño que sube por la espalda y se pinza en la nuca. No dejes que te agarre la nuca, porque si el sueño te muerde ahí, puedes terminar hablando con alguien que no sabes si es de allí (el sueño) o de aquí (la vigilia). Aunque bueno, eso también puede depender desde el lado en el que estés sentado. Sentado, pero en una silla incómoda, porque el viaje de Trevor Reznick hay que seguirlo hasta el final. Allí, al final del túnel, puede que esté la respuesta. Puede que esté pero no seas capaz de verla. Si es así, no le eches la culpa a “El Maquinista”, échasela al sueño o a la falta del mismo, porque hay grandes diferencias entre no dormir y mantenerse despierto.