Cuatro películas de ciencia-ficción para Navidades

Cuatro películas de ciencia-ficción para Navidades

Escrito por pedrinho

En previsión de los días que se avecinan, propicios, al menos por estas tierras, a ejercicios de gula, excesos y bajas temperaturas, creemos que es un arma a nuestro favor contar con un arsenal del que poder tirar después de los villancicos y los brindis. Ya sea en el piso propio o en casa de mamá, una buena película es un recurso ideal para darle vida a las horas muertas.

Y hablando de películas recomendadas para estas fechas, en las que hay tendencia a hacer balance, a los propósitos de Año Nuevo y a pensar hacia dónde queremos ir, qué mejor que adentrarse en el género de la ciencia-ficción, temática que no cuenta con el adecuado reconocimiento a su capacidad para plantear preguntas y dilemas por los que todos, en algún momento, vamos a pasar. Preguntas, muchas, y respuestas, algunas, que vienen de la mano de estas cuatro recomendaciones navideñas.

Dune (id, David Lynch, 1984)

Sólo con pensar en los nombres que mueven los hilos tras esta película, nada más y nada menos que David Lynch, el mismo genio responsable de “El hombre elefante” (The Elephant Man, 1980), “Mulholland Drive” (id, 2001) o la televisiva “Twin Peaks" (id, 1990-1991), y el propio Frank Herbert (co-guionista junto a Lynch), autor de la novela “Dune”, que sacudió el paisaje literario en 1965 y ganadora del prestigioso premio Víctor Hugo, no hace falta exponer muchos más motivos para llamar a su visionado. Sin embargo, tirando de épica, podemos decir que esto es lo que nos queda de un sueño por el que peleó durante cinco años Alejandro Jodorowski, convencido de que podía poner en pie su propia visión de Dune con la colaboración de unos mitos de la cultura y el arte como Orson Welles, Salvador Dalí, Pink Floyd y Moebius.

cd28d8cfd77c65ca75b5db5f9e1a0feaKyle MacLachlan en Dune

Con semejante carrusel de ilustres, resulta complicado mostrarse indiferente de entrada a una película como “Dune”, una de esas historias de ciencia-ficción complejas, elaboradas, que tratan de inventar otros mundos posibles. Una trama que bebe de las mismas fuentes de las que se alimentaron H.P. Lovecraft o H.G. Wells, con toda la complejidad que refleja el hecho de que la primera versión de la cinta de David Lynch se fuera a las ocho horas de metraje. El cineasta hizo un esfuerzo y presentó una película de cinco horas a Universal Studios.

Como era de esperar, la productora no aceptó un gigante de esas dimensiones y no cedió hasta que Lynch hizo los recortes precisos para reducirla hasta los 137 minutos, lo que hizo que el director se afirmara en su convicción de tener que dejar de lado a los grandes estudios y renegara del proyecto.

Nosotros, aun sin saber si seríamos capaces de digerir un menú de tantas horas, sí que nos atrevemos a recomendar, para estos días de largas digestiones y bajas temperaturas, una película como esta, con la que queda confirmado que el cine Sci-Fi poco tiene que ver, de entrada, con los efectos especiales y los transformers que pelean a velocidades de vértigo.

Días extraños (Strange Days, Kathryn Bigelow, 1995)

Si “Dune” es una película de madurez (hace falta un cierto bagaje para paladear varias de sus virtudes), para quien esto escribe, “Días extraños” es una película de juventud. A pesar de que en su momento no tuvo el impacto que creemos que merecía, con el paso de los años ha ido ganando adeptos. A día de hoy, además de ser uno de los títulos imprescindibles del género, desde nuestra perspectiva, nos permite comprobar la evolución de Kathryn Bigelow, su directora, quien muchos años después, en 2010, haría historia al ser la primera mujer en ganar el Oscar a la mejor dirección con “En tierra hostil” (The Hurt Locker, 2009).

e425881f84da00dde0ba989a420085efEspectacular primer plano de Fiennes

De hecho, entre sus títulos de crédito es fácil reconocer a James Cameron, que metió mano en la producción, el guión y el montaje, lo que ofrece ciertas garantías, ya que hablamos del mismo Cameron responsable de “The Terminator” (id, 1984) o “Avatar” (id, 2009), del mismo Cameron casado con Kathryn Bigelow durante dos años, de 1989 a 1991, y su compañero en otros proyectos. No es, sin embargo, el único nombre que llama la atención,  porque “Días Extraños” cuenta con un reparto digno de mención, con figuras de prestigio, como Ralph Fiennes, Angela Bassett, Juliette Lewis, Tom Sizemore o Vincent D’Onofrio, todos ellos bien dirigidos para armar una película que podríamos situar dentro de las que tratan sobre un futuro posible, en las que la ciencia-ficción juega a plantear posibles días de mañana a los que tendremos que hacer frente en caso de exacerbarse ciertas conductas masivas. Por aquel entonces, cuando el siglo XXI aun era una fecha por superar, con los miedos que conllevaba (¿alguien recuerda el “temido” apagón tecnológico del cambio de milenio?), las drogas y su interacción con la memoria y los recuerdos, tanto con los perdidos como con los creados o inventados, ocupaban un lugar de privilegio a la hora de dibujar los apocalipsis de nuestra sociedad.

Hoy los miedos que más nos aterran es probable que sean otros, pero el valor de “Días extraños” sigue siendo el mismo, sobre todo por el modo de presentar secuencias de “recuerdos” de las que hay ecos palpables en películas como “Origen” (id, Christopher Nolan, 2010) o “Her” (id, Spike Jonze, 2014), de la que hablaremos más adelante.

Código 46 (Code 46, Michael Winterbottom, 2003)

Es probable que, de estas cuatro recomendaciones, “Código 46” sea la que más en entredicho pueda poner nuestro criterio. A pesar de los riesgos evidentes de sugerir a Tim Robbins como protagonista de una historia de ciencia-ficción (que no de acción, recordemos) y de que esta cinta nunca ha sido una de las más valoradas de Michael Winterbottom, como puede ser “Wonderland” (id, 1999) o alguno de sus documentales, no podemos dejar de manifestar nuestro cariño por esta historia, casi un drama intimista, pero asentado sobre unos límites de carácter universal, que bebe de ese deseo (confiamos que no perdido para siempre) del ser humano de salirse de los cauces establecidos, de dejar atrás eso que puede llamarse destino (o control en un futuro) para forjar un camino propio.

8857a27551cc7059457bff293b55bd13El placer de mirar en la misma dirección

Argumentalmente, “Código 46” se sitúa en la misma línea que “Hijos de los hombres” (Children of Men, Alfonso Cuarón, 2006), en las que el control de la natalidad, por exceso o por defecto, y el celo de las autoridades por acotar las fuentes de enfermedad (el miedo al dolor y la muerte, en definitiva), nos llevan a vivir en un universo de seguridad extrema, en el que somos considerados un peligro para nosotros mismos y, por tanto, debemos ser vigilados para no hacernos daño.

Pero, siempre hay un pero, el amor, el deseo, la pasión, son pulsiones vitales que nada tienen que ver con el instinto de supervivencia o de protección. No, de hecho, son capaces de tirar de nosotros y de nuestros actos, aunque eso implique ir de cabeza al dolor o incluso a la muerte. A fin de cuentas, en eso consiste vivir, ¿o no?

Her (id, Spike Jonze, 2013)

En “Dune”, el mañana eran los otros mundos, el universo desconocido con secretos aun por descubrir. A medida que nos acercamos al siglo XXI, lo desconocido pasamos a ser nosotros, como en “Días extraños”, y lo que eramos capaces de hacer por porciones de vida distintas a la que teníamos en realidad. Una vez metidos en el nuevo milenio, el abismo ante nuestros pies era la obsesión por el control, por la seguridad, como en “Código 46”, donde uno debe cumplir unas normas y valorar el código genético hasta para enamorarse.

80c5f86522dba2d75feb668ae75d0eadTan cerca, tan lejos

Pasadas todas esas fases y asustados de lo lejos que queda 1999 (¿tan mayores somos?), el futuro sólo se concibe como una multiplicación del presente. Si hoy tenemos smartphones de última generación, estamos conectados todos los minutos que estamos despiertos y la tecnología marca la pauta de todas nuestras percepciones, el mañana sólo puede ser el superlativo del ahora, con dispositivos que sean un reflejo del yo, conectividad hasta en sueños y emociones a ritmo de bits de información.

Puede que finalmente no sea así y que dentro de cincuenta o cien años no nos parezcamos en nada a lo que somos hoy, pero a nadie le sorprendería que fuéramos todo lo que sugiere “Her”, una película que, como explicamos en la detallada review que ya publicamos, no trata sobre las relaciones entre el ser humano y la tecnología, sino entre las propias relaciones entre los seres humanos. Una frase que podríamos hacer extensiva a toda la ciencia-ficción y, por supuesto, a las cuatro recomendaciones que os hemos dejado.

Pues eso, que aproveche, y Feliz Navidad, sea hoy o dentro de trescientos años (¿seguirá existiendo Internet para entonces?).

Makelelillo

Buela elección de pelis. Yo sin duda me quedo con Her... pero es que yo soy así.

Saludos y felices fiestas