'Uno, dos, tres'. La magia de Billy Wilder

'Uno, dos, tres'. La magia de Billy Wilder

Escrito por reyloren

El 9 de noviembre se cumplieron 25 años de la caída del Muro del Berlín, el acontecimiento histórico más relevante de las últimas décadas que marcó el final de una era y el principio de otra (en la que vivimos), y el canal de televisión TCM aprovechó la efeméride para recuperar una de las películas ambientadas en aquel Berlín dividido que más huella ha dejado. Hablo de 'Uno, dos, tres', comedia dirigida por Billy Wilder en 1961 con guión del propio Wilder y su habitual colaborador I.A.L. Diamond.

La única producción que vivió in situ la construcción del apodado 'muro de la vergüenza'. De hecho, tuvieron que trasladar el rodaje fuera de Berlín cuando la mañana del 13 de agosto comprobaron que un bloque de hormigón levantado de madrugada impedía el paso al set. Lo que también convierte a 'Uno, dos, tres' en el último filme que muestra la famosísima Puerta de Brandenburgo antes de que la rodeara el muro

Pero no he decidido hablar aquí de la cinta de Wilder por su relevancia histórica (perfectamente desarrollada en muchos otros sitios) ni porque ahora resulte más oportuno que nunca hacerlo. Quiero comentar 'Uno, dos tres' porque me ha enfrentado a una vergonzosa realidad, y es que a pesar de lo mucho que siempre alardeo de cuánto me gusta el cine lo cierto es que podríamos decir que estoy 'muy verde' en cine clásico y, por ejemplo, apenas he visto un par de títulos de la filmografía de Billy Wilder. Y eso que creo firmemente que el cineasta austriaco es el mayor genio que ha parido la historia del cine. Una creencia que 'Uno, dos, tres' me ha ayudado a reafirmar.

9bb4b55eb1e93627c729fb85ddbb837dBilly Wilder, Pamela Tiffin, James Cagney y Horst Buchholz posan junto a la Puerta de Brandenburgo antes de que se levantara el Muro

Cine Gourmet

Ver una película de Billy Wilder supone, según mi experiencia, dirigir la mirada hacia la pantalla, esbozar una sonrisa y no mutar el gesto hasta que llega la palabra 'fin'. Salvo por alguna carcajada intermedia. Es más, haber visto una película de Billy Wilder deja, también según mi experiencia, la misma sensación que el haber cenado un solomillo de la mejor carne acompañado por una copa de Rioja, es decir, la de haber disfrutado de algo exquisito que invita a repetir.

De ahí que hoy me apetezca tanto hablar de 'Uno, dos, tres' como salir corriendo a la tienda de electrónica más cercana para hacerme con la filmografía completa de Wilder y volver a deleitarme con su impecable sentido del ritmo y sus diálogos cargados de ingenio.

Porque Billy Wilder es un director brillante, pero sobre todo es un guionista genial. Ahí están, por ejemplo, sus 3 premios Óscar al mejor guión más otras 9 nominaciones que no resultaron galardonadas. Aunque la mejor prueba de su talento reside en el efecto que provocan sus creaciones: diálogos que se recuerdan aún 50 años después y tramas que enganchan hasta el punto de volverse adictivas (¿Quién no necesita ver 'El apartamento' (1960) de vez en cuando?).

27c49faf79ef4a2c8f353c1471739ea1Una trama que parece una montaña rusa en la que todos los participantes disfrutan

Nadie está a salvo

De todas las maravillas a las que el austriaco dio forma a lo largo de más de medio siglo de carrera (maravillas que quizás no he visto, pero me fío de lo que millones de espectadores llevan opinando desde entonces), 'Uno, dos, tres' figura entre las más destacadas. Hay quien dice que es su comedia más brillante, por delante de la idolatrada 'Con faldas y a lo loco' (1959). A mí, personalmente, me ha hecho reír más. 

La cinta presenta a C.R. MacNamara, el ambicioso responsable de la planta que la multinacional Coca-Cola tiene en Berlín Oeste, dispuesto a todo para escalar posiciones en la compañía. Incluso a hacerse cargo por unos días de la hija de su jefe, Scarlett, una joven alocada que con sólo 18 años ya se ha prometido 4 veces. MacNamara tendrá que hacer valer sus contactos y su ingenio cuando la chica se case en secreto con un ferviente seguidor del comunismo que vive en Berlín Este.

7c5e2e60734e9a814410fddb13fe0b89Horst Buchholz da vida al enamorado de Berlín Este

La trama, inspirada en una obra de teatro (y digo inspirada porque al parecer sólo respeta una línea de diálogo del material original), supone una divertida pero arriesgada crítica al capitalismo y al comunismo en plena Guerra Fría. Con personajes estereotipados y un enredo tras otro, Wilder y Diamond se ríen de la ambición capitalista tanto como de las consignas comunistas, del 'American way of life' tanto como de la absurdidez de una ciudad partida en dos.

Por reírse, Wilder se ríe hasta del pasado nazista de esa Alemania. Y eso que el propio cineasta perdió a su madre en el campo de concentración de Auschwitz. Pero es que nadie como él para hallar la comicidad en situaciones que, de divertidas, tienen poco.

5691fc0986a7674ac602a66089cd6a0bJames Cagney y Pamela Tiffin, el astuto MacNamara y la insensata Scarlett

Molto furioso

Y nadie como James Cagney, protagonista de la película, para recitar con maestría sus extensas líneas de diálogo a la vertiginosa velocidad que exigía Billy Wilder. Porque si por algo se caracteriza 'Uno, dos, tres' es por la velocidad con que se suceden las palabras e incluso los hechos, que confieren al filme un ritmo trepidante que hace imposible desviar la atención (es más, seguir las conversaciones de la película requiere cierta concentración). 

Ese ritmo 'molto furioso', como lo denominaron Wilder y Diamond en su manuscrito, se aprecia también en la música elegida. Melodías reconocibles y asociables a cada uno de los países involucrados en la trama (el Yankee Doodle de Estados Unidos, la Cabalgata de las Valkirias de Alemania y la Danza del Sable soviética) que crean inolvidables escenas como el baile de la secretaria.

85b2f7fd9f0e57bc0814050c4f53dd0bPara MacNamara no hay mejor forma de hacer negocios que con vodka, música y una chica guapa

Volviendo a James Cagney, que interpreta a MacNamara, el actor es pura carisma. Su ambición, sus habilidades para resolver conflictos y su manejo del estrés le convierten en uno de los personajes icónicos del cine en lo que a hombres de negocios se refiere.

Lástima que, en la vida real, el actor no supiera lidiar con el estrés que le producía su compañero de reparto Horst Buchholz, que daba vida al novio comunista. Cagney confesó en sus memorias que el alemán se empeñaba tanto en destacar en cada escena, con sus consecuentes molestias hacia los demás intérpretes, que el neoyorquino no quiso volver a actuar hasta 20 años más tarde.

31c1a3593d673e13def441683c5c7d40La rivalidad entre los personajes de Otto y MacNamara traspasó la pantalla

Tanto de que hablar

Esa es una de las muchas anécdotas que ha dejado para el recuerdo 'Uno, dos, tres'. Como la construcción del muro en pleno rodaje o la acertada referencia a Pepsi para que el filme no fuera confundido con propaganda de su gran competidora Coca-Cola.

Más allá de su valor anécdotico, histórico o social, 'Uno, dos, tres' es una gran película. Una desternillante comedia que hace reír gracias a su ingenio. Y un recordatorio (otro más) de que ya estoy tardando en completar la filmografía de Billy Wilder. Y, por cierto, aprovecho para preguntaros: ¿cuál de sus películas debería ser la siguiente?

589d02dc45f812c0919f3ac41808484cLa cara que se te pone cuando pides una Coca-Cola y te ponen una Pepsi...