Review: Headhunters (2011)

Review: Headhunters (2011)

Escrito por Alejandro

No hay nada peor en el mundo que fingir una seguridad de la que se carece. Esta frase no es mía (creo recordar que procede de un libro de Michel Houllebecq) pero le viene como anillo al dedo a Roger Brown, protagonista de “Headhunters” (Morten Tyldum, 2011), un hombre empeñado en fingir ser alguien que no es y en tapar un complejo de inferioridad que acaba siendo su principal enemigo.

“Me llamo Roger Brown y mido 1,68. No hay que ser psicólogo para entender que eso hay que compensarlo.”

photo_7974.jpegRoger Brown lleva una vida que no cree merecer y no se puede permitir.

Con esta frase intenta justificar el personaje interpretado por Aksel Hennie su doble vida. Por un lado tiene una vida que cree no merecer y por otro se dedica al robo de obras de arte para financiarse. Aunque intenta por todos los medios que nadie descubra sus dos caras, sabe que está jugando a un juego muy peligroso que puede acabar en cualquier momento. Como juego que es, puede acabar bien (dando el golpe de su vida y retirándose) o mal (siendo capturado) y Roger Brown, un hombre temeroso, está a punto de descubrir cuál será ese final.

Complejo de inferioridad

La base sobre la que crece “Headhunters” es el complejo de inferioridad del protagonista. Un hombre con una teórica vida ideal como la suya: casado con una mujer espectacular, alta, rubia, guapa, inteligente, divertida, sofisticada y triunfadora, con una vivienda donde el lujo es lo primordial y con una carrera profesional prometedora como cazatalentos. Su único problema real parece ser su negativa a procrear, algo que ensombrece su, por otro lado, idílica relación.

Todo esto es una mera tapadera, porque su mundo se sustenta en su condición de ladrón de arte. Una ‘ocupación alternativa’ que le proporciona los recursos con los que compensar esas deficiencias (atractivo físico, tamaño) que cree tener a los ojos de su mujer Diana (Synnove Macody Lund). Porque él tiene la sensación de que ella podría tener a quien quisiera y que en cualquier momento puede decantarse por otro. Incluso esa negativa a tener un hijo esconde el miedo a que el retoño ocupe su lugar en el corazón de su amada e idolatrada esposa.

photo_5198.jpegLa pose lo es todo en la vida de Roger Brown.

La oportunidad y el peligro

La entrada en escena de Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau) va a encender la chispa que haga explotar la peligrosa vida de Roger Brown. Su mundo va a sufrir una sacudida a todos los niveles. A él le tocará comprender que es su propia existencia la que está en juego y que ya nada volverá a ser como antes.

Los ataques le llegarán por todos los lados. En el ámbito profesional, el que menos le importa a él y a Morten Tyldum, puesto que solo lo utiliza para aportar detalles a la persecución que se desencadena, se verá envuelto en una trama internacional de altos intereses empresariales. En su otra ocupación se le planteará la oportunidad de alcanzar la solución definitiva a todos sus problemas económicos pero el golpe degenerará en una sucesión de muertes y sangre. Por último, también se verá afectada su vida personal y la relación con su mujer, obligándole a cuestionarse lo único con lo que no puede lidiar: enfrentarse cara a cara con la duda de si ella lo ama o no.

Porque él puede ser un tiburón sin escrúpulos cuando los rivales llegan desde fuera, pero si es ella quien lo traiciona, le llegará el turno de aceptar que todo ha terminado y que su descenso a las cloacas (algo que se producirá de modo literal cuando huye de Greve y de su mortal perro) es el único camino posible.

photo_7867.jpegEl descenso a lo más bajo es literal.

Solo hay una solución: venganza

En el momento en que Roger Brown se ve sin nada que perder, es cuando se convierte en un arma más peligrosa. Estará en la posición que cree merecer y se dedicará solamente a vengarse ante los que cree responsables de su desgracia porque, básicamente, su castillo de naipes se habrá derrumbado. Y siempre será mejor hacérselo pagar a aquel que nos ha destruido que enfrentarnos a la realidad.

El fin de la historia le reservará una sorpresa que vendrá a demostrarle donde reside lo que de verdad importa en la vida, aunque esa, claro está, sea otra historia que poco tiene que ver con un thriller como “Headhunters”. Las relaciones personales, a diferencia de las profesionales, que se desarrollan paralelamente a la acción sí que tienen un peso dramático muy grande en la trama. Van a convencer a los personajes para que se decanten por un bando u otro en la disputa final que resolverá todas y cada una de las incógnitas que (en ocasiones de modo no muy sutil) hayan podido quedar en el aire a lo largo de la película.

photo_9695.jpegPara vengarse, habrá que sufrir y renunciar a todo.

Un thriller, nada más y nada menos

Es a lo que se reduce, y no es poco, “Headhunters”. Una película de acción interesante pero rodada de un modo  convencional. En la que se puede ir siguiendo en la expresión de la cara del protagonista los momentos por los que vamos pasando, con persecuciones y momentos límite y un final cerrado y sellado que supondrá un aprendizaje (o muerte) para todos los que han participado de un modo u otro en la acción.

Roger Brown creía que podía aprovecharse del mundo para lograr sus objetivos sin mancharse excesivamente las manos, pero tuvo que conformarse con explotar esas debilidades del mundo para lograr salir impune de una situación que amenazaba con llevárselo todo, a él el primero, por delante. Como premio a los que habéis llegado hasta aquí y ahora mismo ya tenéis ganas de ver “Headhunters” (Morten Tyldum, 2011) me abstendré de comentar si ese proceso que debe sufrir el acomplejado protagonista tendrá un final feliz o no.

photo_4138.jpegLa relación entre Roger y Diana es lo único que importa para Roger.

Como la película no procede del habitual Hollywood sino del menos común cine noruego, a pesar de que está rodada y planteada como cualquier otra película mainstream, puede que ese giro final nos ofrezca una resolución poco convencional, o quizás el mundo globalizado ha llegado al punto de igualar hasta la originalidad o falta de ella de los cineastas de tan diversas latitudes.