Réplicas y contrarréplicas sobre

Réplicas y contrarréplicas sobre "Relatos Salvajes"

Escrito por pedrinho

Hace mucho tiempo, tanto que no quiero ponerme a contar los años pasados, en una conversación que no trataba sobre cine, argumentaba yo con vehemencia (del único modo que se pueden argumentar ciertas cuestiones) que si dejamos de lado aspectos emocionales o de juicio, es posible defender cualquier posición y justo la contraria. Es decir, que podíamos tirar de fórmulas lógicas, de ejemplos históricos, de estudios, de cláusulas de razonamiento y plantear con la misma coherencia un argumento y justo su contrario.

Si aceptamos ese punto de partida, lo único que marca la diferencia entre una postura y otra es el convencimiento, el querer estar de un lado y no del otro, el escoger una opción sobre otra. Para que todos nos entendamos: podemos tener a dos tertulianos igualmente ilustrados, lúcidos y buenos oradores, uno postulándose a favor de los recortes y la asfixia social, y otro apostando por la inversión y la redistribución de la riqueza, y los dos tendrán sus números de respaldo, sus análisis y sus gráficas para reforzar sus posiciones. En esos casos, la diferencia la marca la decisión, la elección que queramos hacer, nuestro convencimiento sobre el modo en el que queremos que se organice nuestro mundo. En fin, sobre el mundo en el que queremos vivir.

965b7f68279076fd7623ed8891059b17¿Quién es la víctima y quién el verdugo?

Todo este soliloquio no es más que una excusa, una introducción a lo que verdaderamente nos interesa, que no es otra cosa que hablar/escribir sobre cine, una sana costumbre que vamos a volver a poner en práctica a cuenta de “Relatos salvajes” (Damián Szifrón, 2014), ganadora del premio Goya 2015 a la mejor película iberoamericana. Una cinta que se ha ganado un importante reconocimiento por sus notables resultados en múltiples festivales, pero también un número no despreciable de críticas por sus postulados y el modo de plantearlos en la pantalla.

¿Quién tiene razón? ¿Los que celebran su apuesta o los que la tachan de impostura?

Como no está en nuestro ánimo hacer una encuesta para salir de dudas, y mucho menos en este 2015 plagado de citas electorales en el que vamos a tener una sobredosis de encuestas y estudios de opinión, vamos a dar rienda suelta a nuestra esquizofrenia y a las posibilidades del desdoblamiento de personalidad, cualidades con las que todos contamos (no hay que olvidar que la etiqueta de “perturbado mental” es sólo una cuestión de grado), y lanzar una retahíla de réplicas y contrarréplicas a cuenta de la producción hispano-argentina. Creemos que sólo así, enfrentando las dos posibles lecturas que pueden hacerse de la obra podremos escoger el lado del que queremos estar en este juicio (de valor, claro).

d5d257b6a0b2404a9d9e9fca267494c8Corre, corre, que te pillo

Relatos salvajes es una película/no es una película

La respuesta a esta dicotomía parece sencilla y evidente, pero no lo es, ni mucho menos. Su estructura no es unitaria y lo único que mantiene el hilo entre los seis relatos que conforman la cinta, completamente autónomos e independientes a todos los niveles (guión, escenas, actores, etc), es la noción de violencia en sus diversas expresiones, de las que cada pieza pretende ser un reflejo.

La idea de la fragmentación, de la yuxtaposición de ideas y argumentos, no termina de funcionar, ya que además de dejar un espacio para la reflexión tras cada “corto” (lo que suponemos que era su intención), diluye también el efecto, dejando una sensación de ir más allá y, lo que es más peligroso, permitiendo que el espectador se pregunte, durante cada fundido a negro, si merece la pena continuar con el visionado.

4ea4c7c4547a45ccf1e56ec116a049bfAlmodóvar, uno de los productores de "Relatos salvajes"

En realidad, el conjunto no pasa de ser un juego, una puesta en escena acotada, en la que se tratan de minimizar los riesgos (sostener la narración, puntos muertos, giros, etc), pero en el que se evidencia también que la ambición a la hora de plantear los objetivos no ha sido demasiada. Por eso, en vez de tener una película por piezas, tenemos pequeñas “peliculitas” sin demasiadas aspiraciones.

Relatos salvajes es un drama/no es un drama

Poco después de terminar de ver “Relatos salvajes”, no puedo evitar que en mi cabeza bullan los ecos de “Very Bad Things” (id, Peter Berg, 1998), pero no por la mala leche de la película estadounidense, sino por los excesos violentos y la crueldad gratuita, con la sangre como el recurso más claro del que tirar para hacer evidente la agresión, como si de no haber sangre no pudiera haber herida.

Haciendo el repaso de las víctimas, de los damnificados, de las consecuencias (muertos, cárcel, heridos...), todo apunta al drama de la tragedia, a las miserias del ser humano, al lado oscuro de la vida, donde el rencor, la codicia y la irresponsabilidad sacan lo peor de nosotros. Sin embargo, la representación, la puesta en escena y los desenlaces de cada una de las narraciones están en el territorio de lo grotesco, del chiste malo, en plan patético, y, lo que es peor, de la falta de cierre. Es como si el director, con las lógicas dudas ante lo inconcluso de sus historias, prefiriera desviar la atención hacia otro punto y que los comentarios generados giraran sobre el avión a punto de caer sobre los padres, los dos esqueletos calcinados que parecen abrazados o los recién casados que comienzan a “coger” delante de todos los invitados y sin haberse limpiado todavía la sangre.

En resumen, al final, sólo quedan los fuegos artificiales. Y de fiesta de pueblo pequeño.

105468c8d64fe967907b6a889b0b2f50"Bombita" a punto de explotar

Relatos salvajes es una crítica/es una broma

A los cuatro vientos, así se ha encargado de repetir y gritar el director que “Relatos salvajes” es una crítica de este mundo en el que vivimos, de esta sociedad violenta que agrede al individuo a diario, en la que, como dice la abogada, se ve violencia por todas partes (en la televisión, en los periódicos, en la calle...). También se ven otras cosas, pero, según, Szifrón no dan para una película o, como mínimo, para una serie de cortos más o menos lúcidos.

No conozco en profundidad el discurso del director al respecto, pero sí tengo constancia de lo que deja su película. No se trata tanto de la violencia que golpea el mundo, sino de la otra “violencia”, de la violencia fingida (deformación de la violencia de ficción, que no es lo mismo, ni se le parece), de esa que tiene un tono cómico e irreal que no puede quitarse de encima el olor a broma, a exceso, como en “Machete” (id, Ethan Maniquis y Robert Rodriguez, 2010), donde los miles de litros de ketchup pueden verse también como una crítica, pero se parece mucho más a lo que verdaderamente es: una gamberrada con pretensiones. Y no deja de ser eso, a pesar de que la quieren vender como una alegoría en la que tenemos mucho que aprender sobre nosotros mismos.

Relatos salvajes es una buena película/podía haber sido una buena película

Tal vez a esto podríamos reducir todas las discusiones, ya que, más allá de posiciones críticas, de los discursos y de la propaganda, una película tiene que ser eso, una buena película. Todo lo que venga a mayores, sea la llamada de atención, la reflexión o el riesgo, no debe perder de vista que lo más importante es eso, que sea una buena película. Si no es así, ¿qué sentido tiene escoger una película en vez de un mitin para hacer público cierto planteamiento?

Ninguno.

9d5b8466f27791f0c14658d4e0641dbdPreparando la venganza bajo la noche de la ciudad

“Relatos salvajes” no es una gran película. No lo es a pesar de la satisfacción que produce siempre ver a un solvente Ricardo Darín en pantalla o aunque el corto final, el de la boda, tenga su gracia por momentos y de ciertos planos de innegable belleza. No, ese es poco bagaje para una buena película. Tal vez fuera suficiente para armar un corto (no seis) interesante, pero no para colarnos seis historias, seis narraciones a las que le podemos poner pegas, tanto a nivel de guión, como de puesta en escena, como de verosimilitud (aspecto sobre el que siempre estoy muy alerta, lo confieso).

Lo cierto es que, ahora que ya han pasado unos días desde que vi la película, el mejor resumen que se me ocurre para ella es que se parece mucho a la pataleta de un progre de buena cuna al que la grúa le ha llevado el coche en un par de ocasiones por dejarlo mal aparcado (aunque él jure que no era clara la señal), uno que contaba con ponerle los cuernos a su novia, pero se enteró que ella fue más rápida.

Y eso, eso no es exactamente violencia, eso es la vida misma.