Continuidad y transgresiones (pequeñas) en “Tengo ganas de ti”

Continuidad y transgresiones (pequeñas) en “Tengo ganas de ti”

Escrito por alejandro

El día que recibí el encargo de escribir sobre “Tengo ganas de ti” me asaltó una terrible pereza. Por supuesto comprendo el tema de los horizontes, ver lo máximo posible para formarse una opinión, enfrentarse a películas diferentes para no opinar siempre desde la comodidad que proporciona el compartir una visión o un objetivo. Aún así, la sensación de ser un extraño ante ella, alguien a quien no va dirigida, mataba mi ilusión. 

704d833c5d8e333dbabc111c661f5958La moto es un personaje más... y Mario Casas le deja conducirla a Clara Lago.

Entonces, ¿cómo hablar sobre “Tengo ganas de ti” (Fernando Gómez Molina, 2012)? Todo lo dicho por Pedro sobre "Tres metros sobre el cielo" hace unos días mantiene su vigencia en la secuela y, sin embargo, aquí estamos. Sin haber leído las novelas de Federico Moccia (reconozco mi intento y mi fracaso tras 50 inverosímiles páginas de la primera parte) y preguntándonos a qué vienen ciertos cambios, ciertos detalles si estaba convencido de su falta de importancia tanto para creadores y responsables como para el público potencial. Centrando el tema, vamos a intentar atacar a “Tengo ganas de ti” a través de las constantes respecto a la primera parte y de las pequeñas, ligeras, transgresiones en la segunda.

Continuidad 1: Mario Casas

Es la cara y el cuerpo de “Tengo ganas de ti” y así debe ser. Ni se sabe la de veces que aparece en pantalla sin camiseta ni si apretar la mandíbula en cada plano es un tic o una obligación del guión. Es un rasgo de virilidad exacerbada y él debe  explotarlo. El personaje de Mario Casas, "H.", se mueve por la lógica de lo ilógico, es coherente en su incoherencia. Para él todo son impulsos, ya sea marcharse del trabajo porque una amiga se lo pide sin explicaciones o que ni se le pase por la cabeza ponerse casco. Es un hombre de frases, de momentos, por eso en la primera pintó lo de “3MSC” en el puente y en esta se pone de pie en la moto para gritar “Tengo ganas de ti”. En realidad las tiene, pero no puede evitar esos impulsos.

8ec114d9f0bdafdc04eb8509abd518f6Mario Casas debe explotar su físico, que para eso se lo trabaja en el gimnasio.

Continuidad 2: guión y dirección

La labor de Fernando Gómez Molina en la dirección y Ramón Salazar siguen la misma línea, punto por punto, que la primera entrega de la saga. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Por un lado está la continuidad en los códigos establecidos en “Tres metros sobre el cielo” que funcionaron tan bien. La historia se centra en los protagonistas, en un entorno muy concreto donde la música, los cuerpos jóvenes y perfectos, las caras bonitas son importantes. Se crea la sensación de la velocidad, de la imprevisibilidad, de que son capaces de cualquier cosa, siempre con las emociones a flor de piel. Son situaciones teóricamente cotidianas, alguien tiene que salir del trabajo para hacer un recado, pero convertidas en momentos dramáticos y tensos. Por eso toca recurrir a los primeros planos, los ojos vidriosos, la cámara lenta, para provocar esa transformación. 

La película ni quiere ni necesita ser realista. Obviamente, no hay tantos jóvenes como H. Sin un oficio claro ni un camino establecido, disponen de un hermano mecenas que le permite ese tren de vida. Y tampoco hay que entrar en esos detalles porque al público no le interesan realmente. 

9774178626c3bc2447626cea11eaf280A veces no hace falta dar detalles, porque todos sabemos de qué hablamos.

Existe un pudor latente. Las escenas de sexo, violencia, muy físicas, no pueden ser excesivamente explícitas por la calificación de la película; no hay más. Todos los que vemos la película entendemos que H ha apalizado casi hasta la muerte a una persona (que se lo merecía) pero eso no se puede ver en pantalla. Podemos ver los músculos de Mario o un pecho de Clara Lago, pero no pasar de ahí. Tampoco creo que tuviera demasiado sentido.

Continuidad 3: tramas secundarias

Carecían de verdadera importancia, por mucho que Pollo (Álvaro Cervantes), convertido en aparición, vuelva de entre los muertos en la segunda parte. En este caso, la trama paralela corresponde a Babi (María Valverde) y su familia. Aunque sea, probablemente, el personaje más realista. Será su madre en el futuro, con todo lo bueno y lo malo que ello implica. Además, por temas de identificación con el público y demás, entiendo que tenía que quedar como la mala, la frívola, la materialista, la que no sigue a su corazón y viendo el final de sus padres, es fácil establecer el hipotético paralelismo con su propio destino.

91eba676bff7103dddd5b4cc8f4ed6a4Toca cerrar historias y alguien tiene que quedar como la mala.

Transgresión 1: Clara Lago

No vamos a decir ahora que “Tengo ganas de ti” sea una película transgresora ni mucho menos. Inevitablemente llega el momento en el que el príncipe debe salvar a la damisela, pero Gin (Clara Lago) va sutilmente más allá de lo habitual. Busca aquello que quiere, tiene inquietudes y, sobre todo, y aquí sí es la única, tiene ¡¡iniciativa!! Ella marca el ritmo, no se deja convencer con palabras y es la menos expuesta a la inmediatez. No se conforma con “lo siento”, las cosas no se corrigen tan fácilmente. 

Transgresión 2: el cuento de hadas

Es una experiencia que ya había probado tras ver “Tres metros sobre el cielo” y que repetí esta vez. La película está dirigida principalmente a los adolescentes y en este caso mis preguntas fueron para una chica de 14 años. Sus respuestas aumentaron mi desconcierto. Ella esperaba (algo refrendado por el grupo que acudió al cine junto a ella) la continuación de la historia de amor idealizada de la primera parte. Babi y H debían estar juntos para cumplir esa especie de designio del destino, a pesar de que H y Gin parecen dos personas más compatibles por gustos, aficiones y maneras de ser. 

5c2259acfb8f11223b0fc8dee359807eYo sí veo futuro en la relación de H y Gin, si él se centra un poco, claro.

Fue esta elección la que me reconcilió con “Tengo ganas de ti” (Fernando Gómez Molina, 2012). Yo sí prefiero la opción racional (¡¡la única!!) de esta secuela. Además, ese final, con una disculpa que no obtiene un inmediato perdón sino el inicio de un proceso de reconstrucción, es una dosis (otra vez, ¡¡al fin!!) de realidad inexistente en el resto del metraje. Aunque, pensándolo bien, igual esta es la decisión del guión menos adaptada al modo de enfrentarse a la vida de su público potencial. Eso o ya soy un abuelo batallitas, cínico y con poca creencia en el amor romántico… ¿quién sabe?