El realizador iraní Asghar Farhadi saltó al estrellato en 2011, cuando su película 'Nader y Simin. Una separación' se hizo no sólo con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, sino también con el reconocimiento de multitud de asociaciones que la consideraron una de las mejores cintas estrenadas ese año. A mí, como a tantos otros, el drama con toques de thriller de este matrimonio ante la decisión más difícil de sus vidas (abandonar Irán o permanecer en el país) me cautivó. Por eso, al igual que esos tantos otros, no he podido resistirme a ver el nuevo trabajo de Farhadi, 'El pasado'.
'El pasado' ha llegado a nuestros cines, además, con un premio en el saco, el de mejor actriz para Bérénice Bejo en el último festival de Cannes. Razón de más para no perderse el que es un nuevo drama sobre la familia, las relaciones de pareja, los secretos y las acciones que parecen inofensivas pero que acaban convirtiéndose en errores que marcan para siempre.
Sin embargo, aunque Farhadi vuelve a crear una historia emocionante, complicada, llena de matices y muy, muy real (tanto que el espectador llega a tener la sensación de encontrarse en la misma habitación que los protagonistas), el resultado no resulta inolvidable como sí lo fue en 'Nader y Simin. Una separación'. Pero no seamos tan exigentes, porque, al fin y al cabo, una de las cualidades de las obras maestras es que forman una minoría.
'El pasado', o 'Le passé', como es su título original y que no sé por qué suena mucho mejor, nos habla de la larga sombra que nuestro pasado deja caer sobre el presente, y que motiva nuestras acciones, sentimientos y en ocasiones provoca un tormento difícil de superar. El pasado, pasado está, pero en realidad no es así. Sólo lo decimos para poder soportar mejor los frutos que ha dejado.
La hija de Marie, como todos, también ha cometido sus errores
Para Marie, la madre de familia que interpreta Bérénice Bejo con maestría, el pasado, ese marido iraní que la abandonó y cuyo nombre es Ahmad, llama a la puerta y ella decide pedirle cuentas. Pero lo hace de la peor manera posible, con arducias, comentarios inoportunos (o todo lo contrario) y sin decir las cosas claras.
Él, un convincente Ali Mosaffa, se enfrenta al pasado que representa Marie con la paciencia de un hombre que sabe que él es sólo un personaje secundario, y efímero, en la complicada situación que atraviesan su ex mujer y su nueva pareja.
Marie y Ahmad, con cuentas pendientes
Para Samir, el novio de Marie, el pasado es su esposa, en coma tras un intento de suicidio, y las circunstancias que rodean ese episodio son las que hacen avanzar la trama. Pero el estado de la mujer no es sólo pasado, es presente, y muy probablemente también futuro.
Al final, lo que Asghar Farhadi quiere recordarnos con este notable drama que deja un sabor amargo es que lo pasado, como decía más arriba, pasado NO está. Y por eso, por mucho que nos cueste, tenemos que seguir avanzando.