Tres bodas con Inma Cuesta

Tres bodas con Inma Cuesta

Escrito por pedrinho

Una calificación del calibre de “el mejor primer plano del cine español en los últimos veinte años”, sin duda provoca un importante vértigo. Nada más leerla, seguro que cada uno de nosotros rebusca en su memoria cinematográfica en un intento por encontrar a él o la responsable de semejante calificativo. Puede que algunos hayan escogido a Elena Anaya y su cautivadora mirada de ojos inmensos, otros tal vez se hayan decantado por el rostro angelical de Leonor Watling, mientras que para alguno más ese cita sólo puede referirse al impacto de un encuentro con Luis Tosar. Sin embargo, y aunque serían más que dignos aspirantes a llevarse ese reconocimiento, no fueron ellos quienes arrancaron esa descripción a redactores de varios medios en el 2009, sino la protagonista del texto que hoy os dejamos en Spoilercat: Inma Cuesta.

Sin entrar a valorar si la frase es excesiva o si una definición como esa puede terminar convirtiéndose en una losa que acaba perjudicando otras valoraciones (siempre entendí que describir a Ava Gardner como “el animal más bello del mundo” era no hacerle justifica a su impacto en la pantalla), es innegable que un cara a cara con Inma Cuesta es como ponerse frente a un imán cuando tus pupilas se han convertido en hierro: es imposible dejar de mirarla. Su primer plano cautiva, quién lo puede negar, pero su mayor fuerza no radica en el innegable atractivo de sus perfiles, sino en cómo te atrapa cuando se pone en movimiento, cuando se viste con la piel del personaje de turno.

a85ecad25369663716140ac26617355eEn su piel más popular junto a David Janer en la serie 'Águila roja'.

De "Águila Roja" a Lorca

A pesar de que el verdadero primer gran éxito de Inma Cuesta estuvo sobre el escenario, como protagonista del musical “Hoy no me puedo levantar” de Nacho Cano, para muchos el primer recuerdo de la actriz está en la piel de Margarita, a la que interpretó en la serie de televisión “Águila Roja” y también en la versión cinematográfica. Fue ahí donde su naturalidad en la interpretación y esa belleza tan ajustada a los cánones de la tradición ibérica (¿a alguien se le ocurre ahora candidata mejor para hacer de “Carmen”?) se hizo verdaderamente popular, llevándola a la reconocida “Primos” (2011) de Daniel Sánchez Arévalo, donde su Martina es uno de los pilares más sólidos de la película (junto a Raúl Arévalo).

A partir de ese momento, los reconocimientos a los trabajos de Inma Cuesta han sido numerosos, acumulando papeles muy valorados por la crítica, como el de Hortensia en “La voz dormida” (Benito Zambrano, 2011) con el que estuvo nominada al Goya como mejor actriz protagonista, o el de Ruth en “3 bodas de más” (2013, Javier Ruiz Caldera), con el que aspiró al mismo premio. Entre ellos, además, apariciones en proyectos algo menos convencionales, como el de “Blancanieves” (Pablo Berger, 2012) o “Invasor” (2012), el último trabajo hasta el momento del imprescindible Daniel Calparsoro (con el que también consiguió nominación: mejor actriz de reparto en los Premios Mestre Mateo). Entre sus próximos proyectos, un regreso al teatro de la mano de “¡Ay, Carmela!” y una más que sugerente, al menos de entrada, adaptación de “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca, que Paula Ortiz ya ha comenzado a rodar con el nombre de “La novia”, que aspira a poner en pie una “una de las tragedias más bellas del imaginario español”, tal y como la definió la productora en la nota de prensa de su presentación.

7cb31b073906a2733356416064d66925¿Y tú por aquí, Inma?

3 bodas de más

Por desgracia, el hecho de que hoy hayamos decidido hacer de nuevo protagonista a Inma Cuesta, nada tiene que ver con el gran García Lorca, sino con esa “3 bodas de más” que, y no sin sorpresa, consiguió hacer cierto ruido en los pasados Premios Goya, al menos en lo que a nominaciones se refiere (nada menos que siete), aunque finalmente no se llevó ningún galardón. Ahora, cuando nos hemos decidido finalmente a “meterle mano” a la película, la verdad es que nuestra sorpresa ante tantas nominaciones es todavía mayor, porque, salvo en el caso de la interpretación de la propia Inma Cuesta, no nos encontramos con demasiados argumentos que justifiquen semejante aceptación por parte de la Academia del Cine.

Porque, ¿qué propone en realidad “3 bodas de más”? Siendo generosos, diríamos que pretende ser otro representante de lo que podríamos reconocer como la comedia española, de la que tantos y tan brillantes ejemplos hemos tenido en las tres últimas décadas. Sin embargo, por mucho que en un simple análisis de sus puntos de partida pueda parecerlo (evidentemente es una comedia y ha sido creada y rodada en España), la verdad es que su humor no se acerca al que nos encontramos, por ejemplo, en “Primos”, por citar una cinta reciente y con la que comparte varios actores (Quim Gutiérrez), sino que recuerda a ese del que suelen hacer gala productos estadounidenses como “Scary Movie”. Evidentemente, y no se trata de una cuestión de patriotismos, la distancia entre la inteligencia y calidad de un tipo de humor y otro son más que notables.

43ccd62cbf00b8cfb8a992542e371eb0Mucho mejor como 'primos'

En “3 bodas de más”, y eso a pesar de que el planteamiento de partida resulta un acierto y tiene potencial (una chica invitada a las bodas de tres sus ex novios), Javier Ruiz Caldera, el director, y Pablo Alén y Breixo Corral, los guionistas, se dejan llevar rápidamente por ese humor yankee que considera que la escatología, los subidones de opiáceos y las chistes sobre el porno son la sagrada trilogía de la carcajada (reto a cualquiera que se atreva a hacer recuento del número de gags sobre alguno de estos tres tópicos en la citada saga de “Scary Movie” y otras películas por el estilo). Puede ser que por eso, por no ser yankee, secuencias como la del 'cruce de tetas' para calmar a un bebé, el ciego por comer pastel de setas alucinógenas o la 'bofetada de mierda' que se lleva la novia de Quim Gutiérrez en la película, no nos resulten nada graciosas (sin mencionar el delirio de la sodomía que termina en una silla de ruedas).

En líneas generales, el guión es pobre y adolece de la mayor parte de los puntos de apoyo que suelen sustentar a las mejores comedias nacionales: secundarios notables (aquí lo de Berto Romero, Joaquín Reyes o Rossy de Palma no pasa de ser un cameo), el desarrollo de otras líneas argumentales que den pausa a la principal (no hay ni una sola) y los guiones con la fuerza de la réplica y contrarréplica. Desde aquí, darles un consejo a los responsables de “3 bodas de más”, ya que, aparte de empaparse del cine 'made in USA' (la secuencia de Ruth cantando el “Carrie” de Scorpions es idéntica a la de Tom Cruise en “Jerry Maguire”), no estaría de más llevar a cabo un recorrido por piezas como “Amanece, que no es poco” (José Luis Cuerda, 1998), “Airbag” (Juanma Bajo Ulloa, 1996), “El otro lado de la cama” (Emilio Martínez Lázaro, 2002) o la ya citada “Primos”.

5df3889ac3a188a6a39e54dab0213f89'Tres bodas de más' tiene un buen comienzo... lástima de lo que viene a continuación.

Las otras nupcias que le esperan a Inma Cuesta

Aun así, con toda la pereza que llega a despertar la película, y reconociendo que la secuencia de comienzo de la misma, con la ruptura entre Ruth y Pedro (Berto Romero), es notable (lo malo es que en ningún momento vuelve a acercarse a ese nivel), nuestra admirada Inma Cuesta consigue mantenerse en pie, con la misma naturalidad, elegancia y buen hacer. Claro que así dicho suena a elogio fácil, poco argumentado, pero después de unos días de haber visto “3 bodas de más”, la verdad es que su interpretación es lo único que guarda tu memoria. Cuando bebe esas copas de más, cuando se ilusiona y da saltos en la cama de alegría o hace spinning con todas sus energías o cuando descubre el engaño de Jonás, siempre resulta creíble, la ves a ella, a Inma Cuesta, y a Ruth, las dos tan iguales, del mismo modo que te resultó tan igual a Martina en “Primos” o durante tantos capítulos idéntica a Margarita en “Águila Roja”.

374f70862e09ad5495f47da068b89b1bUnos ojos que no se pueden encarcelar

De hecho, la sensación que te deja Inma Cuesta al final de la película es la misma que ya nos regaló en la cinta de Daniel Sánchez Arévalo, cuando en medio de todos los diálogos casi imposibles y las rocambolescas situaciones, ella se mantenía siempre firme, como una figura inmensamente real, sacada de la vida misma, para hacer verosímil la fuga de los primos al pueblo de veraneo. Lo cierto es que, repasando cada una de sus interpretaciones, es esa una constante en el trabajo de la actriz, esa facilidad para convertirse en algo real, en algo tan verdadero que parece imposible que pudiera existir la historia de no estar allí. Un logro que alcanza tanto en el drama como en la comedia, lo que abre un universo de posibilidades a su carrera, una vía clara para que esa definición como “el mejor primer plano del cine español en los últimos 20 años” no sea un lastre, sino un piropo más entre los muchos que va ya acumulando, y que nos hace comenzar a saborear ese momento en el que la veremos dando vida a un texto de Lorca.