Si se hubiera preguntado, a finales del año pasado, qué película batiría el mayor número de récords en taquilla en 2014, dudo que muchos hubieran contestado: 'Ocho apellidos vascos'. Ni aunque la pregunta hubiera sido más específica y se hubiera limitado al cine español. La recaudación que está cosechando esta comedia sobre tópicos regionales no la esperaban ni sus propios creadores.
Y poco tiene que ver con que su presencia en las salas haya coincidido en el tiempo con la Fiesta del Cine que un año más ha superado las expectativas (más de 1,9 millones de entradas vendidas), porque la película de Emilio Martínez Lázaro lleva, en el momento que escribo este texto, 4 semanas liderando la taquilla en nuestro país. Así las cosas, 'Ocho apellidos vascos' es ya la tercera película española más taquillera de la historia y la primera (sí, la primera) si únicamente tenemos en cuenta las rodadas en castellano.
Dani Rovira y Clara Lago se enamoran en '8 apellidos vascos' y enamoran también al público
Pero ahí no queda la cosa. El filme ha alcanzado el podio de las más taquilleras sin figuras internacionales en su reparto (como, por ejemplo, Naomi Watts en 'Lo imposible' o Nicole Kidman en 'Los otros'); sin una historia basada en otro material (como 'la aventura de Mortadelo y Filemón'); compitiendo con superproducciones norteamericanas ('Noé' y la segunda parte del Capitán América); y tratándose de una comedia romántica, una categoría que no suele atraer tantos espectadores a las salas.
Se trata, además, del típico boca a boca que a estas alturas no necesita promoción alguna para seguir llenando cines (vayas donde vayas, es muy probable que oigas a alguien hablando de la película). Con todo ello, resulta comprensible que muchas publicaciones ya hablen del filme como de un auténtico fenómeno, el 'fenómeno de los ocho apellidos vascos'.
Reírse de uno mismo
Dani Rovira es Rafa, sevillano de pura cepa que se hace pasar por Antxon, vasco, jugador de pelota y revolucionario
La clave de tamaño éxito radica en algo que tan bien funciona en los monólogos y que hasta ahora pocos habían probado en la pantalla grande: reírse de uno mismo. '8 apellidos vascos' parte de un guión de Borja Cobeaga y Diego San José, dos guipuzcoanos que no se muerden la lengua a la hora de ridiculizar los tópicos de su tierra. No en vano, se trata de dos de los creadores originales del programa de humor 'Vaya semanita' de la ETB, donde desde el kalimotxo hasta la kale borroka se tratan en clave humorística.
En la película de Emilio Martínez Lázaro ocurre lo mismo, pero además de los habitantes de 'las Vascongadas', los andaluces de pelo engominado y teléfonos móviles que suenan al ritmo de sevillanas también son objeto de las burlas amables de los guionistas. Y quiero remarcar el adjetivo 'amables', porque en ningún momento Cobeaga y San José pretenden reírse de las personas, sino reírse con ellas (otra historia bien distinta es cómo se lo tome cada uno).
Y lo consiguen. Vaya si lo hacen. Porque las salas de cine donde se proyecta la película no sólo rebosan espectadores, sino también carcajadas, y muchas. Yo misma llevaba años sin escuchar tantas risas en un cine.
Clara Lago y Karra Elejalde, tan tercos como cualquiera de Bilbao
Lo cierto es que el humor de 'Ocho apellidos vascos' funciona gracias a esos tópicos que forman parte de nuestra cultura compartida (un extranjero recién llegado no sabría apreciar la gracia que encierran la mayoría de las situaciones) y a una acertada mezcla de cotidianidad y extravagancia. Todo ello tratado, insisto, con cariño y complicidad, sin intención de entrar en terrenos escabrosos (las menciones a ETA son las justas) ni de hacer de los vascos o los andaluces una caricatura cruel.
Polos opuestos
Clara Lago y Dani Rovira, los polos opuestos se atraen
'Ocho apellidos vascos' también conquista con el trabajo de sus actores. Hubo quien, antes de ver la película, desconfiaba de la capacidad del monologuista Dani Rovira para liderar el reparto, pero supongo que a estas alturas habrá cambiado de opinión. Porque Rovira conquista con su ingenuo Rafa tanto cuando habla con acento andaluz como cuando, metido en la piel de Antxon, lo hace con acento de Bilbao. Es él quien arranca el mayor número de carcajadas y también quien consigue que el romance entre los protagonistas inspire emoción.
Porque su partenaire, Clara Lago, deja un poco que desear. Su personaje, Amaia, no termina de convencer como ese polo opuesto que enamora irremediablemente a Rafa. Tan pronto es la fría bilbaína que te amenaza con 'meterte una h...' (vamos a ahorrarnos las palabras malsonantes) como una joven enamorada que se derrite con los besos de su pareja. Confunde, no es creíble y, para colmo, el guión le reserva muy pocas líneas humorísticas.
Carmen Machi y Karra Elejalde, secundarios de lujo
Su papel queda aún más deslucido porque la labor de los secundarios es brillante. Karra Elejalde interpreta con maestría a un personaje caricaturesco, el del bruto pescador con corazoncito, mientras que Carmen Machi da lo mejor de sí misma en una Merche/Anne que aprovecha cualquier ocasión para robarle protagonismo a sus compañeros de reparto.
La combinación de ellos tres, Machi, Elejalde y Rovira, consolida la capacidad de deleitar a un público tan numeroso de la que presume 'Ocho apellidos vascos'.
Simpática, pero no brillante
Comedia previsible, con boda y todo incluida
Pero no nos engañemos. El filme de Emilio Martínez Lázaro no es una gran película. Una propuesta divertida, original y simpática sí, pero una cinta de calidad indiscutible... no. La falta de credibilidad de ciertas escenas molesta (¿una boda que se organiza en un día? ¿Y sin invitados por parte de los novios? ¿Y qué me decís de la pasividad de Merche ante la 'visita sorpresa' del sevillano?); el montaje falla en naturalidad y ritmo; y a la hora del desenlace se echan de menos sorpresas. Por otra parte, Emilio Martínez Lázaro parece no esforzarse en contar la historia en imágenes, lo que invita a pensar en qué podría haber sido de 'Ocho apellidos vascos' si la dirección hubiera recaído en otras manos.
Lo que está claro es que tal y como ha aterrizado en los cines se ha convertido en el fenómeno y la sorpresa del mes, el año e incluso la década teniendo en cuenta las cifras de recaudación. Ha supuesto, además, un alivio para las salas que echaban de menos los llenos de antaño y una estupenda noticia para el cine español que, como todos, sufre los efectos de la crisis económica.
Un fenómeno así tardará, seguramente, en volver a producirse, por mucho que sus autores se hayan apresurado en anunciar el rodaje de la secuela que comenzará en abril de 2015. La pregunta es, entonces, ¿qué región será la nueva diana de las bromas?