Francisco Goya (1746-1828), sordos y enfermos, vive los últimos años de su vida en exilio voluntario en Burdeos, un Liberal protestando contra el gobierno opresor de Ferdinand VII. Vive con su mucho más joven esposa Leocadia y su hija Rosario. Sigue a pintar en la noche y en flashbacks revuelto por las conversaciones con su hija, por los terribles dolores de cabeza, y por el filtro de edad, que revive momentos claves en su vida, especialmente su relación con la duquesa de Alba, su descubrimiento de cómo quería pintura (insight proporcionado por obra de Velázquez) y su celebración para toda la vida de la imaginación. En todo momento, sus sueños se convierten en tableaux de sus pinturas.