"Futbolín" y las dudas, inconsistencias y referencias

Escrito por alejandro

En el momento en que decidí implicarme con “Futbolín” (Juan José Campanella, 2013) lo hice en modo reivindicativo. Había leído muy pocas alabanzas y, en general, se la acusaba de ser una película plana, sin alma, como si no decidiera si quería ser una película de animación para niños, un drama social con tintes humorísticos, un homenaje general… Sobraban opciones y parecía que Juan José Campanella las había elegido todas y ninguna al mismo tiempo. 

6fe0befa431fda400639e076312bb61dEn los gestos de los propios muñecos se aprecia su descontento por no ser también protagonistas.

Pues bien, mi ilusión y ganas fueron decreciendo a medida que avanzaba “Futbolín” para acabar dando la razón a más de uno. Mi desconcierto venía por esa falta de objetivo, esa sensación de no comprender a dónde quiere ir a parar ese que te está contando algo. Las dudas llegan al punto de considerar al propio futbolín y sus recién liberados jugadores un reclamo en lugar de protagonistas de la acción. ¿Habría sido muy diferente el planteamiento, nudo y desenlace sin ellos revoloteando por ahí? Casi seguro que no.

Para situar la acción podríamos colocar a “Futbolín” a medio camino de “Toy Story” (John Lasseter, 1995) y “Space Jam” (Joe Pytka, 1996), pero con un claro interés por mantener los fuegos artificiales bajo control. La historia debe ser llamativa, hace falta humor, personajes entrañables y tal, pero todo con los pies en el suelo. También hay espacio, por supuesto, para el amor y aquí volvemos a lo de siempre. Tanto el verdadero protagonista, Amadeo, el niño virtuoso del futbolín pero sin aptitudes sociales, como Lara, una niña convertida en mujer con intereses y aspiraciones, serían más comprensibles si los viéramos como hermana mayor y hermano pequeño que como posible pareja. Ella es, en realidad, un auténtico enigma, porque o es una titiritera excepcional  o un mero acompañamiento sin más que un par de apariciones verdaderamente interesantes.

1e6ba10cb78ffcc1b60624b64208e3bfAl futbolín solo se juega al principio... y poco rato.

Es inevitable volver a “Toy Story” cuando de juguetes vivientes se habla. El Capi, el Beto o el Loco, junto al resto de la alineación, incluidos sus enconados rivales, Los Lisos, salen al mundo real. Tienen que buscar a compañeros perdidos y hacerlo con Amadeo, pero tampoco aquí trabajan como equipo. Unos por un lado y otros por otro, hasta llegar a dudar de la verdadera influencia de los futbolistas metálicos en las decisiones del chaval.

Para rematar las inconsistencias, tenemos un final estilo “Space Jam”. El fútbol, como cualquier abusón, se come el teórico papel principal de su pequeño hermanito, el futbolín. La última batalla será sobre el césped. Amadeo, en lugar de buscar la ayuda de su Michael Jordan, monta un curioso once sin excesivo talento. ¡¡Y ni siquiera ahí participan activamente los muñecos!! Ni como entrenadores, consejeros… nada de nada. Cuando ellos, viendo el final inevitable, se deciden a intervenir, son devueltos al banquillo por Amadeo en beneficio de la honradez y el fair play.

5095eb08e969d318e43aa81217f3ab82Fútbol es fútbol, aunque la película se llame Futbolín.

No todo van a ser malas noticias. Porque Juan José Campanella consigue mantenerse fuera de la atracción pura. El juego es fútbol, solo fútbol, casi posible, con tiros que no necesitan romper la red y discusiones entre compañeros de equipo. Realismo deportivo que, puede, acaba por salvar el aspecto del homenaje al juego. Bueno, esto y el análisis del mercado, las estrellas y el público como objetivo del espectáculo deportivo profesional. Aunque igual ese no fuera el principal objetivo de “Futbolín” (Juan José Campanella, 2013) ni lo que más interesara al grueso de su público potencial.