Her, el amor, el futuro y yo

Her, el amor, el futuro y yo

Escrito por pedrinho

Por mucho que resulte ser la forma más sencilla de definirla, Spike Jonze se ha empeñado en insistir que su último trabajo “Her” (id, Spike Jonze, 2014) no trata sobre las relaciones del ser humano con la tecnología. No, según sus propias palabras, el núcleo central de su película son las relaciones humanas (relaciones entre humanos), marcadas siempre por el amor (o su ausencia) en todas sus formas (romántico, familiar, amistad...). Respetando el punto de partida de nuestro admirado Spike, vamos a tirar de ese hilo, el del amor, para armar nuestra particular review sobre esta podríamos decir que difícil producción (no estoy completamente seguro de que sea difícil, pero sí que no es fácil).

Como ya dejamos claro al adelantar la cita que teníamos previsto concertar con “Her”, quien esto escribe estaba mental y emocionalmente predispuesto a un feliz encuentro. Así, del mismo modo que cuando alguien te gusta o te interesa bastante estás más dispuesto a ver el lado bueno de todas sus cosas (hasta de las que no son tan buenas), me senté delante de la pantalla convencido de que ese galardonado guión (se llevó el Oscar al mejor guión original en la última edición de la gala) y el rostro de Joaquin Phoenix (predominante en todo momento) y la voz de Scarlett Johansson (derroche de elegancia y seducción) iban a llevarme a esos rincones que ya había imaginado.

1443ecfaef1ab08feb42edeabe433ec6Todo gira alrededor de la misma idea en 'Her'

¿Fue así? No exactamente, y eso es bueno y malo. Bueno porque la sorpresa, sobre todo en una cita, suele ser recomendable, y malo porque por mucho que nos empeñemos en ver el lado bueno de Spike Jonze, hay aspectos que cojean de forma importante.

Her y el amor

Hace falta una actitud amorosa, de esas preparadas para poner buena cara a casi todo y aceptar los deslices del otro porque sabemos que lo queremos, que en el fondo no tiene mal intención, para mantenerse activo durante todo el visionado de “Her”. El riesgo de pesadez, de digestión difícil, era evidente desde el mismo punto de partida, teniendo en cuenta que la película se asienta sobre una infinidad de primeros planos de Joaquin Phoenix (el inolvidable Theodore) y sobre la voz de una Scarlett Johansson (Samantha, el perfecto OS) a la que nunca vemos. Con un metraje considerable (por encima de las dos horas), hacen falta elementos que puedan romper con la prosa predominante de los dos personajes hablándose, contándose emociones, recuerdos y aspiraciones, algunas de ellas difíciles de poner en palabras con una frase única y precisa, elementos que no siempre aparecen.

8d7e426aac31d59609841abe2ac83d9cLlamada de tu OS

Ese panorama, la abundancia de primeros planos, de paseos entre otras personas (modo recurrente de apelar a la soledad en medio de los demás), de recuerdos, de frases y de pausas, costumbre muy de moda en todo tipo de películas, como ya advertimos en “12 años de esclavitud” (12 Years of Slave, Steve McQueen, 2013), hace que en ocasiones resulte complicado afirmar si hemos cruzado la línea del aburrimiento. Es ahí cuando hacemos un esfuerzo y volvemos a buscar, a escarbar en lo que se ve para ir hasta dónde creemos que Spike Jonze quiere llevarnos. Y volvemos al amor, a la forma en que él lo entiende, en el modo en el que él quiere contarlo, que no es otro que una cuestión de evolución (de sincronización podríamos decir apelando al símil tecnológico) entre dos personas (o persona y sistema operativo) que puede o no seguir un mismo ritmo y llevar a un mismo destino. Ahí está la clave para el happy ending, uno al que no está destinado esta película, y creemos que de forma deliberada.

Her y el futuro

Si el amor, las relaciones interpersonales, son el núcleo de “Her”, la excusa para hablar de ellas es el futuro, un futuro sin coches voladores o extraterrestres viviendo en la Tierra, un futuro de esos que parecen de lo más probable (aunque cualquiera se pone a apostar sobre el futuro que vendrá). En esa visión futurista de Spike Jonze nos encontramos con varios apuntes y matices sobre los que pensar, uno de los aspectos que más valoramos del director de “Cómo ser John Malkovich” (Being John Malkovich, 1999), ya que un producto que permite varias lecturas siempre resulta más interesante que otro unidimensional.

4f15a7c7cf4f920612bbdd243ed8cc7dLa felicidad nunca es completa

El mañana del que nos habla Spike Jonze se parece al hoy que tenemos a nuestro alrededor, un presente en el que todas las últimas revoluciones están centradas en la tecnología y las telecomunicaciones (bueno, también en el armamento, pero esas están menos publicitadas), dejando pendientes otras que serían igualmente recomendables para el ser humano (la de los combustibles, el modelo de ciudad, la sanidad...).

En el futuro de “Her” se sigue viviendo en los mismos pisos que podemos vivir nosotros, en los mismos edificios, se sigue viajando en los mismos metros y se sigue buscando la playa en vacaciones. La gran transformación de ese mañana es el paso adelante, esperado, en los videojuegos, en las prestaciones del smartphone (Samantha, el OS, se mantiene siempre en contacto por ese medio) y en el modo en el que la tecnología se integra en las tradicionales relaciones entre personas. Si hoy en día es impensable pensar en una cena entre amigos sin los teléfonos en las manos, intercalando palabras con nuestros interlocutores presentes con comentarios, likes y retweets en aplicaciones y redes sociales, a nadie le parece un disparate que podamos sentarnos a disfrutar de un picnic con un sistema operativo o un holograma de un otro real o cibernético dentro de no demasiado.

Por supuesto, en ese porvenir del que nos habla “Her” también sigue teniendo peso la moda (genial el detalle de los pantalones por la cintura) a la que todos, en menor o mayor medida, nos ajustamos, así como todas esas arcaicas emociones humanas: soledad, ilusión, enfado, celos, frustración, compañía, humor... de donde se extrae una de las más claras conclusiones de la película: cambia el modo de expresión y el canal de comunicación, pero la emoción sigue siendo la misma.

4dd48702910dce758e51143ad0b0955cUna de las mejores secuencias: en la playa

Her y yo

Después de hablar de amor y de futuro, toca hablar del yo en “Her”, porque al igual que en una relación, si ponemos todo el énfasis del otro lado, se rompe el equilibrio. Uno puede poner todo su empeño en ver lo mejor de esa cita, en leer entre líneas, en imaginar lo que hay más allá, pero la cita termina y cuando cada uno se va a su casa (recordemos que aun es una cita), te quedas contigo mismo, y es con ese 'yo' con el que debes ser honesto.

Siendo honesto, “Her” es más una promesa, una búsqueda, un querer ver más allá que una realidad clara de la que gozar. Requiere esfuerzo y convicción, la fe de tener presente que quien está detrás (Spike Jonze), delante (los mil matices del rostro de Joaquín Phoenix) y al lado (la voz que se cuela por todos los poros) merecen la pena, que siempre pueden ofrecerte algo más. Y por eso continúas y perseveras, buscas en los rincones y aprovechas las pausas (¿hemos dicho ya que un tanto excesivas?) para digerir e interpretar, porque puedes estar seguro de que la velocidad el metraje no va a hacer que te pierdas algo relevante si dejas correr tu imaginación por otros rincones.

74f0342d1b87d4e6935d1f63e2735914Una cita de abrupto final

Ese es un aspecto capital de la película: no hay puntos clave, no hay secuencias o conversaciones imprescindibles. Funciona por acumulación, por suma, avanzando en círculo por esa línea evolutiva que nos lleva al eterno retorno. Y en medio de tanto giro, de los primeros planos, las conversaciones, las confesiones y las voces, se echa algo de menos. En mi caso, se echa de menos el humor, ingrediente elemental tanto para la vida como para el amor, fundamental en una cinta como esta, apoyada en cientos de diálogos. Un humor que sólo vemos en un par de secuencias: en la cita con Olivia Wilde (no se pierdan su abrupto final) y el viaje a la playa. Un humor que echamos de menos y que no se alcanza con el monigote maleducado del videojuego o en la 'madre perfecta' restregándose contra la nevera. Un humor con el que creemos que Sofia Coppola, ex mujer de Spike Jonze y que no ocultó los matices autobiográficos de la relación de ambos que tiene “Lost in Translation” (id, Sofia Coppola, 2003), le gana la partida en esta conversación cinematográfica diferida entre antiguos amantes.