La trilogía de 'El Hobbit': el fracaso de Peter Jackson en la Tierra Media

Hace una década no me hubiera imaginado escribiendo las palabras que vienen a continuación, pero seis películas y muchas, muchas horas en la Tierra Media después, me alegro de que se haya acabado. De que Peter Jackson haya puesto fin a sus delirios de grandeza en el universo ficticio de J. R. R. Tollkien y no queden más títulos pendientes para la cartelera del mes de diciembre. Sobre todo, me siento aliviada. Porque ya no tendré que fingir que me interesan las andanzas de un hobbit entre elfos y enanos; o que dragones, orcos y bichos varios me inspiran algo de temor; ni tendré que empujarme a la sala del cine para ver la última entrega del viaje de Bilbo Bolsón porque, cuando has disfrutado tanto con la trilogía de 'El señor de los anillos' y adorado cualquier detalle de la saga, resulta muy difícil obviar otra película ambientada en la Tierra Media. 

Pero ya está, se acabó. No más hobbit, no más anillo, no más Gandalf. La adaptación a la pantalla grande del libro 'El Hobbit' ha concluido y mi reacción, como seguramente la de muchos otros, pasa primero por un largo suspiro de alivio para, luego, cruzar los dedos con la esperanza de que a Mr. Jackson no le dé por escarbar en la biblioteca de Tolkien y adaptar otra de sus obras al cine.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cómo, después de una brillante y épica trilogía sobre la destrucción del anillo único, ganadora de 17 premios Óscar y de nuestros corazones, presente entre las películas mejor valoradas de la historia, hemos llegado a aborrecer la Tierra Media y a sus habitantes? ¿Cómo el productor, guionista y director Peter Jackson ha pasado de figurar entre nuestros cineastas preferidos a unirse a los más detestables? Es cierto que el espectador es voluble por naturaleza, pero hay razones de sobra para explicar por qué la trilogía de 'El Hobbit' ('Un viaje inesperado', 2012; 'La desolación de Smaug', 2013; y 'La batalla de los cinco ejércitos', 2014) ha cambiado las tornas del universo fílmico basado en la imaginación de Tolkien. 

1. Las novelas: 'El Hobbit' no es 'El señor de los anillos'

El primero contiene una historia que desarrolló Tolkien a partir de los relatos que leía a sus hijos. Mientras que el segundo fue concebido para un público adulto y se basa en las experiencias del autor como combatiente en la Primera Guerra Mundial. El resultado es que 'El señor de los anillos' narra una historia menos infantil y más oscura, dramática y decisiva que su predecesor. Si lees los dos libros, te percatarás de las diferencias enseguida. 

Diferencias que debería haber mantenido el estilo de la adaptación al cine. Sin embargo, no fue así. Aunque al principio apuntaba en ese sentido cuando se anunció que Guillermo del Toro sería el director, pero finalmente el proyecto recayó en manos de Peter Jackson y el neozelandés se limitó a repetir la fórmula del éxito de 'El señor de los anillos', sólo que esta vez no funcionó. 

Bilbo Bolsón abandona su hogar dispuesto a vivir una gran aventura; nada que ver con la resignación de Frodo al iniciar su misión

2. La historia original de 'El Hobbit' no da para tres películas

Sólo hace falta comparar el número de páginas de la novela de J.R.R. Tolkien con el de los tres tomos de 'El señor de los anillos' (300 frente a 1.400). Sin embargo, Peter Jackson, o quien fuera que tomara la decisión de estrenar tres capítulos, optó por llenarse los bolsillos en detrimento de la calidad. Si podían hacer caja tres veces... 

El problema es que fue necesario rellenar minutos para completar los tres filmes. Y todos sabemos que el relleno en el cine, donde el tiempo es oro, entorpece el ritmo y hace que el espectador se aburra. Asistir a 20 minutos de revuelta en las cavernas de los duendes que sabemos, o intuimos, que carecen de efecto sobre la trama, se me antoja una pérdida de tiempo.

Thorin, rey de los enanos, es el héroe de esta trilogía. Había que darle minutos para dotarle de carisma

3. A los enanos les falta personalidad

Frodo, Sam, Aragorn, Legolas, Gimli y el resto, la denominada Compañía del Anillo, formaban un grupo unido donde cada uno tenía claro qué rol desempeñaba. No ocurre lo mismo con los 13 enanos que acompañan a Bilbo en sus aventuras. Ignoramos el nombre de la mayoría y hay algunos de quienes no recordamos haber escuchado una sola palabra. Se supone que los enanos debían ser divertidos pero como la trilogía se aleja de la comedia para internarse, mal, en la épica, pierden toda su gracia. 

¿Qué hacen un mago, un hobbit y 13 enanos en la Tierra Media? Asistir a un espectáculo de efectos especiales

4. Y Galadriel, Elrond y Saruman no pintan nada en esta historia

Pero, ¿qué mejor manera de atraer a los fans de 'El señor de los anillos' que recuperando algunos de sus personajes?, debieron de pensar los guionistas. Sobre todo cuando sus escenas sirven para rellenar los minutos extra. No obstante, la aventura que viven estos personajes no guarda relación con la trama principal, sino que completa la trilogía anterior; sus escenas ralentizan el ritmo; y ni siquiera los elfos Galadriel y Elrond son personajes que deseáramos ver de nuevo. Cosa bien distinta hubiera sido si 'El Hobbit' hubiera traído de vuelta a Aragorn.

Los veteranos de 'El señor de los anillos' no desaprovecharon la oportunidad de seguir llenándose los bolsillos

5. Exceso de efectos visuales

Los minutos que necesita Peter Jackson para completar tres películas los consigue, muchos de ellos, a base de presentar nuevos seres extraños y alargar las batallas hasta la extenuación. Pero ni una ni otra fórmula ayudan a mantener el interés por la historia.  

Guerra: zzz...

 6. ¿Un romance entre un enano y una elfa?

Entiendo que 'El Hobbit' necesita un gran romance. Pero inventarse el enamoramiento entre un enano y una elfa, dos razas enfrentadas, ha sido un error. Podríamos haberlo creído si el guión lo hubiera desarrollado mejor y el personaje de Tauriel no hubiera parecido destinada a mantener algo con Legolas desde el minuto uno.

Tauriel y Legolas, la pareja no pareja de esta historia

7. Demasiado personaje anecdótico

El peor capítulo de la trilogía de 'El Hobbit' es el tercero: 'La batalla de los cinco ejércitos'. No sólo dedica más de la mitad del metraje a una supuesta gran batalla que no suscita ninguna emoción, sino que muestra cierto desprecio hacia algunos personajes. Entre los enanos, únicamente Thorin y el enamorado Kili, cuentan con un final a la altura. Del resto, ¿qué es de ellos? Y el dragón Smaug, el malo malísimo de las dos primeras entregas, desaparece sin hacer mucho ruido.

No habría nada de malo en ello si 'El Hobbit' se hubiera adaptado desde otra perspectiva más infantil, cómica o misteriosa. Porque, insisto, la aventura de Bilbo Bolsón es muy diferente de la que vive su sobrino Frodo. A pesar de ello, Peter Jackson no se arriesgó e hizo de esta nueva trilogía un calco de la anterior. Eso sí, sin cuidar ni el guión ni el ritmo. El resultado: ese suspiro de alivio que seguro escuchasteis en el cine al llegar los títulos de crédito.

Quien haya leído 'El hobbit' recordará sin duda a los ogros. Quien haya visto las tres películas puede que ni siquiera se percatara de su presencia...