Review: Trainspotting (1996)

Review: Trainspotting (1996)

Escrito por kane

Un director británico irrumpió en la escena internacional después de dos buenos trabajos de debut. Su nombre era Danny Boyle, y nos trajo una película que hablaba de las drogas, pero su discurso poco tenía que ver con los clásicos dramas sobre una temática difícil de digerir. Con un aire nuevo, un montaje a golpes de ritmos ochenteros, unos personajes llenos de matices y a cual más disparatado, Trainspotting (id, Danny Boyle, 1996) supuso un soplo de aire fresco para el nuevo cine que el director nos iba a ir planteando a lo largo de su carrera.

La película nos habla de un grupo de perdidos adolescentes que están enganchados a la heroína. Estos viven totalmente alejados del mundo y su relación con la sociedad es difusa y diferente comparados con chicos de su edad. Mark Renton (Ewan McGregor) es uno de ellos y pretende salir de esa vida como sea. El problema es que le encanta su vida, y porque fuera de ella no hay nada que le interese. Rodeado de amigos, enganchados como él, descubrirá que lo mejor es escapar del lugar donde vive para empezar de nuevo, pero antes deberá pasar un tortuoso proceso de desintoxicación para escapar limpio de esta situación.

photo_9515.jpegUn grupo de amigos poco habitual.

Repasando algunas películas que tratan el mismo tema, me viene a la cabeza la tan sobrevalorada "Requiem por un sueño" ("Requiem for a dream", Darren Aronofsky, 2000). Si las comparamos, la británica gana por goleada, porque no pretende marcar al espectador más de lo necesario, no pretende hacer un discurso melodramático para adolescentes y quedarse en "qué malas son las drogas" con una estructura pop.

Trainspotting es sincera, se mueve entre el drama y la comedia, y no se puede negar que consigue llegar al espectador de una forma aplastante. Las secuencias dramáticas están envueltas en un aire tan cómico, que ver una película tan dura como esta se convierte en una delicia, al contrario que la de Aronofsky, que pretende cambiar la mente del espectador a base de un logrado planteamiento visual, pero que no llega más lejos.

Actores perfectos

Para una producción de estas características, el director se supo rodear de buenos actores, o por lo menos de un grupo que da la talla para los papeles encomendados. Un genial Ewan McGregor es el conductor de la trama, se mueve entre el gusto por lo que tiene y por tener unos amigos que le siguen, y el saber que agota su vida si no la cambia. Un esquizofrénico Ewan Bremner, que por su particular físico le hace ser una comedia en persona y el mejor amigo de McGregor. Por otro lado el filósofo y místico, pero igual de enganchado que ellos Jonny Lee Miller, que rebosa sabiduría y salvajismo en cada escena en la que participa. Por último el típico amigo que odia las drogas, pero que el alcohol y la violencia que esconde le hace ser implacable para el resto, a ninguno le gusta el personaje de Robert Carlyle, pero le tienen tanto miedo que prefieren escuchar sus sermones y aguantar sus peleas, antes de dejarlo fuera del grupo.

Un grupo perfecto de protagonistas que hacen de Trainspotting una película que engancha, que retiene al espectador sentado hasta su último segundo, y que hizo que fuera una de las películas más vistas de su año. Este trabajo supuso un antes y un después en el cine de Boyle, al que ahora se le exige mucho más en cada una de sus producciones y en las que todavía no ha llegado a alcanzar el nivel mostrado con Trainspotting - a pesar de buenos intentos como La playa (The Beach, 2000), 28 días después (28 days Later, 2002) o Slumdog Millionaire (id,2008).

photo_8591.jpegRenton no quiere ser una persona normal.

Este grupo perfecto de actores demuestra con cada paso que da que no tienen ningún tipo de aspiraciones en la vida, que el mundo normal no es para ellos, y que las drogas son las que los evaden de todo lo que no quieren ser, ni parecerse. La realidad para ellos es confusa y está llena de imperfecciones, y  por eso no quieren formar parte de ella. La violencia de algunas escenas de la película, el humor con las que están tratadas, el punto onírico de alguna de ellas, hacen de Trainspotting un verdadero "viaje" para el espectador por los más bajos fondos del mundo de las drogas y de la más baja calaña escocesa.

Banda Sonora exquisita

Una película como esta no podía dejar pasar un aspecto tan importante como su banda sonora. Boyle supo elegir muy cuidadosamente el repertorio con el que acompañar las imágenes que mostraba. Cada una de las secuencias más recordadas de la película está acompañada por un tema elegido para la ocasión. Los ritmos de Iggy Pop, David Bowie o Underworld se suceden para crear la atmósfera necesaria que requiere el film. ¿Quién puede olvidar la escena en la que Renton es absorbido por la alfombra mientras suena Perfect Day de Lou Reed? Sencillamente antológica.

photo_8842.jpegUn mal "viaje" puede dejar secuelas.

Con un estilo muy particular, con secuencias muy rápidas, montadas a golpe de música disco y del mejor pop, la cinta compone un retrato de la sociedad actual, de la que los protagonistas no quieren formar parte. Un retrato atroz y duro, pero al que no le faltan toques cómicos y ácidos, a la vez que absurdos, todos movidos por las proyecciones de los personajes mientras se "colocan". Todo ello sirve para convertir la película de Boyle en un producto de culto, acompañado en su año de estreno por una promoción acorde con la estética de la película. Una historia polémica y diferente, que ha quedado para la historia como una de las películas que mejor ha reflejado el tema de la adicción a las drogas en la gran pantalla, y dejando en buen lugar una maravillosa adaptación de la novela de Irvine Welsh de 1993. 

Controvertida y admirada, criticada y halagada, todo a partes iguales, Trainspotting (id, Danny Boyle, 1996) supuso un empujón para el cine de los 90, y nos mostró a uno de los directores más interesantes de los últimos años.