Lo imposible, lo correcto y lo verosímil

Lo imposible, lo correcto y lo verosímil

Escrito por pedrinho

Las manías son algo así como la lista de jugadores que deben ir con la selección, que todos tenemos una, nos guste mucho o poco el fútbol. Quien esto escribe, para no ser menos, también tiene las suyas (manías, se entiende), entre las que está, y situada en una posición prominente, la de intentar no ver ciertas películas en su momento de máximo auge, cuando los comentarios positivos, cifras de recaudación y de espectadores pueden llegar a distorsionar tu percepción, haciendo que lo que creías que era tu opinión sobre la cinta (una opinión genuina) termine siendo un conglomerado de impresiones escuchadas, leídas o vistas en otra parte.

Respetando al máximo esa manía, no he visto hasta hace bien poco, más de un año después de que tocara el cielo de su reconocimiento, “Lo imposible” (Juan Antonio Bayona, 2012), una película de la que ya en su momento os dejamos una detallada review en esta misma página. Por ese motivo, teniendo en cuenta el tiempo y la distancia desde su estreno, y que muy probablemente la mayoría de vosotros ya la habréis visto y os hayáis formado vuestra propia opinión, el objetivo de este texto es llamar la atención sobre otras cuestiones (una principalmente), de esas que requieren algo de digestión de lo visto para dejar atrás los días en los que la película era el hype de la temporada.

La factura visual

d0914c54417529bac5a2388c5a535d8bQuédate a mi lado, todo va a salir bien

Repasando ahora, después de haber visto con detenimiento “Lo imposible”, hay una afirmación, una que ya se expresó en su momento, que pesa a la hora de valorar la película: la obra de Juan Antonio Bayona es una superproducción de gran nivel. Una superproducción con todo lo que ello implica a la hora de asumir riesgos o moverse en terrenos pantanosos, una superproducción destinada al gran público, a imponentes cifras de recaudación. Decimos esto no como algo negativo, sino como el reconocimiento de que si de algo puede presumir la película es de saber qué busca y cómo lograrlo. El director catalán hace en todo momento bandera de la máxima ética de Kant (la virtud está en el punto medio) y mide a la perfección todos y cada uno de los pasos dados, ofreciendo un resultado con un equilibrio exquisito entre los diferentes elementos que forman la historia (el drama, la esperanza, la supervivencia, la alegría, la pérdida, el reencuentro...).

Bayona no deja en ningún momento que uno de esos elementos pueda llevarse por delante al resto, cuidándose de no caer ni en el morbo (apenas hay cadáveres), en los excesos dramáticos (sólo Ewan McGregor rompe a llorar desangeladamente en una secuencia, pero se recompone de inmediato) o en las sobredosis edulcoradas de esos instantes de felicidad que suponen el reencuentro con los seres queridos una vez toda tu realidad ha saltado por los aires. Todo está medido por completo y el observador pasa por cada una de las situaciones como si hubiera un filtro entre él y lo que está sucediendo ante sus ojos, un filtro capaz de borrar todo aquello susceptible de herir su sensibilidad.

5d6cb38804e7886534311140348fe563Una de las muchas espectaculares imágenes de la película

Volvemos a insistir en que no es una crítica, ya que en todo momento hay coherencia entre el que parecer ser el objetivo del director y el resultado. En ese sentido no hay engaño ninguno y la película se presenta como lo que es, una superproducción de correctísima factura. Una superproducción de esas que deberían hacer en Hollywood, donde son más dados a dejarse llevar por los excesos, ya sean de efectos especiales o de otro tipo, que a respetar el objetivo principal de una película: contar una historia (y contarla bien). En “Lo imposible” se cuenta una historia, y se cuenta de un modo correcto, dejándonos la sensación de que hasta el último de esos treinta millones de euros de presupuesto ha estado bien gastado y que esa es la mejor película que se puede hacer sobre ese mismo tema con ese mismo presupuesto. 

Analizando la estructura y planteamiento con el que Juan Antonio Bayona aborda la película, podríamos decir que el director recurre casi a un método lógico-matemático para la resolución de los retos que ofrecía un proyecto de este calibre. Teniendo en cuenta la magnitud de la historia que quiere contar, él decide dividir esa historia en una serie de pequeñas narraciones con las que mantiene perfectamente controlado lo que quiere contar en todo momento. Así, podríamos dividir la película en cinco capítulos: el previo al tsunami, como madre e hijo escapan de las aguas hasta que los rescatan, el tiempo que ambos personajes están solos en el hospital (donde el joven Lucas pasa de ayudar a que otros encuentran a los suyos a 'perder' a su madre), la búsqueda que inicia Ewan McGregor de su esposa y su hijo, el 'improbable' reagrupamiento familiar y el feliz cierre. Cinco episodios claramente delimitados y acotados con los que se cuenta la historia del modo que quiere contarse, sin que nada se salga de madre o se pierda el norte en algún momento de la narración.

Los retos de la verosimilitud

Hasta aquí ninguna pega con respecto a la factura de “Lo imposible”, una producción que deja claro por qué en Hollywood ya hablan de Juan Antonio Bayona como el próximo responsable de la secuela de “Guerra Mundial Z” (World War Z, Marc Forster, 2013), producida también por Brad Pitt. Si con “Lo imposible” el director demostró cómo sacarle el máximo partido a 30 millones de euros, resulta realmente sugerente imaginarse lo que puede hacer con 300 millones.  

bdd6f59654b2293e3b42b2464b3dc0bfLevantando un mundo devastado

Sin embargo, por supuesto, no todo iban a ser alabanzas a la hora de revisar lo que nos deja la película, porque en ella nos encontramos con una brecha no resuelta, con un aspecto que interesa revisar y analizar, ya que no es únicamente un pero que ponerle a “Lo imposible”, sino también a muchas otras películas. Ya desde el mismo cartel, se recuerda que el guión está basado en hechos reales. Sí, es cierto, hubo una familia que pasó por esa catástrofe y pudo salir con vida de ella. Es más, salieron los cinco miembros con vida y se reencontraron del mismo modo 'improbable' que se relata en la película. A pesar de todo eso, de estar basada en hechos reales, de haber sucedido así, de tener incluso a la propia María Belón, la madre que estuvo a punto de perder una pierna, como colaboradora de Sergio G. Sánchez en el guión, a pesar de todo eso, la narración no resulta verosímil.

Pero, ¿cómo es eso posible? ¿no se trataba de una historia real? ¿no habían sucedido así realmente los hechos? Sí, pero eso no es lo que importa. Para una película, al igual que para un libro o una obra de teatro, la clave no es si lo relatado tiene una base real o verdadera. No, de eso nada, lo importante es si resulta verosímil, si resulta creíble desde la única perspectiva que tiene el espectador, la de la película, que es lo único que observa ya que no fue (salvo excepcionales casualidades) testigo de los hechos que plantaron la semilla que se convertiría en película. Es por ese motivo por el que podemos llegar a creernos a pies juntillas toda la trama de “El Señor de los Anillos”, con todos sus elfos, ogros, magos, árboles que hablan, etc, mientras que un telefilm de después de comer emite un tremendo hedor a impostura y artificialidad, por mucho que esté 'basado en hechos reales'.

8f8393e6037da8828550824fb530d5e1Esto sucedió en realidad

La diferencia entre real y creíble

El propio Juan Antonio Bayona ha reconocido en muchas entrevistas posteriores al estreno de “Lo imposible”, que la ayuda proporcionada por María Belón, la verdadera protagonista de la historia, resultó tremendamente útil para el desarrollo de toda la trama, pero que marcó también ciertos límites sobre lo que se contaría. No sabemos si tal vez fueron esos límites los que nos dejaron al margen de ciertos elementos que, para el espectador, resultarían esenciales para comprender por qué cada uno de los personajes actuó del modo que lo hizo. Sin embargo, no tenemos la más mínima pincelada sobre ello y nos encontramos con un padre que dispuesto a dejarse la vida por encontrar a su esposa e hijo mayor desaparecidos, a buscarlos a pesar de que todo indica que podrían estar muertos, un padre tan entregado que, sorpresa, no tiene reparos en dejar a sus otros dos hijos en una camioneta (sus dos hijos pequeños), diciéndole a una mujer que se sienta al lado de ellos que los cuide. 

22aedb9a5695a25c822d73d1a539d7a0Papá, ¿por qué nos dejas?

Es ahí, en ese momento clave, en esa decisión tan relevante, tan importante para un padre (dejar a unos para buscar a otros), una decisión fundamental para el desarrollo de la trama, donde saltan las costuras de la verosimilitud. No, no se trata de que no fuera eso lo que sucediera (en la realidad el padre dejó a sus hijos en una camioneta y salió en busca de su esposa y su hijo mayor), sino de que no resulta creíble porque no se ofrece un solo argumento o situación que justifique una decisión de tal magnitud (todo aquel que sea padre o madre se puede imaginar el drama emocional que puede ser estar frente a una elección de ese calibre). De hecho, ni el guión ni la película nos ofrecen un solo detalle que nos permita empatizar con ese personaje y 'entender', aunque sea mínimamente, su decisión. No, tan solo la toma y listo. A partir de ahí sigue con su tarea principal, la de buscar a su esposa y a su hijo mayor.

98cab9a196118dd772ce78559331c0ddUna búsqueda difícil de comprender

Lo curioso es que, hasta en ese error, la película se mantiene coherente a sí misma, ya que más adelante, cuando Ewan McGregor se tropieza con esa misma mujer a la que le dijo que cuidara de sus hijos y esta le dice que no están con ella, que no le dejaron quedarse a su lado, ni siquiera ahí se muestra la más mínima duda o sentimiento de culpa o pérdida. No, nada, tan solo sigue con su búsqueda, una búsqueda que tiene un final feliz gracias a que lo imposible se hace posible, encontrándose todos, padre, madre e hijos en un hospital desbordado lleno de personas que buscan supervivientes o nombres escritos en una lista. Un final feliz basado en hechos reales, eso seguro, un final de tan correcta factura como el resto de la película, pero que no resulta verosímil.