“Idiocracia” tras un encuentro en una parada de autobús

“Idiocracia” tras un encuentro en una parada de autobús

Escrito por alejandro

El proceso es muy simple. Y necesita un cierto grado de arrogancia. Alguien considera que la humanidad se está dejando llevar, que prima la inmediatez, la ausencia de reflexión y que lo único interesante es el placer. Entonces, como su manera de expresarse más eficaz son las películas, se lanza a escribir y dirigir una especie de cuento con moraleja. A priori, la idea solo puede considerarse interesante; el resultado, en el aspecto puramente cinematográfico, no llama la atención y la condena al ostracismo. 

La única conclusión posible es que “Idiocracia” (Idiocracy, Mike Judge, 2006) dice más por sus intenciones que por su propia concepción y realización y, en el caso del que escribe, si no hubieran coincidido su visionado con una anécdota personal sin excesiva relevancia habría pasado sin dejar poso. Parece que los dioses de la fortuna querían castigarme por mi falta de visión y provocaron ese encuentro en una parada de autobús. Todo para justificar los tres pasos que definen a la película de Mike Judge.

9990c0ac7d1e336bc4a414bd0cf59c28La sociedad occidental se ha ido a la mierda (con perdón) por sus propios excesos.

Paso 1:¡Qué interesante!

“Idiocracia” es una crítica sin sutilezas, los humanos nos hemos dejado llevar. Se sostiene sobre una idea potente: la sociedad no se ha autorregulado. El punto de partido se materializa en el personaje de Luke Wilson; es consciente de su mediocridad, no quiere más que permanecer al margen y dejar pasar los días delante de un televisor sin más aspiraciones ni retos a los que dedicar un mínimo esfuerzo.

Su plan es dejar hacer a los “responsables”, los “listos”, los “mejor dotados”; que ellos preparen al mundo para el futuro. Él no puede entender que esos “elegidos” están atados por el miedo a la incertidumbre, ven cualquier riesgo como un ataque a su propia posición privilegiada. Por ejemplo, decidirse a procrear es demasiado difícil de tomar para ellos, lo que abre la puerta a los “irresponsables”, los “tontos”, solo preocupados por el aquí y ahora. No hay planificación, solo placer animal que deriva en árboles genealógicos imposibles.

bc72cb17efbadea1030ef3381670623dSalvar a la humanidad puede ser un trabajo demasiado difícil para Joe.

“Idiocracia” es de trazo grueso. Podrían surgir miles de matices respecto a esa grosera división de la sociedad, pero seguimos creyendo en Mike Judge porque la idea de la formación, la educación como camino para el progreso parece bienintencionada. Además, quedan científicos con interés en los avances tecnológicos. Uno de ellos, la criogenización de Joe Bauers (Luke Wilson) y Rita (Maya Rudolph) es el punto de partida de la película. A partir de ahí, todo se tuerce y cunde la idiocracia. Lo que iba a ser un año congelados se convierte en varios siglos y cuando ambos despiertan el mundo es completamente diferente (o no tanto).

Paso 2: ¡Qué desilusión!

Mike Judge, director y guionista de “Idiocracia”, es también el responsable de una serie de los noventa, “Beavis & Butthead”, que ya apuntaba algunos de los planteamientos que ahora desarrolla “Idiocracia” y que creaba expectativas en torno a esta película. Su estilo, hay que insistir, no se basa en las sutilezas, pero se abría la puerta a un retrato, al menos, gracioso y original. La realidad es que al margen del presidente de los Estados Unidos campeón de pressing-catch/estrella del porno y los Starbucks del futuro, no queda mucho espacio para la risa entre tanta obviedad.

266e541f09ce860d18bf9275acadc919El presidente Camacho es exactamente como debe ser.

La sociedad futura es machista, sexista, dirigida por hombres solo preocupados por el placer sexual, los golpes, la violencia, los productos azucarados y sometido a la dictadura de las marcas y limitado a lo hecho y dicho en los Estados Unidos. El pobre Joe, desconcertado, intenta convencer al resto de la sociedad de los beneficios de una vida más sana, pero choca contra sus propias limitaciones. Rita, como el resto de personajes femeninos, apenas existe. Solo aparece como asistente del “héroe” de la acción, aunque sea su sensatez lo que acabe por salvar el improbable plan de su compañero de batallas.

El final de “Idiocracia” nos depara una sorpresa final, una última reflexión para dejarnos definitivamente planchados. No habrá máquina del tiempo que nos salve si nos dejamos llevar sin freno por la rampa de la tontería.

Paso 3: Necesaria, a pesar de todo…

(atención porque a partir de aquí llega la inevitable fractura, entre lo que es, lo que debería ser y quien elige lo que debería ser)

El día después de ver “Idiocracia” una parada de autobús me demostró el enfrentamiento entre la visión de Mike Judge y la realidad de la sociedad. Él anticipa una idiocracia, labor nuestra es contradecirle o darle la razón. La situación es la siguiente: un grupo de jóvenes se acercan mientras debaten sobre los problemas sentimentales de una de las integrantes del citado grupo. Se quejaba de haber trabajado mucho en la mejora de su aspecto para satisfacer a una pareja poco interesada en valorar esos esfuerzos, pero sí dispuesta a reclamar el haber tenido que esperar más de la cuenta en un cita reprogramada por él mismo. El grupo daba la razón a la joven cuando una señora, que fácilmente cuadriplicaba la edad de la adolescente, asistía entre interesada y curiosa a la discusión.

1b06366033394672f579943ef976d869Las noticias del futuro...

A la primera oportunidad real, fue introducida en la conversación por una mera cuestión de proximidad y todos, grupo y señora, comenzaron a teorizar sobre las relaciones y tiraron de referencias. Ahí surgió un famoso programa de televisión que definitivamente selló la comunión intergeneracional (todos de acuerdo en que este concursante hace tal, la otra se merece cual) de un grupo tan particular como extrapolable a un amplio sector de la población.

Me imagino a Mike Judge asistiendo involuntariamente a una conversación de este tipo y decidiendo que “Idiocracia” (Idiocracy, Mike Judge, 2006) es la única respuesta posible a la poca preocupación por la reflexión, el futuro de la humanidad como conjunto y, en general, todo lo que no tenga que ver con el status social, la superficialidad y la inmediatez. Es probable que sus argumentos hubieran alcanzado otro nivel si la película no adoleciera, en cierta manera, de aquello que buscaba criticar con tanta vehemencia.