Reflexiones sobre La Sirenita con resaca de Año Nuevo

Reflexiones sobre La Sirenita con resaca de Año Nuevo

Escrito por alejandro

Han pasado ya un par de semanas desde el 1 de enero y todavía sigo dándole vueltas… ¿por qué no le haría caso a reyloren? Todos sabemos que el día de Año Nuevo no es momento para dar trabajo a nuestros cerebros. En mi familia ni siquiera nos juntamos para una comilona y así cada uno supera los excesos de la noche en calma, tirado en el sofá, bien tapadito y con una película de fondo para acompañar esa nebulosa duermevela. Como soy un nostálgico cabezota, en lugar de dejarme aconsejar por mi compañera (algo que corregiré inminentemente con “A propósito de Llewyn Davis”), me dejé envolver por la teórica magia del universo Disney con “La Sirenita” (The Little mermaid, Ron Clements y John Musker, 1989). El resultado fue la muerte definitiva de mi infancia y una dolorosa manera de comenzar el año. Si me hubiera quedado con “Harry Potter y la cámara secreta” (Harry Potter and the chamber of secrets, Chris Columbus, 2002) nada de todo esto habría ocurrido…

1a0d44a2f9fa7cad03b5d9bac8c278b2Ariel se enamora perdidamente de la cara bonita de Eric.Para no parecer una especie de Grinch integrista, reduciré mis quejas a una descripción y una comparación, no vaya a ser que sea acusado de crímenes contra la humanidad.

La descripción

“La Sirenita” es una película de sobra conocida, así que vamos a suponer que todo el mundo que esté leyendo esto la conoce perfectamente. La secuencia de acontecimientos es la siguiente. Ariel es una sirena que se siente atraída por todo lo humano. Un día se cruza con el naufragio de un barco y una de las víctimas es el, a sus ojos, apuesto príncipe Eric. La sirena salva al desdichado muchacho y lo deja en una playa. No llegan a cruzar una palabra, porque él todavía estaba inconsciente y ella escapa cuando llegan los compañeros de Eric. Minutos más tarde, su padre la sorprende en el escondrijo donde guarda sus “tesoros de humanos” y le prohíbe cualquier tipo de contacto (tampoco es un prodigio de educación el monarca, que todo hay que decirlo) con esa criatura pseudodemoníaca que se alimenta de peces y no respeta al mar. Ella, desolada, le responde, y cito textual porque lo anoté en el momento para que la memoria no me traicionara, “ni siquiera lo conoces”.

¿¡Cómo!? ¿¡Qué!? ¿¡He escuchado bien o es el Año Nuevo que me engaña!?

Una cosa es el flechazo, el enamoramiento, la sensación o incluso el capricho y otro amar incondicionalmente a alguien que solo has visto una vez. La sirenita en cuestión huye de su padre y acaba accediendo a un trato con La Bruja del Mar, en el que renuncia a su familia y a toda su vida (a cambio de unas piernas cede todo y la malvada bruja no ha tenido que insistir mucho) por una persona que bien podría ser un grandísimo bluff con una cara bonita. 

7a2078cf09196e2ab00c21b2ecb9714bLa Bruja del Mar no tuvo que engañar a Ariel para lograr un acuerdo muy ventajoso.

En este punto, y antes de pasar a la comparación anunciada, conviene detenerse en el mensaje que nos quiere transmitir la película. La chica renuncia a todo por nada, la mujer sacrifica su vida por un hombre, Disney, en su adaptación, convierte un cuento con una historia bastante más compleja en un capricho de una niña que no se para a pensar, ni un instante, en la consecuencias e implicaciones de sus actos.

La comparación

Esta negociación entre princesa y bruja nos en nueva en los cuentos. A menudo se juega con los engaños que las malvadas traman contra las incautas princesas. A decir verdad, Ariel no se lo puso muy difícil a la Bruja del Mar. Gracias al cielo, incluso en esto hemos avanzado un poco y existen cosas como Pixar y películas como “Brave, indomable” (Mark Andrews, Benda Chapman y Steve Purcell, 2012). En ella, la princesa Mérida también se opone a los designios, en su caso, maternos. Sin embargo, su petición a la bruja es un cambio en su madre. Su intención es que ésta acepte y respete sus decisiones, en lugar de entregarlo todo por el aquí y ahora de la prota de “La Sirenita”.

ada089e8845ea6c48bf68484bd8de3c7Mérida sí puede considerarse engañada y lucha por corregir sus errores.

La resolución de ambas tramas sigue la misma línea abierta en estas negociaciones princesa-bruja porque mientras Ariel acaba diciendo: “Papá, lo siento, yo no quería” (¿¡Cómo!? ¿¡Qué!? ¿¡He escuchado bien o es el Año Nuevo que me engaña!?), Mérida llega a medirse, espada en mano, a su padre cuando iba a matar a su madre convertida en oso. Como último apunte, mientras en “La Sirenita” es Eric el salvador final de la situación, en “Brave” son madre e hija las que acaban con el gran oso Mordu, otro pequeño matiz que introduce un ligero cambio de roles que ya clamaba al cielo en la mayoría de películas de príncipes, princesas, reyes, brujas y demás fauna.

Bueno, que menos mal que el día 1 acabó y pude empezar el año, como mandan los cánones, al día 2.

                                                                                               Fin

Jajaja si por algo era que recomendaba a Harry Potter y no a Ariel... La verdad es que La Sirenita (lo que recuerdo de ella) es una de las princesas más sosas y menos creíbles del universo Disney. Pero como a muchos nos pilló siendo niños interviene el factor nostalgia y entonces nos entra la locura de querer volver a verla. Pero hoy, con nuestra edad y nuestra experiencia, creo que sólo se salva el cangrejo... O ni eso ;)