Una distopía adolescente. El que libros como “Los Juegos del Hambre” (obra de la estadounidense Suzanne Collins) sean un bestseller mundial en la literatura juvenil puede considerarse todo un éxito para aquellos amantes de la literatura que veían con entre pena y resquemor cómo un bodrio tan grande como “Crepúsculo” colmaba las listas de ventas durante meses y meses. “Los Juegos del Hambre” es una historia que va mucho más allá del amor adolescente, pues aquí ciertamente es lo que menos se destaca. Aquí nos encontramos con una historia sugestiva sobre un futuro distópico donde el mundo ha perdido todos sus valores tras una guerra o una destrucción fulminante. El lector accede a una trama adulta disfrazada de un tono adolescente, y no al contrario. Ello es lo que hace de Los Juegos del Hambre una muy recomendable opción para los jóvenes (y, sobre todo, para las jóvenes) a quienes “Crepúsculo” y las modas literarias juveniles no ofrecen ningún tipo de aliciente intelectual. “Los Juegos del Hambre” ofrece algo de eso, aunque hablamos del libro, y aquí hemos venido a hablar de la película.
Una buena adaptación
Ninguna película es mejor que el libro en que se basa. Esta premisa, donde sólo un caso en la historia del cine conozco que no se cumpla (El Padrino de Coppola contra el libro de Mario Puzo), también se cumple cuando nos disponemos a visionar “Los Juegos del Hambre” (Gary Ross, 2012). El cine nunca podrá llegar a rodar la profundidad de historias, matices y pensamientos que la literatura ofrece, mientras que ésta nunca podrá tener la fuerza visual del séptimo arte. El cine y la literatura están condenados a coexistir, y buena prueba de ello es la ingente cantidad de adaptaciones que, casi en el 100% de los casos, el primero hace del segundo. Debido a que las grandes historias abundan poco, la literatura es fuente de inspiración continua, y muy pocos bestsellers se libran de su adaptación cinematográfica. En todos los casos diremos lo mismo, “ninguna película es mejor que el libro en que se basa”, pero ello no quiere decir que la película no sea buena, o entretenida, o incluso excelente.
Donald Sutherland, el presidente del Capitolio, el cruel gobierno de un país posapocalíptico llamado Panem.
La película “Los Juegos del Hambre” no es excelente, pero sí llega a grandes cotas en puntos en que la novela también sobresale. El argumento parte de una historia muy original, a saber: en los restos de un mundo tras una guerra devastadora, una nación llamada Panem gobierna sobre lo que antes era Estados Unidos. Un imponente Capitolio ejerce un control totalitario sobre doce distritos aislados entre sí. Con el fin de que la gran guerra no vuelva a resurgir, el Capitolio organiza un macro-evento televisado en forma de tributo a la paz: cada distrito envía un chico y una chica entre doce y dieciocho años para que participen en los Juegos del Hambre, una lucha a muerte entre todos donde sólo uno debe ser el vencedor, que será colmado de gloria y riquezas. La protagonista de esta historia es una joven del distrito doce, el más pobre de Panem, Katniss Everdeen, de dieciséis años. Ante la elección de su pequeña hermana para participar en los Juegos del Hambre, Katniss decide presentarse voluntaria en su lugar.
Katniss sustituye a su hermana pequeña, quien debía de acudir a los 74 Juegos del Hambre por sorteo.
Katniss y los "terribles" Juegos del Hambre
El personaje de Katniss lo tiene todo para convertirse en la heroína de miles y miles de chicas en todo el mundo, hasta el punto de que muchos estudios la convierten en todo un símbolo del feminismo contemporáneo. Es combativa, autosuficiente, decidida y, sobre todo, no necesita de ningún chico para conseguir sus propósitos. El amor surge en ella más como una especie de estratagema para continuar en los Juegos del Hambre que de forma natural. En la película, a pesar del esfuerzo de la guapa Jennifer Lawrence, la Katniss del libro se difumina un poco ante las exigencias de una película de Hollywood. A pesar de perder algo de fuerza, el personaje resulta convincente (sobre todo para quienes no hayan leído la obra original), siendo la actuación más reseñable en un elenco donde poco más podríamos destacar.
Katniss, preparada para los Juegos donde de 24 jóvenes sólo uno debe quedar con vida.
Lo mejor de la película es, como decíamos, aquellas partes en que más se asemeja en la novela. Ambientación, decorados, vestuario y la trama antes de los juegos del hambre están realmente conseguidos. Pero la película adolece quizá cuando más tendría que brillar, en los propios Juegos del Hambre. La pregunta sería si con otro director esta adaptación hubiese resultado algo mucho mejor. Gary Ross filma los Juegos cámara en mano y el resultado es una escena mareante tras otra. Asimismo, la acción que en el libro te deja pegado a las páginas aquí no llega siquiera a una mínima cota de tensión, y los Juegos se vuelven algo lentos y predecibles.
A vida o muerte en los Juegos del Hambre, ¿llegaremos algún día a una cruel realidad parecida?
Aun así, “Los Juegos del Hambre” es una buena película adolescente en la que los adultos encontrarán un trasfondo político muy interesante y donde los más jóvenes disfrutarán con las aventuras de la amazona Katniss. Otros, por el contrario, no se contentarán ni con lo uno ni con lo otro, y dirán que ésta no es siquiera una buena película. Yo, que disfruté con los libros (y no suelo “perder el tiempo” con literatura juvenil), quizá tenga una opinión condicionada ante la obra. Aun así, ello me hace conocer “Los Juegos del Hambre” en profundidad, y poder decir que ésta no es una mala adaptación, a pesar de todo cuanto se pierde en comparación con la novela, y que como película tampoco es mala, a pesar de los contras que he expuesto antes. La original historia, la ambientación futurista y la protagonista bien valen las casi dos horas y media de metraje.
Cartel de "Los Juegos del Hambre" (Gary Ross, 2012)