Review: Ángeles y Demonios (2009)

Review: Ángeles y Demonios (2009)

Escrito por Lucero

La Ciudad Eterna lo es, en parte, porque puede soportar una producción de tal calibre, que la recorre de cabo a rabo, y donde acaba siendo la principal protagonista. Roma fue la gran estrella en películas como “Vacaciones en Roma” (William Wyler, 1953), y ésta, “Ángeles y Demonios” (Ron Howard, 2009) adaptación de la novela homónima de Dan Brown, tiene la ciudad de Roma como uno más de su elenco, rivalizando con ese Tom Hanks de frente prominente y de pelo hacia atrás. “Ángeles y Demonios” fue la antecesora del bestseller mundial más vendido en las últimas décadas, “El Código Da Vinci”, (aunque en España se editó después que ésta), y cuyo éxito en nuestro país repitió, en parte, con esta nueva historia del sagaz Robert Langdon, la cual nos pareció, a la mayoría de los lectores de ambas, mejor que su secuela.  “Ángeles y Demonios” fue mejor novela que “El Código Da Vinci”, aunque la pregunta ahora sería si la adaptación cinematográfica, que ahora reseñamos, es mejor que la adaptación a la novela posterior, y (la pregunta de siempre en estos casos) si la película hace honor a la historia original. Respondemos ahora brevemente, para extendernos luego: esta producción de Ron Howard es una grandísima adaptación. ¿Significa por ello que una buena película? Quizá ello habría que preguntárselo a los lectores de la novela, si a éstos “Ángeles y Demonios” les pareció un buen libro. A mí sí me lo pareció: “Ángeles y Demonios” fue, ante todo, un divertimento literario sin igual, y Ron Howard consigue que ese espíritu traspase las páginas y se extienda a la auténtica Roma de mármol.

photo_9489.jpegRobert Langdon (Tom Hanks) tendrá que enfrentarse a un misterio que sacudirá los cimientos de Roma y el Vaticano.

Una cuenta atrás hacia el desastre

Ron Howard tenía mucho mejor material que con “El Código Da Vinci”. Como decimos, y a pesar de que el bestseller mundial fue éste, “Ángeles y Demonios” es una historia (a ojos de este humilde lector y también de otros muchos más) mejor montada, más redonda, más rotunda y, ante todo, mucho más frenética. Para otorgar a la historia esta sensación de “frenetismo”, Dan Brown utiliza un recurso algo vago pero que cumple a la perfección: una cuenta contrarreloj. “Ángeles y Demonios” es, ante todo, una gran cuenta atrás hacia el desastre. Atrapa al lector en el primer momento en que se sientan las bases de la historia; a saber: una antigua congregación conocida como los Illuminati se encuentran detrás del secuestro de cuatro cardenales romanos y del robo del arma más mortífera, una bomba de antimateria. El profesor de simbología Robert Langdon (Tom Hanks en la película), experto en los Illuminati, se ve envuelto en una investigación contrarreloj junto a la guapa de siempre, una científica italiana llamada Vittoria Vetra, interpretada por la actriz israelí Ayelet Zurer, quien en el libro sufre la muerte de su padre (científico que investiga la antimateria) a manos de los conspiradores, pero que en la película se suprime esta figura paterna.

El que muere es un científico compañero de investigación de Vittoria y, con ello, “Ángeles y Demonios” da comienzo. Con una esplendorosa Roma como escenario, que Ron Howard expone con inusual maestría (complicado no es, todo hay que decirlo), “Ángeles y Demonios” mantiene el atractivo pulso narrativo de la novela haciendo una gran adaptación de ésta al mundo cinematográfico. Tan difícil no fue, en realidad, si tenemos en cuenta que tanto “El Código Da Vinci” como “Ángeles y Demonios” son novelas muy peliculeras; es decir, de narrativa casi visual, de pocos (o ningún) momento no adaptables al cine. El trabajo de Ron Howard fue algo parecido al de Schliemann en busca de Troya. Libro en mano (con “La Ilíada” el arqueólogo alemán) el cineasta sólo tuvo que identificar y rodar en aquellos lugares donde Dan Brown (y Homero, siguiendo el símil arqueológico) situaron su historia.

photo_5304.jpeg¿Cómo saldré de este lío? Parece estar pensando el profesor Langdon, envuelto en un misterio cada vez más difícil de solucionar.

“Ángeles y Demonios” cobra en el lector y en el espectador una dimensión única si éste ha estado o conoce bien la ciudad de Roma. En este caso, la novela y la película será como un paseo frenético por aquellos lugares que otrora visitase con carácter turístico. Esta película bien podría ser un documental turístico de la Ciudad Eterna con una historia de misterio de fondo, pero ocurre una cuestión principal: la historia es tan atrayente, atrapa al espectador de una forma tan fascinante (y, de una manera mucho más sugestiva, al lector de la novela), que es casi imposible que uno se pare a admirar las maravillas por las que Robert Langdon y la guapa Vittoria Vetra pasan e investigan. De la misma forma, todo ocurre tan frenéticamente que “Ángeles y Demonios” es como una montaña rusa en la que disfrutas sólo por el hecho de subir y bajar tan rápido. A la historia podría encontrárseles algunos cuantos defectos (se encuentran mucho más en la novela, por aquello de que la lectura puede ser mucho más reposada que el visionado de una película) pero en esta producción ten por seguro que no tendrás tiempo siquiera para pensar con qué nos estamos encontrando, o si aquello con lo que nos encontramos merece o no la pena ciertamente.

Un divertimento policíaco ágil y frenético

A Tom Hanks le falta avisarnos diciendo: “siéntate y disfruta”. “Ángeles y Demonios” es como un partido de fútbol frenético, de esos que acaban 5-4, y en el que ni siquiera te das cuenta del paso de los minutos cuando te encuentras en los instantes de descuento. “Ángeles y Demonios” dura algo más de 90 minutos, 138 minutos exactamente, pero la sensación es la misma que con este símil futbolístico.

photo_7422.jpegEwan McGregor, en un estupendo papel, como el oscuro Carmarlengo del Papa, que esconde muchísimos secretos.

Ewan McGregor, como el oscuro y salvador Camarlengo, es un estupendo secundario. Tom Hanks, como el actor tan consumado que es, cumple también a la perfección, aunque la mayoría de los lectores nunca nos habríamos imaginado a Robert Langdon interpretado por éste. La ambientación es magnífica, Roma luce a la perfección (a destacar el gran labor de recreación del Vaticano, donde Ron Howard no pudo grabar), y de la música se encarga Hans Zimmer. ¿Todos estos ingredientes hacen de “Ángeles y Demonios” una buena película? Probablemente. Esta producción de Ron Howard es mejor que la adaptación de “El Código Da Vinci”; un thriller de intriga que cumple a la perfección, un divertimento policíaco que nos mantendrá pegado al sofá sin que notemos los minutos correr. Aun así, lo mejor de la película no es su atrayente historia. Lo mejor es Roma. la Ciudad Eterna, la auténtica protagonista. 

photo_5149.jpegCartel de "Ángeles y Demonios" (Ron Howard, 2009)