Review: Ted (2012)

Review: Ted (2012)

Escrito por Alejandro

Seth McFarlane tiene, actualmente, 38 años (cumplirá 39 el próximo 26 de octubre de 2012) y se merece, como cualquiera con esa suerte, disfrutar en su trabajo. Por lo que parece lo logra y consigue que aquellos que lo acompañan también lo hagan. No resulta difícil imaginarse al reparto de “Ted” (Id, Seth McFarlane, 2012) teniendo que parar en medio de una escena por las risas de los presentes. Está muy bien y es muy sano que así sea, pero no es suficiente si lo que quieres es hacer una comedia, nada menos.

photo_6073.jpegTed vive su vida como uno más, con los problemas propios de cualquier ser humano.

El humor debe superar la barrera de la pantalla y contagiar a los espectadores, porque sino corres el peligro de que nazcan otras sensaciones. Las más peligrosas son el rechazo y la envidia. Rechazo porque vas al cine a ver una película del creador de “Padre de Familia” (Family Guy, Seth McFarlane, 1999-2012) y no esperas algo peor que la magnífica serie. Y envidia porque tienes la sensación de que ellos se lo han pasado genial haciendo la película y tú apenas has podido reírte un par de veces mientras te comías otra historia de un chico sin ganas de crecer, signifique eso lo que signifique, que tampoco está muy claro. Todos sabemos, además, dónde va a acabar la cuestión, por lo que es de agradecer al menos que el/los responsable/s de la cinta eviten cualquier tipo de sorpresa o giro argumental innecesario que prolongue los ya largos cien minutos de metraje.

Intenciones

McFarlane disfruta elevando a la categoría de mito a las series, películas y demás cultura popular consumida por él en sus años de infancia o adolescencia. Todo lo relacionado con los setenta, ochenta y noventa es tratado con el máximo respeto y veneración. La intención es llevar al extremo aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, dejando para la actualidad los temas más banales como los supuestos dramas sobre la madurez o los eternos problemas de pareja que tanto abundan en las pantallas.

photo_5090.jpegNo se sabe si es Ted el que arrastra a John o es John el que se deja arrastrar.

Porque John Bennet, interpretado por Mark Wahlberg, y Lori Collins, a la que da vida Mila Kunis, son una típica pareja cinematográfica. Él atado a sus costumbres postadolescentes y a sus colegas, en este caso un oso de peluche un tanto salido y desinhibido, y ella más madura y responsable en el mejor y el peor sentido de ambos conceptos. También está atada, pero en su caso al trabajo, y parece decidida a llevar adelante su relación. El romanticismo en ella es muy práctico.

Lori quiere a su pareja y va a aguantar hasta donde pueda los excesos y devaneos del niño grande que tiene como compañero con su excéntrico amigo o su enfermiza falta de ambición profesional. El premio final es un bien mayor: cambiarle lo suficiente para que se convierta en un treintañero de provecho, alguien del que sentirse orgulloso y en quien poder confiar.

Todo esto desemboca donde tiene que desembocar. En un punto medio, donde todos ponen un poquito de su parte e intentan aceptarse tal como son. Algo para lo que las exhibiciones de valor, compromiso y bondad que se les atribuyen a todos los protagonistas serán clave.

photo_1238.jpegTed, John y Lori son una pareja de 3 de difícil encaje.

La duda, como en cualquier cuento, es qué pasa después. Una vez superado el subidón y comido las perdices correspondientes, persiste la duda de cómo sería la vuelta a la rutina y a las desagradables costumbres del asimétrico trío, con drogas y responsabilidades de por medio. Supongo que eso sería material para la segunda parte, aunque puede que no resulte una comedia demasiado interesante.

Ted vs Padre de Familia

Utilizar como reclamo trabajos anteriores del mismo realizador supone un claro riesgo para cualquier película. Puedes caer en la tentación porque, al fin y al cabo, ayuda a situar al espectador y le permite hacerse una idea de lo que va a ver (algo que entiendo como negativo, aunque puede que en esto esté un poco solo). El problema llega por el lado de las expectativas que generas y a las que después hay que responder.

photo_9694.jpegEl sofá es un elemento básico en la relación de Ted y John.

En el caso de “Ted”, la comparación con “Padre de familia” el beneficio es mínimo en comparación con las desventajas. La familia más famosa de Quahog es una sombra demasiado alargada para el esforzado oso y sus compañeros de fatiga. No solo porque el humor de los Griffin vaya mucho más allá de lo meramente escatológico como en “Ted”, sino por el propio carisma de los personajes.

Peter, Lois, Brian, Meg, Chris y Stewie combinan como nadie el surrealismo, el humor fácil y físico, los dramas personales y sociales y la crítica más inteligente. “Ted”, sin embargo, no parece decidirse a dar el paso y se queda en los detalles, sobre todo, porque la historia sobre la que se sustenta tampoco da para mucho más.

El osito Ted

Atención porque lo que voy a explicar ahora parece un tanto contradictorio. Las mejores partes de “Ted” (Id, Seth McFarlane, 2012) son aquellas en las que se hace más patente la condición de osito de peluche del protagonista. Cuando se comportan como si fuera uno más y todos lo aceptan como tal, en el día a día con (Mark Wahlberg) o en sus aventuras como empleado en un supermercado, la película no se sale de una comedia gamberra más. Después de todo, también Brian, el perro de los Griffin, vive con su familia como uno más y también combina su condición de animal doméstico con la de mejor amigo de Peter, y compañero de borracheras, o la de culto un tanto snob.

photo_8055.jpegTed nunca se olvida de que no es más que un osito de peluche.

Cuando el propio oso utiliza su propia condición para explicarse es cuando de verdad podemos intuir el genio de McFarlane. No me resisto a mencionar sus charlas con su jefe o el cameo de Norah Jones. En un momento que se supone de transición hacia la declaración de amor del protagonista, escuchamos como Ted, en realidad una celebridad venida a menos, habla explícitamente de sus relaciones con la cantante. Un destello de aquello a lo que nos acostumbró con sus productos televisivos y que tanto echamos de menos a lo largo de “Ted”, limitada a mero entretenimiento de McFarlane y película olvidable para los demás.