Tom Ripley tiene un trato con un falsificador. El falsificador crea las pinturas; Tom los vende. Pero otro asociado de negocio criminal quiere Tom que ir a una empresa aún más arriesgada: asesinato. Tom sugiere su socio pedir un local de Marcos en su lugar. Ese hombre tiene una enfermedad mortal, o que se rumorea. Además, tiene una esposa y un niño que seguramente no le gustaría dejar sin un centavo. Este fabricante de Marcos sea un asesino a sueldo y nadie sospechará. El artesano enfermo podrá acordar la fechoría y varios más, pero terminará necesitando Tom Ripley en un apuro.