Review: Aguirre, la cólera de Dios (1972)

Review: Aguirre, la cólera de Dios (1972)

Escrito por Lucero

"Aguirre, la cólera de Dios" (Werner Herzog, 1972) es probablemente única gran película que tenemos sobre la empresa de conquista más grande llevada a cabo por el hombre: la conquista de América. Pero en esta película no se verán, en ningún momento, arduas y crueles luchas contra los Indios, ni la conquista de sus maravillosas ciudades. No.  "Aguirre, la cólera de Dios", es un retrato de la ambición humana llevada al extremo de la misma locura, ambientado en un escenario donde fue precisamente la ambición aquello que promovió la conquista.

photo_2811.jpegCartel de la película "Aguirre, la cólera de Dios" (1972)

En busca de El Dorado

En una maravillosa ambientación, en los escarpados montes del Perú milenario (aquel que vio nacer la más grande civilización andina prehispánica) la escena inicial del film de Werner Herzog sumerge al espectador en los albores de un accidentado viaje que durará noventa minutos. Porque la película en sí es una marcha continua e inquebrantable hacia lo más hondo de la condición humana; la codicia, el deseo, la fama y el poder. El protagonista, Aguirre, en una interpretación memorable del otrora excéntrico Klaus Kinski, un rudo soldado que anhela encontrar El Dorado, simboliza y aglutina todos aquellos motivos por los que el hombre de una Europa a caballo entre el Medievo y la Modernidad decidió salir de su continente y poner pie en tierras inhóspitas e inexploradas. Y es que es precisamente la búsqueda del "príncipe dorado" y su reino o ciudad recubierta de oro lo que motiva de principio a fin esta película, que comienza en los escarpados montes peruanos y termina perdida en el Amazonas. El primer comandante de esta expedición es Gonzalo Pizarro (familiar del héroe que descabezó el poderosísimo imperio Inca), quien llegado un momento en que la expedición no puede continuar unida, decide que dos mitades irán por caminos diferentes, y que se reunirán en un punto en concreto. De esta manera, mientras él se coloca al frente de una mitad, a la otra la encabeza con el noble Pedro de Ursúa y el bravo y experimentado soldado Lope de Aguirre.

photo_8575.jpegLa expedición que comanda Aguirre decide desobedecer a Pizarro y seguir la búsqueda de El Dorado por cuenta ajena.

Pero esta segunda mitad del grupo inicial pronto decide desobedecer las órdenes de Pizarro y resuelve encaminarse a la búsqueda de El Dorado por su propia cuenta, atravesando el Amazonas. Y aquí es cuando comienza la bajada a los infiernos, y donde entra la voluntad de Lope de Aguirre en su primera faceta (veremos varias) de Caronte, el barquero del Hades. El soldado representa de esta manera al barquero que en la mitología griega llevaba a las almas al Inframundo. En esta analogía, su Hades es el propio Amazonas y la utopía de la ciudad de oro no es otra cosa que el Inframundo griego; aquello a lo que va encaminado Aguirre y su séquito.

Una bajada a los infiernos

El hilo conductor del film no supone tanto el relato de Gaspar de Carvajal (que acompaña a la expedición y quien, en voz en off, narra las desavenencias a las que se enfrentan), sino más bien es el río Amazonas, en su condición de guía, de nexo de unión entre los aventureros y la tierra inhóspita que penetran, quien se nos presenta como actor principal, más allá de la actuación de los protagonistas. El río, a veces callado y taciturno, a veces bravo y asesino, simboliza en esta película el medio por el cual decíamos los afanosos expedicionarios viajaban a lo más profundo de su ambición, en una relación de quid pro cuo que Herzog, el maestro alemán del cine de los setenta, presenta de la manera más excepcional posible: cuanta mayor es la ambición, más se adentra Aguirre en la profundidad de la selva, mayores son los peligros y, en un esplendoroso soliloquio final, mayor es la locura y peor es el final: muerte, soledad y fracaso más absoluto.

photo_7214.jpegAtravesándo el Amazonas en una balsa, la expedición tendrá que enfrentarse a multitud de peligros procedentes de la selva; así como a la propia ambición que va minando la cordura de los aventureros.

Una película de terror shakesperiano

El desarrollo se presenta de forma lenta, pausada, los diálogos teatrales, a veces vacíos del todo (casi irrisorios) y otras fuertes y poderosos, shakesperianos. La película es densa, en su mayoría, si bien hay escenas de viveza, de acción inusual. Pero la acción es de las palabras y de los hombres y no de la aventura, es decir, es una acción teatral: la voz de los hombres, su convicción, puede más que los hechos. No hay escenas de lucha, no hay apenas batallas, y los indígenas a los que se prevé conquistar prácticamente no aparecen. Son espejismos de la locura de Aguirre, ecos contra su ambición, sombras que recuerdan que aquel viaje lo hacen contra todo aquello que pretenden tomar. Pero más allá de ello no se ven, y tampoco se echan en falta. Porque un viejo axioma cinéfilo dice que el mayor terror es el que no se ve sino el que se intuye. Tras una puerta, tras una cortina o en este caso tras la selva, el indígena surge como Norman Bates en la famosa escena de "Psicósis", la obra cumbre de Hitchcock. Aparece sigilosamente, es una sombra que amenaza continuamente y contra la que no se puede hacer nada: la flecha te la clava antes de que te des cuenta de su presencia y los cañonazos, inútiles, sólo espantan a los pájaros a los que Aguirre decía poder hacer caer de los árboles si quería. Así, en esencia, ésta es una película de terror, pero no de terror al uso, ya que el principal enemigo de los protagonistas no es el indígena sino más bien su propia condición humana, la ambición desmedida, que se muestra en forma de río interminable y de utopía inalcanzable. Es El Dorado, de esta manera, el principal objetivo y el principal enemigo, pues su búsqueda conlleva la locura y la muerte.

photo_2791.jpegKlaus Kinski, un actor de mirada profunda y enigmática, ante probablemente el mejor papel de su carrera, Lope de Aguirre.

"Aguirre, la cólera de Dios" es una película de multitud de matices, que quizá no esté hecha para un tipo de público que espera encontrar en un proyecto como este la acción y la rudeza de la empresa de conquista por parte de los españoles. No, aquí nos encontraremos con un relato digno de Shakespeare, donde la acción transcurre en forma de soliloquio. Al comienzo de esta review dije que ésta es la mejor película sobre la conquista de América, y lo sigo reiterando: nunca el cine se había acercado tanto a cuanto produjo en los hombres el descubrimiento de tan vasto y rico terreno. Herzog reproduce, con maestría, la muerte por ambición.