Más de Isabel Coixet con “Mi otro yo”

Más de Isabel Coixet con “Mi otro yo”

Escrito por alejandro

La nueva película de Isabel Coixet, “Mi otro yo” (Another me, 2013), nos permite enlazar con los temas abiertos aquí en spoilercat con motivo de su anterior film, “Ayer no termina nunca”, hace unos días. Una oportunidad de oro de extender las ideas y argumentos allí expuestos y que se dejan notar en la nueva propuesta de la directora catalana.

3220007e861dd9bb9bf765284aa17e99Isabel Coixet siempre ha dominado los planos cortos y los gestos

El cambio de tercio en esta coproducción puede parecer muy grande, pero en realidad no lo es tanto. Coixet abre una nueva vía con su introducción en el cine llamado de género, ese tipo de películas tan común ahora en las carteleras. Lo hace pero a través de una complicada mezcla. Pues una película con sus fantasmas, sus sombras, sus equívocos y sus misterios sin resolver. Se combina con un drama familiar, una especie de ancla para sus aficionados más fieles, contentos al comprobar que su directora fetiche sigue aquí.

Etiquetas… no, por favor

Intriga, thriller psicológico, de miedo tradicional, drama familiar, cine de autor, no cabe duda que las etiquetas no son suficientes para definir a “Mi otro yo”. Y todo ello en poco más de 80 minutos de metraje y sin un ritmo elevado. Hay tiempo para pararse en paisajes, para dar espacio a la música o para concentrarse en encuadres y arquitecturas. Es un ejercicio casi imposible y sin embargo, la sensación es que sobra tiempo.

Este escape de las definiciones no consigue evitar la cuestión principal. Fay (Sophie Turner) se enfrenta a un fantasma, o algo así, que la persigue, que juega con ella y que plantea un misterio (para ella, porque nosotros recibimos explicaciones desde el principio) y toca resolverlo manteniendo la expectación entre el público asistente. Mi visita al cine para verla arrojó datos demoledores a este respecto.

829212bc52e8a006591cebb9c0853515La película se juega en la representación de la caída de Fay

Éramos 10 espectadores en la sala: un grupo de 5 chicas adolescentes o postadolescentes, una pareja de edad avanzada y un grupo de 3 adultos jóvenes. Las 5 chicas comenzaron a levantarse y a hablar cuando apenas llevábamos 10 minutos con la luz apagada, la pareja debatía hacia el final sobre el sentido de todo aquello y entre el grupo de 3 se hicieron habituales las consultas al móvil sobre la hora y los posibles mensajes. 

El tipo de cineasta

En ese anterior artículo al que nos referimos al inicio de éste, nos planteábamos el tipo de cineasta que es Isabel Coixet. Una persona con una visión particular de la vida y más interesada en esa clase de sentimientos y sensaciones que en contar historias más o menos complejas. “Mi otro yo”, a pesar de parecer más destinada a ese cine narrativo, se encuentra con Coixet y sus planteamientos. El Misterio (así, con mayúsculas) sugerido al inicio de la película, con una voz en off muy al estilo de “Mi vida sin mí” (My life without me, 2003), debe convivir con un drama donde una enfermedad amenaza un presente idílico. 

b67b6b0d7f5c2593cc5c235bc9b14587Los sentimientos le comen terreno al misterio cada minuto.

Es un choque de trenes de tramas con un peso enorme, con estatus para ser principales en cualquier película, pero que aquí se ven obligadas a cohabitar y, en un momento dado, cruzarse para el desenlace final.  Por supuesto, Isabel Coixet va a estar más cómoda en la representación de situaciones más íntimas y va a recurrir a los códigos tradicionales en lo referente al suspense y el miedo. En las primeras, veremos actuaciones contenidas, encuadres más cuidados, silencios y se crearán barreras, físicas o psicológicas, entre los personajes. En las segundas, hará falta juego de espejos, difuminar la separación entre lo real y lo onírico, huir de o perseguir a un enemigo invisible y confiar en que la explicación final satisfaga las dudas. 

Esta diferenciación sería la existente entre los cineastas poetas y los narradores. Había quedado claro que Isabel Coixet pertenecía a los primeros y por eso la parte relacionada con fantasmas, sustos y misterio acaba siendo más obvia y necesita más explicaciones a través de palabras. Alguien como ella, capaz de plasmar en pantalla los sentimientos a la perfección, acaba esclava de esas explicaciones y lo que es peor, puede que ni arregle el problema del interés a pesar de dejar cerrada y bien cerrada la historia de la protagonista. 

5250ed9317fc49592907e062f3281ef0El pudor siempre ha estado presente en la carrera de Coixet

Las exigencias

Es una cuestión de exigencias. Si te toca definir a una familia en descomposición, con el padre preocupado por el futuro de su mujer y su hija sin él, la madre intentando seguir con su vida de la manera menos penosa posible y la hija en medio de una adolescencia más o menos normal que se va a venir abajo por su escasa resistencia a los ataques, mientras resuelves una trama de fantasmas, vecinas inquietantes y un instituto normal convertido en un campo de batalla, por obra y gracia de la visión de la protagonista, pues te estás exigiendo mucho.

Además, y aquí ya me enervo un poco, es una cuestión de lógica. Si quieres que tu película sea un thriller psicológico o como se quiera llamar a “Mi otro yo” (Another me, 2014) pues debe tener sustos, hacer saltar del asiento, que las personas más impresionables aparten la mirada algún momento y que haya dudas sobre la resolución final, porque sino corres el riesgo de que esos 10 espectadores se conviertan en ninguno la próxima vez que te decidas a un experimento de estas características.

c34c745b4e54a20363bf53349b136871Los secundarios aportan una solidez que la película pide a gritos

Los fieles seguirían dispuestos a confiar en ti porque, y volvemos al mayor hit de Isabel Coixet, “Mi vida sin mí”, se aprecia el potencial de personajes como el padre, Don (Rhys Ifans), la madre, Ann (Claire Forlani), y el profesor, John (Jonathan Rhys Meyers), en manos de la directora, capaz de arrancarnos más de una lágrima como ya hizo con Sarah Polley, Mark Ruffalo o Amanda Plummer hace 10 años.

Y está claro que a ellos no les haría falta una historia de muertos que vuelven, de espíritus vengativos y de culpas expurgadas con sacrificios vitales. Incluso es probable que hubiese un hueco para Fay, para entender a sus padres, relacionarse de un modo más lógico con sus colegas del instituto y hasta para descubrir ese secreto sin que ello suponga vidas humanas.