Review: Watchmen (2009)

Review: Watchmen (2009)

Escrito por Pedrinho

Decía un filósofo, no recuerdo cuál pero uno, que la virtud estaba siempre en el punto medio, en ese equilibrio tan buscado, pero no siempre encontrado. Un equilibrio que, por mucho que el filósofo no lo dijera, también depende del cristal con el que se mire, sobre todo si se trata de llevar a la gran pantalla una de las obras cumbre, por no decir la obra cumbre, de las novelas gráficas de superhéroes. Eso fue lo que pretendió Zack Snyder, que ya había tenido contacto con los superhérores en Superman (id, Zack Snyder, 1978) al embarcarse en “Watchmen” (id, Zack Snyder, 2009), sin importarle todos los que ya se habían puesto al timón de ese barco sin conseguir llevarlo a buen puerto (Terry Gilliam, Darren Aronofski).

Se dice, aunque nosotros no estábamos allí para saber si es cierto, que Snyder buscó ese punto medio, y lo hizo sin que Alan Moore, el creador del cómic, le prestara la más mínima atención o se involucrara en el proceso, sin desesperar, sin miedo a que ese monstruo enorme, brillante por momentos y cruel en muchos otros, le pasara por encima. Hizo Watchmen convencido de que sería la puerta de entrada a ese universo, de que a través de esa vía se podría expandir el tremendo atractivo de la novela gráfica, que había subyugado ya a unos cuantos, al cine para que otros, otros muchos (millones de hecho), se rindieran a los pies de una historia con todos los elementos para situarse entre las más grandes.

Sin embargo, la transformación, la traducción de un lenguaje a otro (del papel al celuloide) nunca es sencilla, y no lo es por culpa de ese equilibrio que hay que buscar, aun a riesgo de no encontrarlo, en toda interpretación. Porque eso es una traducción, una interpretación, porque todos sabemos que la traducción literal no funciona, como muy bien nos ha enseñado Google Translator. Por ese motivo, por esos malabarismos entre crear una película para los fieles a la novela gráfica u otra cosa distinta, algo que sea accesible para quien no conoce las claves, para quien no está acostumbrado a las formas o para quien no ha aprendido a caminar entre las penumbras. Y de eso, de claves, de formas y de penumbras, está plagada “Watchmen”. Claves, formas y penumbras que sólo te garantizan una cosa: preguntas. Puede haber más cosas, más emociones e interpretaciones, eso depende de quién lo mira (tú en este caso) más que de quién lo muestra (Snyder y su equipo), pero no faltarán las preguntas. Preguntas como estas.

photo_3884.jpegLo tuyo es puro teatro, Comediante

¿Esto es para todos los públicos?

Por todos los públicos no nos referimos a las edades de los espectadores, si no a esos conocimientos de base, a esos contactos previos que hayan podido tener o no tener con “Watchmen”. Nosotros nos decantamos por un claro “sí”. Sí, claro que sí, tan solo hay que aceptar que no se va a entender todo, que habrá aspectos que permanecerán en ese terreno de penumbra en el que fueron forjados. Aspectos que pasaremos por alto para disfrutar de aquellos que sólo necesitan de una cierta capacidad para el goce estético para ser disfrutados. Si quieres un ejemplo, quédate sólo con la secuencia del asesinato de El Comediante (Jeffrey Dean Morgan). Si eso no es poesía visual, no sabemos qué lo será. Sí, poesía con violencia, con golpes, con cristales rotos y con un muerto, pero ya sabías que la poesía no eran sólo flores, pajarillos y doncellas de pies descalzos por el prado. ¿Verdad?

¿Quién es el protagonista?

Aceptamos que en esas películas en las que hay un claro o clara protagonista, el proceso de identificación, tan necesario para el espectador, resulta mucho más sencillo de llevar a cabo. Pero la vida no son cosas sencillas, de hecho la mayor parte del tiempo lo que hay son cosas complicadas, cambiantes, de caras diversas. Eso es lo que somos nosotros, personas distintas, que se comportan de modo diferente según estén con sus padres, con sus parejas, en el ascensor con la vecina, en el bar o sacando a pasear al perro. Sí, a veces somos Roscharch (Jackie Earle Haley), otras el Búho Nocturno (Patrick Wilson) y algunas el Dr. Manhattan (BillyCrudup), así que fíjate en ellos, porque además de ver al protagonista de “Watchmen”, puede que te reconozcas a ti mismo.

photo_3977.jpegMuchas caras para un mismo rostro

¿Qué define a un superhéroe?

Esta es una pregunta complicada, una de difícil respuesta incluso para los devotos de la novela gráfica. No podemos justificar esa etiqueta por la mera presencia del traje o el antifaz. Ni siquiera la existencia de superpoderes marca la diferencia o su deseo de lograr el bien para la humanidad. No, lo que define a un superhéroe es su capacidad, su determinación más bien, para hacer todo aquello que un ser humano no puede hacer, o porque no puede o porque no quiere. Eso que un ser humano no puede hacer, algo que muchas veces no está relacionado con lo bonito, lo bondadoso o las buenas intenciones.

photo_9703.jpeg¿qué hay bajo la máscara de Roscharch?

¿Vale todo por una utopía?

Esta viene siendo una nueva reformulación del viejo “¿el fin justifica los medios?”, cuestión a la que Ozimandias (Matthew Goode) y Roscharch responden con un claro “por supuesto”, mientras que el resto de sus compañeros de reparto en el grupo de “Los Vigilantes” añadirían un “depende” lleno de dobles sentidos y nuevas preguntas. Todos menos ese Dr. Manhattan por encima del bien y del mal, producto de una radiación que ha terminado por elevarlo sobre un mundo al que ya no pertenece. Un mundo en el que siguen floreciendo utopías, pero muchas de ellas mueren tan rápido como germinan.

photo_5902.jpegMe gusta como te sienta el traje

¿Hay carne bajo el disfraz?

Sí, la hay, y en “Watchmen” la vemos. Vemos que hasta los héroes, hasta esos tipos vestidos con el calzoncillo por encima de los pantalones, tienen deseos y necesidades de esas que todos tenemos, de esas que te calientan la cabeza y otras partes pensantes del cuerpo. Cierto que el sexo de los héroes (que no es lo mismo que el sexo de los ángeles) no es lo más importante de la película, ni mucho menos, pero no deja de llamar la atención ver cómo son capaces de congeniar físicamente un búho nocturno y un espectro de seda (Silk Spectre II, Malin Akerman).

photo_1566.jpegTodos somos el Dr. Manhattan

¿El Dr. Manhattan es más un síntoma que un personaje?

Probablemente esa sea la cuestión más importante que nos deja la película, algo que no es de extrañar ya que el Dr. Manhattan es el centro de gran parte de la atención durante los últimos minutos. Un personaje que no ha dejado de crecer y evolucionar, alejándose de su parte humana para ser energía pura. Una energía que allí, desde la distancia de Marte, no ve en la humanidad algo que pueda provocarle algún tipo de afecto o empatía. Un sentimiento (o una ausencia del mismo) que podríamos encontrar en cualquiera de nosotros.

Espera, ¿pero “Watchmen” (id, Zack Snyder, 2009) no iba de superhéroes?

Puede que sí, pero también puede que no.