Australia: cuando dos y dos no suman cuatro

Australia: cuando dos y dos no suman cuatro

Escrito por pedrinho

La metáfora es un clásico de la literatura y del cine, una figura a la que recurrir para, de un modo indirecto, ya sea buscando un mayor impacto emocional o disimulando cierta crudeza, decir algo de un modo no literal. De hecho, esa forma de analogía también es una pieza muy común en multitud de textos de intención instructora, como puede ser la Biblia o las producciones de los filósofos griegos (no hablamos aquí de estar de acuerdo o no con esa intención instructora).

Sea como metáfora, como mito o como parábola, esas figuras son parte habitual de cientos de escenarios de aprendizaje, en los que se recurre a ellos para desvelar las claves de un proceso o situación y hacerlo más comprensible. Ese ejemplo, normalmente más cercano a la realidad de aquel que atiende a la explicación, suele servir para reducir la distancia con el que se pretende explicar. No vamos a hacer una lista exhaustiva de analogías educativas, porque seguro que todos recordamos lecciones de mates, ciencias o economía en las que eran una constante.

1776de705a5b83b25a73c80504128dbfUna imagen que define la película al completo

Por ese motivo, por su valor pedagógico y por esa posibilidad de decir las cosas de un modo menos directo, vamos a recurrir a una metáfora, a una parábola, a un ejemplo más cercano a nuestra vida diaria para explicar lo que consiguió Baz Luhrmann y todo su equipo al poner en pie “Australia” (id, Baz Luhrmann, 2008). Sí, preferimos optar por esa vía, porque una exposición clara y directa de lo que significa la película podría reducir toda esta review a un explícito “es una puta mierda, por muchas caras bonitas y paisajes pintados de colores, es una puta mierda”. Pero nadie acude a una web de cine para que le digan que una película es una puta mierda y tampoco tenemos claro que a Google le gusten las páginas en las que sólo aparece escrito “es una puta mierda”, así que vamos a recurrir a la metáfora para explicar por qué es lo que es (ya lo hemos dicho, no hace falta repetirse).

La analogía

Más allá de hablar de la duración del metraje (más que excesiva), de lo pesado de las referencias (saturantes) o de lo triste que resulta ver el empeño por mantener guapos y hermosos en todo momento a los protagonistas (aunque sean Nicole Kidman y Hugh Jackman también pueden mancharse en medio de una tormenta de arena, aunque sea un poco, incluso despeinarse), más allá de todo eso, vamos a hablar de matemáticas. Porque ese es, el de las matemáticas, el principal problema de “Australia”.

8070ce02dfae486c0506c8f084fbd222Todo preparado, mecanizado y modificado

Sí, en “Australia” dos y dos no suman cuatro. No, en “Australia” dos y dos suman tres coma catorce veintiocho coseno de setenta y siete raíz cuadrada del cuarto número primo y el resto de dividir ochocientos treinta y tres entre la tangente de ochenta y cuatro cuando la luna está en cuarto creciente. Es decir, en “Australia” dos y dos no sabemos lo que suman. Muy probablemente ni siquiera llegan a sumar, como si fueran un dos de agua y un dos de aceite.

Cuando imaginamos a Baz Luhrmann maquinando aquello en que debería convertirse “Australia”, un Luhrmann al que tenemos un gran respeto por haber puesto en pie “Moulin Rouge” (id, Baz Luhrmann, 2001), se nos viene a la cabeza otra situación. Esa otra situación está protagonizada por un joven, uno de esos guapos, con atractivo y buena conversación, uno que podríamos ser nosotros mismos. Un joven que ha invitado a salir a otra joven, una joven de esas guapas, con mucho atractivo, de esas de las que se dice que están muy buenas, con buena conversación también (detalle importante, aunque tienda a pasarse por alto). Una chica que ha aceptado la invitación, lo que ha disparado la confianza del joven, convencido de que esa noche va a ser una gran noche y por eso no hay nada que dejar al azar.

bc584ed72e1bd1dfb51ee12be4bf796fJuegos de luces y sombras, ¿algo más que fuegos de artificio?

Está todo atado, el restaurante, con estilo y de calidad, el atuendo, elegante pero con un toque informal, y hasta los temas sobre los que hablar, un poco de aquí y allá, para que no decaiga la situación. Lo tenemos todo: el chico guapo, la chica guapa, la cita, el restaurante, el atractivo, la conversación, las buenas perspectivas, la confianza... una noche así sólo puede terminar de una manera. No, no me refiero a en la cama, sino como una noche inolvidable, una noche que puede ser la primera de otras muchas grandes noches.

Pero después llega la noche y el castillo de naipes se desmorona. No hay nada, ni conversación, apenas monólogos yuxtapuestos previos a unos silencios cada vez más evidentes; ni miradas cómplices, sino vistazos disimulados al reloj; ni atractivo porque terminan pesando más los detalles discordantes (¿qué haces con ese botón de la camisa abierto?). Así, aunque estaba todo, no faltaba nada y parecía imposible que no terminara en éxito, termina en fracaso. Nada congenia, nada pega, nada fluye... un desastre y de esa noche sólo queda el recuerdo de una gran decepción y un saludo apenas perceptible la siguiente vez que se encuentran por la calle.

21b09705218d599d24a820ad391fb0b0Planos maquillados al máximo

La realidad de Australia

Eso es “Australia”, un montón de ingredientes, de posibilidades, de probables atractivos, de ecos... un montón de cosas que terminan formando una gran decepción. Sí, lo sé, teníamos a un director con el cartel de 'diferente', dos caras bonitas y contrastadas como Kidman y Jackman, los países de Australia como decorado, el leit motiv de ese “Over the Rainbow” que nos llevó al mundo de Oz, los cielos pintados al más puro estilo del cine clásico, el toque infantil, el amor, la aventura, las referencias históricas... podíamos decir que lo teníamos todo. Simplemente lo que no teníamos era la forma de unirlo todo, de conjugarlo hasta dar con un resultado que fuera algo más que la suma de las partes. No, al final lo que nos queda es algo de menos valor que esas piezas tomadas de forma aislada.

cf5e9967e7b670fb2c7c9232b8096ee0Lo importante es la pose

Tras digerir “Australia”, un digestión difícil no voy a negarlo, empeorada por el hecho de haber visto por vez primera la película en el cine, y no en el día del espectador, lo que aumentó mi acidez estomacal, me considero con argumentos para decir que la película de Luhrmann es algo así como poner a mi hija de dos años al frente de la cocina del mejor restaurante del país, uno de esos con muchas estrellas Michelin, y pedirle que nos prepare un plato inolvidable. Por muy lista que sea mi hija, que lo es, por muy buenos que sean los ingredientes o los cocineros que se pongan a sus órdenes, que lo serán, parece complicado que pueda salir algo coherente, armonizado, equilibrado, de buen gusto y que deje un recuerdo imborrable en el paladar.