Seguro que para muchos ‘Prometheus’ supone una de las mayores decepciones de 2012. El reencuentro del director Ridley Scott con la saga que inició allá por 1979 levantó tantas y tan altas expectativas que cuando los espectadores descubrieron que tenía poco que ver con aquella ‘Alien. El octavo pasajero’, prácticamente se declararon en armas contra la película y la declararon uno de los mayores bodrios del año. Y convencida de tal definición, una servidora decidió no perder el tiempo viéndola.
Hasta que, aburrida en el autobús camino de cierto lugar bastante lejano, se topó con ella y optó por darle una oportunidad. Al fin y al cabo, si lo que mostraba la pantalla era tan horrendo siempre se podía volver la vista hacia la ventana y disfrutar del paisaje. 124 minutos después y tras alguna que otra mirada lanzada a los campos de Castilla, pensó: ‘bah, tampoco es tan mala’.
Buscar respuestas no siempre es buena idea
Si algo destaca de ‘Alien. El octavo pasajero’ es el terror que infunda. De hecho, yo no tengo conciencia de haber visto la película completa, de principio a fin, alguna vez después de la primera. Y creo recordar que de pequeña sufrí varias pesadillas a cuenta de ese ser extraño que entraba en escena a lo grande, haciendo un boquete en el estómago de su portador. Con ‘Prometheus’, sin embargo, el miedo se sustituye por el gore y la tensión queda relegada a un segundo plano porque, a), todos sabemos lo que va a ocurrir tratándose de un capítulo más de la saga Alien; y b), la trama pasa de la cacería para centrarse en robots, romances de una noche y ancianos en busca de la juventud eterna, es decir, en temas que apenas interesan.
De hecho, ese es el principal problema que arrastra ‘Prometheus’ desde su bella y misteriosa secuencia inicial: quiere andar un camino tan diferente al de ‘Alien’ que acaba perdiendo el rumbo.
¿Y éste quién es , me sigo preguntando hoy
La existencia de unos extraterrestres que crearon al hombre a su imagen y semejanza supone su punto de partida, idea atractiva que, además, enlaza con el universo del filme de 1979, aunque de una manera demasiado facilona. Pero a medida que avanza el guión la trama se va complicando con giros, nuevos personajes y motivaciones nunca explicadas (que alguien me aclare, por favor, cuáles son las intenciones de David) hasta que el espectador se topa con una cesárea autopracticada y se pregunta cómo y por qué ha llegado a ese punto.
A partir de ahí, impera el caos en la nave ‘Prometheus’ pero la película parece encontrar el rumbo. Y así nos conduce a un entretenido desenlace con sus recomendadas dosis de explosiones y seres saliendo del cuerpo, que esto es Alien aunque los guionistas se empeñen en prometer lo contrario.
Y, al final, la teniente Ripley… quiero decir, la doctora Shaw, emerge del caos y lanza al espacio ese dramático mensaje que nos evoca el filme de 1979 y nos hace decirnos que, a pesar de todos los fallos, ‘Prometheus tampoco es tan mala’.
Charlize Theron también quería pasar miedo