La ambición de Christopher Nolan con

La ambición de Christopher Nolan con "Interstellar"

Escrito por alejandro

La carrera de Christopher Nolan está en clara trayectoria ascendente. Al menos en cuanto a objetivos, propósitos y, por encima de todo, presupuestos. El mundo se le queda pequeño. El suyo es un proceso de dentro hacia afuera que arrancó, por ejemplo, en la mente del protagonista de “Memento” y ahora ya está en el futuro de la humanidad, vista desde el espacio, con agujeros negros, agujeros de gusano y mucha, mucha, relatividad. No hay límites para la ambición.

Interstellar” (Christopher Nolan, 2014) es una curiosa mezcla llevada al extremo. Tenemos por un lado un futuro incierto pero próximo, distópico, casi como una previa de “Wall-E” a la que solo le falta el entrañable robot basurero. Por otro está el héroe, capaz de los sacrificios más increíbles porque ha sido “elegido” para ello; una labor que no puede asumir ningún otro ser humano (como si Nolan no se fiara de lo que Zack Snyder y Ben Affleck vayan a hacer con “su” Batman y quisiera retener la esencia del superhombre). Por último, la vertiente familiar, con el amor de un padre por su hija (el hijo también, pero menos) como protagonista y una misteriosa resistencia a tratar el amor romántico, colocado deprisa y corriendo en el sorprendente final de “Interstellar”.

08e90309165a459a934716026383792eMatthew McConaughey se prepara para algo muy grande, algo que solo él puede hacer.

La marca Nolan

Llegados a este punto de su carrera, Christopher Nolan elige, decide y maneja todo en sus proyectos. Se ha ganado un lugar en la industria y la rentabilidad otorga estos privilegios. Entonces puede plantear lo que le venga en gana, porque todo viene revestido de una pátina filosófica/cínica/esperanzada que garantiza un nivel aceptable. No hay duda, esto del producto Nolan ya es algo tangible.

Así, empezamos por la definición de ese futuro que bien podría ser un presente sospechosamente próximo. La realidad es cruda; el mundo se va a la mierda y no hay nada que hacer más que sobrevivir. Los humanos han perdido parte de esa libertad para elegir su camino, en aras del bien común. La realización personal queda para después de la crisis.

La confianza en el futuro de la propia especie presenta un diálogo bastante habitual en las producciones cinematográficas (y aquí no solo hay que ceñirse a las norteamericanas, aunque sean las más proclives a estos planteamientos). Se habla de “ellos”, unos seres se entiende espaciales, procedentes de otras civilizaciones, dotados de la capacidad de ofrecernos una segunda oportunidad. Dioses que pasan de mitológicos a vecinos de planeta o galaxia. Siguen siendo más poderosos y magnánimos que nosotros, simples mortales… o no. Aquí Nolan vuelve con ese cuestionamiento de la habilidad para comprender y resolver problemas del ser humano. Hay esperanza después de todo.

edf7fbeead1724656be2c078b1e3dd62Hay veces que hasta él se sorprende de lo que está viendo.

Pero, ¿cómo se logra todo esto? ¿Llega con filántropos decididos a conservar todo lo bueno de la humanidad, sin aspiraciones personales? ¿Hay espacio para el happy ending? La respuesta a estas tres preguntas no sería fácil para el humano común, pero no está fuera del alcance de los hermanos Nolan como guionistas, de Matthew McConaughey como protagonista y del propio Christopher Nolan como director. Hace falta retorcer la trama y confiar en la complicidad del público, pero es posible y todo quedará explicado. Labor nuestra es comprar esa explicación.

La habilidad del narrador

A Christopher Nolan le gusta tomarse su tiempo para contar historias. Las últimas cuatro películas que ha dirigido duran un promedio de 158,5 minutos. Necesita margen para presentaciones extensas, construir al héroe, sus pérdidas (esposa fallecida, carrera profesional, relación con su hija) y sueños. Aplastarnos con sensaciones, dejarnos claro por qué el mundo tiene fecha de caducidad o colar reminiscencias y referencias que van desde “Armaggedon” a “El árbol de la vida” pasando inevitablemente por “Gravity, una especie de recopilación del último cine norteamericano con mínima relación temática.

Una vez se han plantado los cimientos, aparece una inteligente mezcla de acción y drama. Aquí el trabajo con el sonido es brillante para apoyar el ritmo de la película. Nolan, no se le puede negar, se ha acostumbrado a asegurarse de que nos cunda la entrada. Vamos a pasar un largo rato sentados delante de la pantalla y es necesario el equilibrio. Los puntos álgidos, clímax desperdigados, explicaciones, duelos interpretativos, para que, estemos de acuerdo o no con “Interstellar”, la sensación no sea la de un chicle estirado hasta que ya no tiene ni sabor.

43aaf5a994afc8992f92eeec271c9b54El amor paterno-filial ejerce como teórica motivación del héroe.

La ley de Murphy como motor

En el mundo planteado en cualquier film podemos aceptar lo que sea. No hablamos de realismo sino de coherencia. Nos estamos moviendo en el terreno de la ciencia ficción, por lo que entre viajes en el espacio, en el tiempo y el baile de dimensiones, hay lugar para que la relatividad sea la protagonista. La expedición liderada por Matthew McConaughey (el piloto Cooper) se enfrenta a una parada donde cada hora perdida supone 7 años en la Tierra, lo que genera un arduo debate en el que hay que valorar cuánto dejamos ir en cada error cometido.

La ley de Murphy es tan buen referente como cualquier otro. Su fama ha traspasado fronteras y todos los espectadores la podemos interiorizar fácilmente. Nolan, muy listo él, le da una pequeña vuelta y la convierte en “si algo tiene que pasar, pasará”; un claro intento de quitarse responsabilidad, que nos relajemos ante lo inevitable. No puede ser. Toca rebelarse contra la incoherencia.

a27924c25ec633ba341fdaf1d5342770Buscamos otro mundo o solo nos preparamos para el giro.

Todos los planteamientos son aceptables, se puede proponer la realidad más irreal, siempre que todo encaje dentro de la lógica propuesta. Pero llegado el momento de la verdad, también el cineasta y los guionistas deben aceptar las reglas y no venirse abajo en el momento de la verdad. Hay que tener valor para dejar ir a ciertos personajes, no buscar apresuradamente después de más de dos horas y media una resolución improbable para, sin ánimo de desvelar partes de la trama, personajes que han tenido su oportunidad.

Para terminar, y continuando con la idea de no introducir spoilers, solo decir que en una película que intenta ser tan grande, apariciones como la de Matt Damon (no diremos en qué papel para no fastidiar nada) solo sirven para que los guionistas cuelen ciertas “reflexiones” sobre la humanidad que en poco o nada ayudan a “Interstellar” (Christopher Nolan, 2014).