Mimetismo: Tootsie o lección de biología animal

Mimetismo: Tootsie o lección de biología animal

Escrito por pedrinho

No me voy a poner a desvelar secretos, pero os puedo asegurar, a vosotros, a los que estéis leyendo este texto (que alguno seguro que hay), que detrás de la cara visible de Spoilercat hay un plan, una organización, una dirección que guía parte de nuestros pasos. Como consecuencia de esa estrategia, me tuve que enfrentar con el mimetismo con las mismas herramientas que cualquier estudiante aplicado: Google e Internet (no me da tiempo a ir a la biblioteca).

Fue así, sumergido en el océano de las redes, haciendo parada en los puertos web de la Wikipedia, la RAE o el diccionario de biología, como me quedaron claros los matices de la definición de mimetismo, que, por mucho que todos pensemos en un camaleón en cuanto se menciona este término, lo que este reptil hace no es mimetismo en realidad y, lo más curioso de todo, que el cine es una vía ideal para entender en toda su magnitud las posibilidades y retos de este arte de supervivencia. 

360398978a8d44257ad03f65a64640d2¿Qué estás viendo?

¿Alguna duda? Pues guardarla para el final de la clase

Clase de biología: el mimetismo

Al hablar del mimetismo, sobre todo para los que no somos unos eruditos de la biología animal, es importante aclarar, antes de nada, que lo que hace el camaleón es algo distinto. El recurso que utiliza el reptil de los ojos locos es la cripsis, que consiste en asemejarse al propio entorno para aumentar las posibilidades de supervivencia. El mimetismo, en cambio, implica la copia de otros miembros de su entorno, pero no del entorno mismo. Para que nos resulte completamente clara la diferencia entre ambos conceptos, basta con recordar que la cripsis es lo que Dutch, el Mayor interpretado por Arnold Schwarzenegger, hace en “Depredador” (The Predator, John McTiernan, 1987) cuando se cubre el cuerpo de barro y se camufla en el lecho del río, impidiendo que su galáctico rival lo vea y que tampoco pueda reconocer su calor corporal. Un ejemplo perfecto de cripsis, que no sólo le sirve para darle la vuelta a película, sino para sembrar la semilla de todas las secuelas que vinieron después.

1a4883a9072c7574ceab1abdfb9552adDepredador: el rey de la cripsis

El mimetismo, sin embargo, es algo distinto. Podemos interpretarlo como un juego entre tres: el que copia, el modelo y el objeto del engaño (habitualmente un depredador). Con esta técnica, lo que busca el que copia, por regla general el elemento que lleva las de perder, es reproducir la apariencia de un modelo que cuenta con alguna característica (veneno, espinas, etc) que puede hacer que el depredador se lo piense un par de veces por lo menos antes de llevárselo a la boca. La clave, por supuesto, estriba en que el engaño sea lo suficientemente bueno como para que el depredador se lo trague y que este no tenga tanta hambre como para que le merezca la pena asumir el riesgo.

Podríamos considerar a todo el cine como un reflejo cultural de ese juego de máscaras de la naturaleza. A fin de cuentas, siempre hay uno (actor), que simula las cualidades de otro (personaje) para “engañar” a un tercero (espectador), que bien podríamos considerar un depredador teniendo en cuenta como engullen algunos las palomitas.

9ce88d29bca1da4beef90ea7710e5044Actores comportándose como personajes

¿Por qué “Tootsie”?

Sin embargo, si habéis llegado hasta Spoilercat no es para quedaros en una generalidad como esa, sino para entrar algo más en detalle. Por eso vamos a ampliar el tratamiento del mimetismo y su papel en el cine estudiando una película en el que esa estrategia juega un rol fundamental.

Podríamos escoger casi cualquier comedia romántica como ejemplo, ya que en todas ellas resulta muy sencillo plantear su esquema argumental sobre la base de un personaje que asume un rol, características o posición que no posee, comportándose como un modelo y termina engañando a un tercero. En ese grupo podemos reconocer, sin forzar la memoria, a “Sucedió en Manhattan” (Maid in Manhattan, Wayne Wang, 2002), “Los rompebodas” (Wedding Crashers, David Dobkin, 2005), “Cómo perder a un chico en diez días” (How to loose a guy in 10 days , Donald Petrie, 2003) o incluso “Algo pasa con Mary” (There's Something About Mary, Hermanos Farrelly, 1998). Lo bueno de ese planteamiento es que asegura el propio conflicto (el momento en el que se descubre el engaño) y, evidentemente, su resolución acompañada del inevitable final feliz.

4bd8f68c423cff2857e05e7250ba40afLa novia de América (en 1982)

De todos modos, no queremos escoger para una “clase magistral” como esta una película de ese tipo, sino uno de esos tesoros que creemos que no tienen el reconocimiento que se merecen. Nos referimos a “Tootsie” (id, Sidney Pollack, 1982), en la que brilla un Dustin Hoffman que, de joven, atrapaba con una fuerza que tiende a desgarrar, como si estuviera eternamente desvalido, pero sólo para darte cuenta después de que ha sido él quien te ha llevado a su terreno. Una película que tiene otro sólido pilar en Jessica Lange, protagonista femenina, a la que, sin que jamás haya llegado a entender por qué, le dieron el Oscar a la mejor actriz de reparto. ¿Sería tal vez porque Hoffman interpretaba tanto a Michael Dorsey como a Dorothy?

La función del mimetismo

La historia de “Tootsie” es sencilla, no muy lejana de la de las citadas comedias románticas. Un actor, al que sus malas pulgas le han llevado a un callejón sin salida, se disfraza de mujer para conseguir un papel femenino en una serie televisiva de éxito. Consigue su objetivo pero se enamora de la protagonista (Jessica Lange), de la que sólo puede estar cerca siendo una mujer para que no se desmonte su coartada. A raíz de ahí, surgen las dificultades y aumenta la presión, hasta que el yo termina por recuperar su sitio, al tiempo que tira por tierra todo el castillo de naipes. Todo ello muy bien llevado, sin caer en el chiste fácil y con un final Made in Hollywood, pero sin excesos, en el que todavía, a pesar de haber perdido el trabajo y la reputación, logra ir a tomar un café con su amada, pero ya sin el maquillaje cubriéndole la cara y un corsé ceñido a la cintura.

En primera instancia parece evidente el juego de roles y las relaciones a las que da lugar el mimetismo. Él, Dustin Hoffman, se vista de mujer y reproduce el comportamiento de la perfecta esposa de América (el modelo) para dejar atrás las desventajas de su especie (tipo malhumorado que confunde el tener carácter con el ser maleducado, rasgo muy común en gran parte de los concursantes de realities televisivos) y engañar a una Jessica Lange que viene a ser el depredador (con todas las connotaciones de mujer fatal que eso puede tener o referencias a la cara cruel de la atracción). Eso sería lo sencillo, pero en un segundo visionado, o tercero, que “Tootsie” da para unos cuantos, reconoceríamos que el juego del mimetismo es otro. 

f55a7bdee8bab7b784f623c66e191ad9El depredador y su presa

A nadie le resultaría extraño pensar que el verdadero depredador no es una mujer, ni un hombre, sino el destino (ese lugar predeterminado al que nos llevan nuestros actos, paradójicamente). Tampoco sería una locura pensar que el verdadero problema reside en el modelo que elegimos copiar para sobrevivir, porque si la distancia entre lo que queríamos ser y lo que terminamos siendo es muy grande, llega el error y se cae el disfraz. Un error que no sucede en la naturaleza, porque todo animal, sea cual sea su especie, sabe que eso implicaría su muerte. 

El ser humano, en cambio, comete esos errores, una y otra vez, convencido de que la vida no terminará ahí, que siempre habrá otra película, otro personaje, otro final Made in Hollywood. Michael Dorsey sí lo tuvo, pero puede que nosotros no.

Me hayas dejado más o menos clara la función del mimetismo en la biología animal, en una cosa sí me has ayudado: me has recordado que todavía no he visto Tootsie. ;)

Genial comentario, por cierto