'Dos días, una noche' vs 'Las dos caras de enero'

'Dos días, una noche' vs 'Las dos caras de enero'

Escrito por alejandro

El enfrentamiento entre “Dos días, una noche” (Deux jours, une nuit, Jean-Luc & Pierre Dardenne, 2014) y “Las dos caras de enero” (The two faces of January, Hossein Amini, 2014) es un choque entre dos películas que comparten poco más que el año de producción. Por un lado tenemos un drama social actual, por otro un thriller avalado por su procedencia literaria (adaptación de una novela de Patricia Highsmith) y las mediremos en 3 asaltos. Empezamos por las sensaciones, seguimos por la construcción de los personajes y acabaremos por todo lo alto con su relación con la realidad y la más pura humanidad.

Sensaciones: ¿para qué? 

La pregunta se instaló en mi cerebro desde el minuto 1 de “Las dos caras de enero”. A qué viene, a estas alturas, una película como ésta. Y eso que el equipo que se había juntado parecía ofrecer las mejores garantías. Hossein Amini es el responsable del guión de “Drive” (Nicholas WInding-Refn, 2011), Viggo Mortensen, al margen de trilogías, fue la cara visible de “La carretera” (The Road, John Hillcoat, 2009) y ha trabajado con David Cronenberg en “Una historia de violencia” (A history of violence, David Cronenberg, 2005) o “Promesas del Este” (Eastern promises, David Cronenberg, 2007) y Kirsten Dunst ha pasado por la TV en la reciente “Fargo” y fue la protagonista de “Melancolía” (Melancholia, Lars Von Trier, 2011). Todos ellos apoyados por un relato de Patricia Highsmith. A priori, más no se podía pedir.

42a19589424d549f2d6fda3e64a1322aLa resolución del triángulo parece la clave de "Las dos caras de enero"

Sin embargo, donde queda todo esto cuando vemos a unos estafadores cruzándose por casualidad en Atenas. Inevitablemente generan el triángulo de engaños, trampas y mentiras. Después huyen, pero sin un destino fijo, matan el tiempo, nunca llegan a definir un equilibrio en sus relaciones. Cae alguno de los protagonistas sin mayor incidencia en la trama y, finalmente, cuando la muerte y el desastre se hace inevitable, se atreven a demostraciones de dignidad. Solo cabe preguntarse dónde está Mr. Ripley o si el amigo americano va a aparecer en algún momento para salvar la situación o que al menos aparezca algún personaje verdaderamente atractivo.

Con “Dos días, una noche” pasa, de entrada, lo contrario. Partimos de una situación extraordinaria. Una empresa pone en manos de sus trabajadores el destino de un compañero. Se consigue con este proceso cambiar el rival habitual (la empresa), ajeno, abstracto, fácilmente demonizable, por individuos concretos, lo que obliga a afrontar las consecuencias de sus decisiones. Sandra (Marion Cotillard) afronta una auténtica campaña electoral, puerta a puerta, para intentar convencerlos de que voten por ella. 

Son 16 humanos a los que debe visitar durante un fin de semana. Por supuesto, estamos ante una película realista, pero hay que mantener un poco la emoción y es necesario que el avance sea ajustado. Así se producen empates a 2, 4 y 7 y ahí nos quedamos para evitar desvelar el final de la función. Es un desarrollo previsible que permite dosificar la aparición de los diferentes tipos de respuesta ante la situación de Sandra.

f5273a7e3bb1794d952f1bca8cc39987Cada compañero da sus explicaciones y pocos se cortan a la hora de hacerlo.

La construcción de los personajes: héroe vs heroína

Ambas películas comparten una apuesta: la interpretación de sus protagonistas como base del éxito del conjunto. De la credibilidad de Cotillard o Mortensen, entre otros, dependen las opciones de “Las dos caras de enero” o “Dos días, una noche”. 

En la cinta de los hermanos Dardenne se nos presenta a una mujer recién salida de una depresión, a punto de reincorporarse al trabajo. Todavía se encuentra débil, pero debe pelear por su futuro. Ese trabajo supone mantener su nivel de vida. Perderlo la manda directamente a una situación de inseguridad que amenaza su precario estado de salud. Esa debilidad física y psicológica, esa falta de ganas de pelear mezclada con los escrúpulos hace que nunca veamos acciones negativas hacia otras personas. Puede ser nociva para sí misma, pero siempre será comprensiva con los demás. La empatía con el espectador está garantizada.

Chester McFarland (Viggo Mortensen) apunta a ser sin moral, solo preocupado por disfrutar sin preocuparse por ningún otro ser humano. Su mujer Colette (Kirsten Dunst) no se entera o no quiere enterarse de los límites de las acciones de su marido y se mantiene en un plano amoral que la convierte en prescindible para el desenlace de la acción. El joven Rydall (Oscar Isaac) no sabemos si pasaba por allí y se encaprichó de Colette o de verdad quiere medirse con McFarland. Lo más lejos que llega Hossein Amini a la hora de construir esos personajes es abrir ligeramente la puerta a los secretos, lo que transfiere competencias a los espectadores a la hora de completar ese retrato.

ba381778183ffcb4d026c3ea835fd1c4Tres que son dos a la hora de la verdad.

A la hora de la verdad, en el clímax, cuando superamos la hora y media de metraje, tanto Cotillard como Mortensen, se enfrentan a una situación límite y ambos tiran de principios y dignidad para “hacer lo correcto”. A favor de la decisión de guión de los hermanos Dardenne decir que su protagonista deberá enfrentarse efectivamente a esa decisión y afrontar sus consecuencias.

La realidad

“Las dos caras de enero” se ambienta en los años 60, mientras que “Dos días, una noche” es un film totalmente actual. Ambas, no obstante, tienen claras intenciones a la hora de retratar la condición humana. Para ello se sirven de casos particulares extrapolables y generalizables. No hace falta estar metido en una trama internacional, con estafadores y grandes monumentos como espectadores de excepción para ver lo bajo que se puede caer. Un hijo puede llegar a agredir a su padre por 1000 euros.

a520d36056e2df130a0355e14ed4a727Es un fin de semana muy largo para Sandra, pero le sacará mucho provecho.

Bueno, ha sido un combate largo y exigente especialmente en el plano psicológico. Esperamos haber sido unos jueces imparciales en esta batalla. En realidad, “Las dos caras de enero” (The two faces of January, Hossein Amini, 2014) y “Dos días, una noche” (Deux jours, une nuit, Jean-Luc & Pierre Dardenne, 2014) nunca quisieron llegar a las manos, pero como expresiones de un medio como el cine, con su responsabilidad a la hora de plantear temas y proponer algo más que mero entretenimiento, debíamos obligarlas a esta disputa. El veredicto, en manos de cada uno.