Review: El Padrino III (1990)

Review: El Padrino III (1990)

Escrito por Lucero

La gran redención de Michael llegó. Y lo hizo porque tenía que hacerlo. Así al menos ocurre en una historia sin complejos, responsable con su pasado, aunque totalmente ensombrecida por sus predecesoras, lo más alto del cine. El Padrino III (Francis Ford Coppola, 1990) empieza como una hormiga en un mundo de elefantes (El Padrino I y II) pero que al final acaba por subírseles a la trompa y picarles en un ojo. Una tremenda oda, eso sí, con un comienzo titubeante en que la ambientación no recuerda a ese mundo sombrío en el que se entrelazaban historias de familias, asesinatos y negocios; ¿Esto es el Padrino A duras penas comienza a serlo. Aun así, ten paciencia.

La obra que nunca estuvo en mente de Coppola

Francis Ford Coppola es un director que siempre estará en el olimpo del cine precisamente por haber creado, probablemente, las dos obras que alcanzaron, más que ninguna, ese olimpo. El director nunca pensó que El Padrino II tuviera continuación alguna, pero su peligrosa situación financiera, después de varios fracasos cinematográficos y de uno sonado, “Historias de Nueva York”, (1989) en la que también participaron Woody Allen y Martin Scorsese, le obligaron a escuchar una sólida propuesta de la también precaria Paramount Pictures: rodar una continuación de El Padrino, de la obra más grande que quizá había y habrá dado el cine.

Cuando abordó el guión de El Padrino III, Coppola no pensó en otra cosa que en cerrar la vida del personaje en el que habían girado las dos anteriores: Michael Corleone (Al Pacino). Y es que ya lo advertía Coppola, que la saga de El Padrino es, en esencia, la de la vida de un hombre bueno, Michael Corleone, que se vuelve malvado. La justificación del guión de esta tercera película era, de esta manera, la de que Michael realmente no había pagado por los pecados cometidos en la segunda película, y ello tenía que hacerlo en una tercera.

La redención

En esto estriba realmente El Padrino III, en la redención de Michael Corleone. Para cuando se sitúa el film, en 1979, Michael es un hombre solitario y arrepentido. Tiene cincuenta años y ha sufrido cómo, uno por uno, todos sus seres queridos le han ido abandonando: su esposa Kay Adams (Diane Keaton), de la que se divorció y que está felizmente casada; su consejero Tom Hagen (muerto “por razones de guión”, pues Robert Duvall no quiso aparecer en la película); su hijo Andrew (John Savage), hecho sacerdote, etc.

photo_7353.jpegMichael intenta resarcirse de su turbio pasado mediante negocios legales con el Vaticano.

La película comienza en el Vaticano, con una celebración en donde Michael es galardonado por sus donaciones a la Iglesia Católica. Estas donaciones a la Iglesia responden a una política que Michael está llevando para intentar legitimar los negocios de la familia Corleone. Para ello, ya antes se había deshecho de todos sus negocios turbios, como los casinos. Durante la celebración conoce a su sobrino Vincent Mancini (Andy García) hijo de su hermano Sonny y Joey Zasa. Michael hará de Vincent su protegido y verá en él un digno sucesor al frente de los negocios de la familia, los cuales, como decimos, está intentando limpiar.

photo_6853.jpegVincent, el sorbrino de Michael y en el que éste ve un posible sucesor de la saga.

Pero los problemas comienzan cuando Michael es presionado por los cabecillas de otras familias criminales que desean participar en la futura transacción entre la familia Corleone y el Vaticano.

Al Pacino

La clave, una vez más, la tenía Al Pacino, que al comienzo parece que no acaba de cogerle el matiz a su fantástico personaje, o bien Coppola no había acabado de pulirlo como era debido. Pero, gracias al cine, lo hace,y bien que lo hace; con momentos prodigiosos, que llegan entre un cierto tufo a refrito, a "esto ya lo he visto... y mucho mejor". Pero con un final grandioso, espectacular, mágico y sublime (como el que no tuvo ninguna de las anteriores entregas); inmortal en el cine.

photo_5909.pngMichael Corleone, un hombre tristemente atormentado, escondido detrás de unas gafas de sol que ocultarán más de una lágrima.

Esas gafas que esconden detrás de ellas al hombre que existe tras el despiadado capo de la Mafia, bien merecen el olimpo del cine que sí tienen sus anteriores películas. Aparecen y desaparecen para darnos a entender que hay un hombre, y que quiere liberarse de todos los fantasmas que le atormentan, como la sanguinaria muerte de su hermano Fredo, como la descomposición de su familia. Porque esta es una película a la eterna y sufrida figura del tormento, esa que desquicia a Michael y que alcanza su clímax en la memorable escena de la confesión con el arzobispo; "Padre, he matado hombres"...

Las sombras

El problema sea quizá que la obra no tan bien vestida como sus predecesoras. Con algunas actuaciones mediocres (Sofía Coppola, quien tras esta película juró no dedicarse más a su faceta de actriz), y personajes a mi gusto nada creíbles (Vincent). Con situaciones y escenas sonrojantes, ciertamente, como la relación totalmente forzada y adolescente entre Michael y Kay; que no tiene ningún lugar ni sentido en la película. Pero, a pesar de estas sombras, es igualmente compleja que el Padrino I y II; ahondando en conceptos que bien tuvo que soportar el padre del protagonista, el inmortal Don Vito: como la presión desmedida del poder, en contraposición a la vejez y a un cuerpo achacado; o como la superación moral y la confrontación con tus pesadillas y con tu pasado.

El gran fallo es, entonces, que en esta tercera entrega no hay un Marlon Brando, ni un Robert De Niro, ni un Robert Duvall, ni un James Caan... pero si un Al Pacino; que vuelve a ser el más grande, interpretando al quizá el personaje más grande de la historia del cine, Michael Corleone.

Pero aguanten hasta el final, merece muchísimo la pena. Para el final de la película, El Padrino III alcanza brevemente el nivel de las anteriores. Y una vez visto y deleitado, rebobinen y vean ese final otra vez, rebobinen y otra vez, rebobinen y otra vez...

photo_1169.jpegCartel de la película "El Padrino III" (Francis Ford Coppola, 1990)