Review: La Lengua de las Mariposas (1999)

Review: La Lengua de las Mariposas (1999)

Escrito por Lucero

"La Lengua de las Mariposas" (José Luís Cuerda, 1999), adaptación de unos cuentos de Manuel Rivas, constituye uno de los mejores ejemplos que el panorama cinematográfico español puede brindarnos acerca de la sociedad más elemental y primaria del breve periodo republicano (1931-1936): la de los niños, y la educación y los valores que en ellos instruyó todos los bienes intelectuales y culturales de la República, que en este caso están ejemplarizados por un profesor letrado y republicano. El film comienza con una secuencia de créditos que se transponen con una serie de imágenes de época: mujeres limpiando a la orilla del río, niños jugando, pescadores amarrando sus redes, agricultores, una cabalgata de cabezudos, etc. Retratos de la vida cotidiana que sirve de unión entre la realidad y la ficción de la película, y que nos viene a advertir lo siguiente: si bien lo que se cuenta es ficción, la historia de "La Lengua de las Mariposas" ocurrió en muchos rincones de España.

La acción transcurre en un pequeño pueblo gallego donde Moncho (Manuel Lozano), un niño inocente e imaginativo, se incorpora a la escuela tras una larga enfermedad. El muchacho teme que comenzar el colegio porque recela de que el maestro le pegue. Teme a los maestros "antiguos", pero no sabe que va a encontrarse con el maestro de la República, el maestro ilustrado, Don Gregorio (Fernando Fernán-Gómez). Es la primera vez que Moncho se separa de su madre, y es la primera vez también que entra en sociedad, a una edad vital: la edad de la inocencia, cuando uno se empapa de todo lo que se ve, lee y escucha.

photo_2068.jpegCartel de la película "La lengua de las mariposas" (1999)

En un ambiente de crispación social

La película no tarda en mostrarnos la realidad social de la República. En una de las primeras escenas, la madre de Moncho (Uxía Blanco), con su hijo delante, charla con otras dos mujeres. Una de ellas avisa "¿lo habéis oído?, dicen que en Barcelona los republicanos han empezado a quemar las iglesias", a lo que la otra contesta: "qué te puedes esperar de los republicanos". La madre de Moncho, defensora de la República, pero muy religiosa, advierte que los republicanos "no queman iglesias", y que, gracias a la República, "podemos votar las mujeres". La primera mujer, que ejemplariza la clase tradicional y conservadora del régimen, contesta, con altanería, que a ella "le da igual votar, que a quien piensa votar es a Cristo Rey". La cuestión del voto de la mujer en el régimen republicano se muestra sutilmente en esta escena que puede pasar desapercibida: a la mayoría de las mujeres no les importaba el voto, debido a la fuerte influencia que tenían de la Iglesia, reaccionaria a la República. Sobre la influencia de las mujeres, el padre de Moncho (Gonzalo Uriarte), el sastre del pueblo, le recriminará a su esposa: "tú vas a misa a rezar, pero los curas... los curas no".

Y es que los curas son reacios ante todo lo que suene republicano. "Empezar a ir a la escuela y torcérsele el interés, todo ha sido uno", le recrimina el cura del pueblo al maestro sobre Moncho, que "iba para monaguillo". Se muestra en esta escena además el comienzo de crisis de identidad que comienza a experimentar el joven protagonista, a caballo entre las viejas costumbres conservadoras y religiosas y el aire nuevo que le insufla el maestro, aire de progreso, de saber y de ilustración. 

Naturaleza y sabiduría

photo_4545.jpegLa educación que imparte el maestro se basa en el conocimiento científico, en la biología y en la naturaleza.

En ello se basa la mágica educación que Don Gregorio imparte entre sus alumnos. La naturaleza y la visión y contemplación de la naturaleza es una constante en la película, y simboliza, a la par que apertura de los niños al mundo exterior, la integración de la República con el conocimiento científico y biológico, ejemplarizado en el adelanto que va a suponer ese microscópico que nunca llega desde Madrid, pero que sólo lo hace al final, cuando a la República y a su cultura ya no les queda apenas tiempo. Porque la Segunda República nació con un programa de reforma global del sistema educativo que incluía la construcción urgente de escuelas, la dignificación del maestro con un aumento sustancial de sus retribuciones, el establecimiento de un sistema unitario de enseñanza y el fomento de una pedagogía activa y participativa, en una concepción laica de la enseñanza. Don Gregorio, el maestro de la película, ejemplariza esos nuevos aires de la educación republicana. El maestro, así, con sus buenas artes, se esfuerza por educar a unos niños a los que aporta sus experiencias como maestro y sus ideas como republicano. Se plantea aquí la siguiente parábola: un maestro de ideas republicanas en un pueblecito perdido, de ideología hostil a la República, en los albores de lo que sería la trágica Guerra Civil Española.

La mayor de todas las tragedias de la Historia de España

Y cuando estalla la sublevación, todos los valores que un día Moncho aprendió (y, en extensión, todos los niños de la República), murieron para siempre. Así, una vez ha comenzado la guerra, la familia protagonista no tarda en hacer borrar todas las huellas que un día hicieron de ésta una familia Republicana. Se deberá seguramente al contexto histórico de la zona gallega en la sublevación de la Guerra Civil, que le fue arrebatada a la República rápidamente, y sin casi resistencia. La madre corre a quitar el cartel de la República en la sastrería del padre, y el pueblo es tomado rápidamente por los que apoyan a los sublevados. El sastre, triste y melancólico, tira su carnet de republicano a la hoguera junto con periódicos de ideología izquierdista. "Si alguien te pregunta, Andrés, dile que papá nunca habló mal de los curas, y que nunca ha sido republicano". 

La escena final de la película muestra a un pueblo tomado por los falangistas, que se llevan a los presos republicanos entre gritos de ¡arriba España!, y entre el gentío que quiere ver el espectáculo. Allí está la familia de Moncho, para no levantar sospechas. Los presos desfilan a grito de rojos y traidores, y la madre le obliga al padre a gritar también: "traidores, criminales, rojos".

photo_2606.jpegProbablemente la imagen más desgarradora de la película. El padre de Moncho, republicano de pro, debe de guardar las apariencias y condenar a sus antiguos compañeros de ideología.

Entre los presos está Don Gregorio, ese afable maestro que enseñó a sus alumnos la verdadera educación. La mirada de Moncho hacia su antiguo maestro, dura e inflexible, significa el fin de esa ilustración republicana, acompañada de los gritos desgarradores de un hombre que tiene que condenar a estos que se van presos (el padre) pero que en realidad quiere irse con ellos.

photo_9783.jpegDon Gregorio se va preso, posiblemente a una muerte segura, yéndose con él todos los ideales que hizo brotar en Moncho y en el resto de sus alumnos.

Finalmente, Moncho también grita lo que su padre, apagándose la luz de la República dentro de él, lanzando piedras contra los "rojos asesinos" y escupiendo todo aquello que el maestro, que la República, le ha enseñado. Es así como España renegó de su democracia, a golpe de piedra, a golpe de una Guerra devastadora. Olvidándola y despreciándola, como el joven Moncho hace con la espiritrompa, la lengua de las mariposas (que un día le enseñó Don Gregorio ), que grita mientras lanza una piedra a aquélla España que intentó enseñarle a ser libre.

photo_9110.jpegA golpe de piedra, Moncho borra las enseñanzas que un día le inculcó un hombre que se va preso a grito de "rojo traidor". La de esta generación de niños es una tragedia mucho mayor que la propia Guerra.