Review: El último gran héroe (1993)

Review: El último gran héroe (1993)

Escrito por Pedrinho

Leer es bueno, eso lo tenemos todos claro. No, no me refiero a ningún tipo de clásico o ladrillo de más de 800 páginas. No, me refiero a leer en Internet todo aquello que nos interese. Unas lecturas agradables que uno puede encontrarse más cerca de lo que esperaba. Yo, por ejemplo, me he entretenido leyendo la review de “Ted” (id, Seth McFarlane, 2012) hecha por un compañero en este proyecto de Spoiler.Colorvamp.

De esa lectura he sacado dos claras conclusiones: por un lado, el cine es un lujo lo bastante caro como para andar derrochando el dinero que cuesta la entrada (ya un pico) en cualquier película; por otro, que, como hizo el creador de “Padre de Familia”, yo también quiero darle un homenaje a las películas de mi infancia-adolescencia. Así que como mis posibilidades de homenaje no van más allá de las líneas que cada semana dejo en esta página web, en esta ocasión las vamos a dedicar a un título que me arranca una sonrisa cada vez que me acuerdo de él: “El último gran héroe” (Last Action Hero, Michael Kaman, 1993).

photo_9978.jpegTú cara me suena

Ahora que ya sabes sobre qué va a girar esta review, es decisión tuya volver a Google y buscar otra cosa que te interese más o leer hasta el final este homenaje en texto. Eso sí, hagas los que hagas, es bajo tu completa responsabilidad.

A todos nos gustaba Arnold Schwarzenegger

Evidentemente, algo tenía que ver con el hecho de estar cruzando la adolescencia, el tráfico exagerado de hormonas y la poca paciencia, lo que anula casi por completo el sentido común, pero que levante la mano aquel que no haya visto “Terminator” (The Terminator, James Cameron, 1984), “Desafío Total” (Total Recall, Paul Verhoeven, 1990), “Conan el Bárbaro” (Conan, The Barbarian, John Milius, 1982) o hasta “Los gemelos golpean dos veces” (Twins, Ivan Reitman, 1988) y “Poli de guardería” (Kindergarden Cop, Ivan Reitman, 1990). Sí, hasta por aquellos tiempos entendíamos que los registros del bueno de Arnold se reducían a la mano con la que daba la bofetada o al tipo de camiseta con la que disimulaba (con poco éxito) sus músculos de culturista, pero la combinación de esa cara de piedra, los chascarrillos de tipo duro y su habilidad para encender un puro terminaba por llegarte muy dentro. No lo niegues, ese 'Sayonara baby' te llegó al alma como al resto de la humanidad.

Por eso, si te habías visto todas sus películas, incluida esa de “Hércules en New York” (Hercules in New York, Arthur Alan Seidelman, 1969) en la que lucía cuerpo de Míster Olympia por primera vez, ¿cómo te ibas a quedar sin verlo haciendo de sí mismo en una broma/parodia de todas las películas de acción? Imposible, sobre todo tras escuchar ese “Big Gun” que AC/DC había preparado como tema central de la banda sonora. Más que imposible, así que ibas de cabeza al cine (además, por aquellos tiempos no dolía tanto pagar la entrada).

photo_9293.jpegArnold a los dos lados de la pantalla

Lo bueno de reírse de uno mismo

Cierto que en la adolescencia lo de reírse de uno mismo aun era una capacidad que no habías desarrollado (algo relacionado con la falta de sentido común que mencionábamos antes), lo que no es una crítica, sino más bien un hecho (en aquellos años estábamos más preocupados de reírnos de los demás). Sin embargo, sí que estábamos más que dispuestos a ver a Arnold Schwarzenegger parodiarse a sí mismo en una película en la que se cruzaba esa famosa cuarta pared, permitiendo viajar a los personajes de la ficción (la película dentro de la película) a la realidad (realidad que sigue siendo ficción desde fuera de la película) gracias a una entrada mágica. Una película como “El último gran héroe”, donde abundan las bromas sobre un mundo en el que jamás había existido Arnold, con lo que Stallone hacía de Terminator y el actor nacido en Austria no llegaría jamás a Gobernador de California, tema que no se trata en el argumento porque todavía no había sucedido.

photo_5823.jpeg¡Abróchate el cinturón, no quiero tener que usar esto!

La magia del cine

Siguiendo el mismo estilo de “La historia interminable” (The Neverending Story, Wolfgang Petersen, 1984), otro de los clásicos de la infancia-adolescencia, “El último gran héroe” está protagonizado por un niño que, por obra y gracia de una entrada mágica, una entrada que el propio Houdini le dio al propietario (Ian McKellen) de ese cine en el que el chaval pasa tantas y tantas tardes, termina metido en ese mundo del que no se ha perdido ni una sola de sus escenas. Así, de pronto, se encuentra en el mundo que quedaba al otro lado de la pantalla, junto al gran Jack Slater, persiguiendo a los malos o escapando de ellos, cruzándose en la comisaría con personajes de dibujos animados o incluso con personajes de otras películas, donde hay que darles un punto la aparición del T1000 de “Terminator 2: el juicio final” (The Terminator 2, James Cameron, 1991) o por ese Hamphrey Bogart en blanco y negro con su gabardina y sombrero. Múltiples señales de la fantasía instalada en esa realidad, algo que el niño, Danny Madigan (Austin O'Brien), quiere hacer ver a Jack Slater todos esos detalles, pero el policía, una mezcla de Harry El Sucio y Mel Gibson en “Arma Letal” (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987), con todos los tics habituales en estos polis que resuelven las cosas con mucha mano izquierda (y también con mucha derecha, para qué negarlo), disparan antes de preguntar y a pesar lo mucho que les grita el comisario, todos saben que son buenos policías.

photo_7096.jpegEsa es la cara de la ilusión

Poniéndonos en plan psicológico, podríamos pasar por encima de todo lo que resulta más evidente (explosiones, disparos, malos con pinta de malos,...) y reducirlo todo a los arquetipos y esquemas subyacentes. Esos esquemas con los que trataríamos de explicar por qué un niño de familia monoparental pasa las tardes en el cine porque su madre trabaja, que también nos servirían para elaborar una teoría sobre el etnocentrismo cultural (mi realidad es mi realidad, la tuya siempre será la fantasía, racional o no) tan de moda, aunque no lo sepamos en estos días, además... ¡para, para, para! ¡qué esta es una peli de Schwarzenegger! ¡nada de rollos psicológicos!

Ok, pues continuemos.

photo_5364.jpeg¿Ser o no ser, "Suachenaguer"?

Un batido de gags dignos de elogio

Dejando de lado las virtudes o carencias meramente cinematográficas, sin olvidar que estamos ante un producto pensado básicamente para el entretenimiento, si por algo vas a recordar “El último gran héroe” es por esos múltiples gags, pequeños homenajes y parodias de las películas de policías. Sí, mucho antes de que “Scary Movie” hiciera de las parodias una broma de mal gusto, ya existía “El último gran héroe” (Last Action Hero, Michael Kaman, 1993), un film en el que los malos lanzan cartuchos de dinamita sacados de una caja de marca ACME, en el que Schwarzenegger protagoniza un trailer de una delirante versión de “Hamlet”, en el que las explosiones de los coches son tan cómicas, pero deliberadamente cómicas, como lo son en cualquier otra película con persecuciones, aunque en este caso la intención no era nada cómica,... así una larga lista de detalles que te harán decir muchas veces eso de ¡ey, qué bueno ha sido eso!

Sí, está claro que el conjunto no alcanza las cotas de obra cumbre de la historia del cine, pero tampoco esa era la intención. A fin de cuentas, nos quedamos con los detalles, porque ¿qué es la vida sino una sucesión de detalles?