Review: Juno (2007)

Review: Juno (2007)

Escrito por Pedrinho

Yo de mayor quiero ser como “Juno” (id, Jason Reitman, 2007). No como la película en sí misma, sino como ella, como Juno MacGuff, como ese personaje increíblemente adorable, sagaz, inteligente, emocionante y con las dosis adecuadas de sarcasmo y mala leche, sobre el que gira toda historia.

Pero, en realidad, ¿quién no querría ser como Juno? Yo estaría dispuesto a dar un dedo meñique por ser como ella cuando sea mayor. Sí, ya sé que le doblo la edad al personaje, que el cambio de sexo es una operación complicada y que Ellen Page (la actriz que la interpreta) jamás en la vida, por mucho que se abandone, llegará a tener ni la cuarta parte de vello corporal que yo. Todo eso da igual, porque con ella todo parece posible.

A fin de cuentas, si ha conseguido que una adolescente norteamericana nos parezca el ser con más sentido común de todo el universo, ¿qué puede haber imposible para ella?

photo_3163.jpegEl gesto más elegante del mundo

Si es capaz de pasar por un embarazo antes de alcanzar la mayoría de edad, de tomar una decisión complicada, llevarla hasta el final y todo ello sin dejar de ser fiel a sí misma, mantener el cariño y respeto de su familia y tener tiempo para ser sincera con sus propios sentimientos, ¿qué persona en su sano juicio no querría ser como Juno?

¿Él? Juno

Él de mayor quiere ser como Juno. De hecho él quiere vivir en “Junolandia” para siempre. Él sabe que allí los muchachos raros, esos que suelen ser objeto de bromas y chistes, algunos graciosos y otros no tanto, tienen una oportunidad. Da igual que, como Paulie Bleeker (un genial Michael Cera), salgan a correr con muñequeras y una cinta en el pelo (todas amarillas) o con un pantalón corto (en ocasiones de un tono “especialmente dorado” como le dice Juno) que en más de un país de este mundo estaría prohibido, porque son especiales, las personas “más guays que hayas conocido” y lo son de un modo sencillo, como si no les costase esfuerzo.

Ahí, en ese universo “Juniano”, el amor es amor, aunque sea entre adolescentes, y no una simple necesidad física de meterla en una tarta de manzana (véase “American Pie” para más detalles). Bleeker (con un apellido así, ¿quién iba a llamarle por el nombre?) es el mejor amigo de Juno, pero también es el otro responsable de ese bombo por venir que va a cambiarlo todo. Va a cambiarlo, sí, pero no porque vayan a verse un par de años cambiando pañales o se vean obligados a dejar el instituto para ponerse a trabajar y sacar adelante a su familia (esa también podría haber sido la historia de “Juno”), sino porque, finalmente, tras una sesión de sexo casi infantil en un sillón, de varias frases calladas y de ver cerca un pequeño precipicio por el que es fácil caerse, al final, volverán a formar su grupo y a tocar la guitarra mientras cantan sus canciones preferidas. Bueno, puede que ya no sea un grupo, más bien sería un dúo, pero la música seguiría siendo la misma.

photo_7286.jpegUn beso con mensaje

¿Ella? Juno

Ella de mayor quiere ser como Juno y no es para menos. No quiere parecerse en absoluto Vanessa Loring (Jennifer Garner), por mucho que ella sea quien finalmente se queda con el premio, que digan que es muy atractiva (¿lo es realmente?) o que se parezca mucho a “Electra” (todavía no le he perdonado a Rob Bowman que la eligiera a ella). Juno mola más. Mucho más y eso es culpa de Ellen Page (ya prometía horrores en “Hard Candy”), pero mucha más culpa tiene Diablo Cody. Es ella, la stripper metida a guionista, la que arma este enrejado de relaciones, de conversaciones en las que los roles asociados a la edad saltan por los aires, en medio del gélido clima de Minnesota (la película fue rodada en realidad en Canadá, pero para el caso, o sea para el frío, es lo mismo), en el que la concepción, el aborto, el embarazo y la adopción son tratados con inteligencia, puntos de vista distintos y, como debería hacerse con todas las cosas importantes, un toque de humor negro que hace todo más digerible.

Sí, ella lo sabe, esas cosas no son las que se supone que debe hacer una buena chica, pero ella no quiere ser una buena chica. Y Juno, aunque es buena, muy buena, prefiere pasarse de lista (aunque seguramente no sea tan lista como se cree) que quedarse corta, con la seguridad que da el saber apreciar la música rock en muchas de sus vertientes (desde el noise al grunge pasando por el punk), las pelis de terror gore y lo tremendamente elegante que resulta fumar en pipa. Todo eso lo sabe Juno y por eso no pierde el norte a pesar de cargar “literalmente” con unos doce kilos de peso extra, sentir los tobillos hinchados o tener hambre a todas horas.

photo_3719.jpegParte del universo de Juno

¿Nosotros? Juno

Nosotros de mayores queremos ser como Juno. Tanto da si tenemos una visión puramente mercantilista de la vida, porque “Juno” pasó de rodarse con un presupuesto de 6,5 millones de dólares a recaudar unas 35 veces esa cantidad en las taquillas, algo de lo que se puede presumir en muchos mercados. No importa si nos sentimos más cómodos en el papel del padre permisivo (J.K. Simmons), en el de la madrastra que pone los puntos sobre las íes (Allison Janney), en el del adulto que añora su juventud a medida que se cierne sobre él la amenaza de la vida formal y reglada (Jason Bateman) o si preferimos a las adolescentes con un eterno chicle en la boca (Olivia Thirlby), porque todos ellos caben en “Juno”.

De hecho, en “Juno” (id, Jason Reitman, 2007) caben tantas cosas, tantas lecturas, puntos de vista e interpretaciones, que fue capaz de enfadar y molestar casi por igual a las comunidades provida (antiabortistas) como proelección (favorables al aborto decidido). Y si eres capaz de molestar a dos frentes opuestos es que algo has hecho bien, que tu modo de mostrar la historia tiene matices, aristas, claros y sombras. Es decir, que tu historia es como la vida misma, y eso hablando de cine es mucho.

Y hablando de cine, no encontrarás apellido más cinematográfico que MacGuff, evocación de ese constante e invisible “MacGuffin” que tantas y tantas películas ha puesto en marcha. Si no tienes claro de qué se trata, no tienes más que verte un par de películas de Hitchcock, como “El hombre que sabía demasiado” (The Man Who Knew Too Much, 1956) o “Con la muerte en los talones” (North by Northwest, 1959) para tener un buen ejemplo. Si todavía te quedan dudas, el libro de Robert McKee te las despejará por completo y después podrás decirme si tú de mayor no quieres ser como Juno.