La vida de Adèle (2013)

La vida de Adèle (2013)

Escrito por Alejandro

Gran película, la mejor del año, ejercicio estilístico, potencia física, conmovedora, intensa, real, verdadera, coñazo, tres horas que no volverán, el punto de vista falla, increíble… Así podríamos seguir hasta que nos durara la imaginación o se nos cansaran las manos de teclear. Los habituales prejuicios (buenos y malos) a los que se someten todas las películas llamadas de autor se quedan en nada ante “La vida de Adele” (La vie d’Adèle, Abdellatif Kechiche, 2013) porque, y aquí es el momento de crecerse, estamos ante un acontecimiento cinematográfico. Y todo ello en una película que no es más que una historia de amor, tan real como la vida de cualquiera de nosotros, entre dos mujeres que pasa por las fases por las que discurre cualquier relación sentimental.

Para acercarnos a ella, utilizaremos tres vías. Empezaremos por lo que rodea a todo acontecimiento merecedor de atención, como es el caso de la película que nos traemos entre manos. Seguiremos con las propias imágenes que Abdellatif Kechiche y su equipo nos brindan, a través de dos actrices como Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux. Para acabar con lo que “La vida de Adèle” supone para nosotros, pobres espectadores del espectáculo fílmico al que estamos asistiendo.

0c3e65cbe114e514149eef7cd1b12fb1La cámara siempre está muy cerca para captarlo todo.

Antes de lanzarnos, no habría que olvidar la obra de la que procede de un cómic, “El azul es un color cálido”, publicado por Julie Maroh en 2010. Una historia que Kechiche utilizó como punto de partida, pero de la que rápidamente se alejó (de modo injusto según algunas fuentes) pero que, como la propia autora explica, demuestra que las obras, una vez abandonan a su autor, son libres para ser recogidas por otro que quiera contar una nueva historia. Un auténtico ejercicio de humildad y tolerancia por parte de Julie Maroth que también demuestra la altura de la artista.

Abdellatif Kechiche: alrededor

“La vida de Adèle” recibió el apoyo unánime de la crítica. Fue premiada en el festival de Cannes y todos los expertos loaron sin cesar a la película de Kechiche. Algo que no suele tener mucho que ver con el recorrido de la película fuera del propio certamen. Sin embargo, la película recibió también atención por dos caminos que le garantizaron una cuota de atención superior. 

5f6cff9a82dabbcd8df0b833549716c1Cada gesto, cada mirada de Adèle, es recogido.

Por un lado, el tema morboso de ver la relación sexual lésbica de un modo explícito. Todo el metraje de “La vida de Adèle” es una búsqueda de la verdad física, de reconocimiento del cuerpo. No solo en lo que se refiere a relaciones sexuales, sino en otros aspectos cotidianos como comer, hablar o, simplemente, mirar. Centrar la atención, por tanto, en unos diez minutos concretos (estamos hablando de una película que dura 180) solo puede llevarnos a discursos puritanos si queremos censurar la película o a valorar si las relaciones sexuales son realistas o no (a este respecto circulan vídeos por internet en el que las espectadoras comentan lo naturales o no que son ciertas posturas) si el problema es que el director sea un hombre.

Por otro está la polémica suscitada por las condiciones impuestas por Kechiche durante el rodaje. Sin ánimo de hacer apología de la explotación laboral ni nada por el estilo, decir que si el problema era el exceso de perfeccionismo del director, el resultado final, obviamente, le da la razón. No es, de todos modos, el primer director/directora acusado de exigir hasta el extremo a los actores y al equipo al que dirige. 

Adèle Exarchopoulos (Adèle): dentro

El argumento de “La vida de Adèle” no destaca por su originalidad. La joven Adèle (Adèle Exarchopoulos), en sus últimos años de instituto, está en proceso de descubrir el mundo. Siente la presión de su entorno y hace lo que puede para conocerse y comprender aquello que le rodea. En ese camino, deberá cuestionarse si aquello que había dado por sentado funcionaba realmente así.

c03d14ee1bc3dceeb057a061d65020a1Al principio todo es nuevo y excitante...

Todo se mueve por los cauces habituales hasta que se cruza con Emma (Léa Seydoux). El inicio de la relación entre ellas será una representación perfecta de los primeros pasos de cualquier relación sentimental. Ese punto en el que todo es mágico, apasionado, cada palabra y cada momento son perfectos y la conexión es total a todos los niveles. Es lo que podríamos definir el período azul. Un primer capítulo marcado por el color de pelo de Emma.

Un simple cambio de tinte (paso del azul al rubio) marca el paso de esa primera fase a una segunda más adulta, donde ambas mujeres, ya están instaladas como pareja. La rutina ha ganado terreno y se materializa contaminada por el choque de dos mundos que plantean la verdadera cuestión que deben afrontar como pareja: ¿qué tienen en común , ¿qué les une más allá de su evidente conexión física  Un reto al que se enfrenta cada pareja que ha decidido afrontar un proyecto común, y que Adèle y Emma también deben superar.

11a14b4ca952aa0caf36074fccbf8775... pero llegado un punto, pondrán su relación a prueba. 

Léa Seydoux (Emma): fuera

“… la película despliega a lo largo de sus fugaces tres horas, en una persecución infatigable, honesta y respetuosa de esa verdad física y emocional que la cámara consigue capturar en todos y cada uno de sus fotogramas”. Carlos F. Heredero en Caimán. Cuadernos de Cine nº 17 junio 2013

Palabras de un crítico profesional, con una larga experiencia en el sector, que demuestran, al margen de una actitud analítica, una profunda pasión por lo que ha visto y experimentado durante y después del visionado. Porque esa es una de las más grandes virtudes de “La vida de Adèle”, como permanece más allá de esas fugaces tres horas, como dice Carlos F. Heredero. 

bb061f3c7c170fc004a42a8b320f8b68Lo que parece el final del camino, no es más que otra parada.

Cuando vuelves sobre ella ves verdad, realidad y un detalle que me tenía mosqueado antes de ir al cine. Había leído ciertas críticas respecto al hecho de que se notaba en exceso que el punto de vista desde el que estaba contada la historia era marcadamente masculino. Después de verla, y a pesar de la perogrullada que supone reconocer que yo también soy un hombre, quiero decir que la película de Abdellatif Kechiche consiguió que obviara el hecho de que las protagonistas fueran dos mujeres, eran dos personas relacionándose lo mejor que podían o sabían. Un objetivo muy difícil de alcanzar pero que “La vida de Adèle” (La vie d’Adèle, Abdellatif Kechiche, 2013) logra ampliamente.

Al fin y al cabo, y creía que no me iba a atrever a soltar la proclama, estamos ante la mejor película del año.

Paula

Soy lesbiana y ver esta película me ha producido un profundo asco y rechazo de ver cómo un cabrón morboso nos reduce tristemente a lo mismo de siempre: meros objetos de morbo. Aquí no hay ninguna profundidad, ningún guion brillante, ninguna trama ni problemática trascendente…. nada más que 15 minutos de sexo salvaje para dar morbo y ganarse a la crítica masculina, y vender una película que no es más que pornografía fácil y gratuita disfrazada de la historia de amor más increíble jamás contada. De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Esta peli no ofrece nada más que el morbo de la homosexualidad femenina y, sobre todo, las imágenes explícitas que lo corroboran. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo realista hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes. Qué asco y qué pena. Este bodrio, o, perdón, como muchos se empeñan en afirmar, la muestra suprema del amor universal jamás filmada en el séptimo arte, es una verdadera estafa. Las propias lesbianas somos tan críticas con esta película precisamente porque nos vemos reducidas a una fantasía absurda de un hombre heterosexual, posturas ridículas y una actitud como de “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo”. Teniendo una historia tan maravillosa como la que tenía, con un temazo a desarrollar, un punto de partida estupendo en la obra original para trabajarlo y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche ha malgastado sus 180 minutos de película en tijeras y cunnilingus. A “La Vida de Adèle” le falta verdad y le sobran erecciones. En su cómic, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante el proceso de aceptación de su diversidad sexual, además de presentar una historia de amor excelente, bien cuidada, respetuosa, estética. Pero la prioridad de Abdellatif Kechiche ha sido ejercer de dictador. Él quería sostener la lupa como un voyeur dándose el lujo de exigir todas sus fantasías desde el lugar más privilegiado. No nos extrañe pues que Maroh haya denominado a esta película “pornografía para mentes masculinas”. Conste que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado, como por ejemplo sucede en el cómic. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica. Podía haber sido una escena de sexo rodada con respeto, buen gusto, erotismo y sensibilidad y no quedarse en el puro morbo de un director tiránico que parece regodearse en las tijeras y el cunnilingus mientras filma para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como otra cosa. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual y obsesivo. Por ejemplo, una película como Nymphomaniac es bastante más honesta que ésta en cuanto a propósitos y objetivos, ya que no miente al presentarse a sí misma: “FORGET LOVE” es su frase de presentación y en ningún momento reniega de sus escenas pornográficas o de sexo explícito. Pero Kechiche hace todo lo contrario, muy hipócritamente: rueda escenas claramente pornográficas y de bastante mal gusto y nos las quiere hacer tragar no sólo como necesarias sino como demostración de la pasión más auténtica. Pues por eso yo no paso, lo siento mucho, no quiero que se me tome por idiota. Lo que ha rodado este hombre es porno, se ha recreado en él y en las actrices y ha querido hacerlo así para llenar más salas, crear más audiencia y alimentar más morbo (sobre todo el masculino). En el cómic las escenas de sexo no tienen nada que ver. Son explícitas, sí, pero no se recrean injustificadamente ni ofrecen morbo gratuito no resultan tópicas o insultantes. Son naturales, sugerentes y estéticas. En la película no veo más que tetas bamboleantes y posturas ridículas propias de un vídeo de Youporn. Así que no nos hagamos los suecos. Si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” (o una película protagonizada por dos chicos en lugar de dos chicas), ni de coña nos habría deleitado con 10 "súper necesarios y súper justificados" minutos de "bellísimo" sexo anal, ni los críticos la habrían considerado tan brillante. Dejémonos de querer hacer comulgar con ruedas de molino, que todos sabemos por qué ha sido tan alabada y premiada, y no precisamente por su "impresionante" fotografía ni su "profundísimo" guión. Pura hipocresía al servicio del morbo gratuito.

carla

Estoy MUY harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura... Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica. El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos... sólo sexo explícito, posturas ridículas y morbo insultante. La mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que yo veo es pura recreación pornográfica con fines comerciales, y todo en esas escenas lo delata (la cámara fija, el plano frontal, la vaiedad absurda de posturitas, la concepción del espectador como mero voyeur al que excitar...). El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas me parecen cuentos y engaños bastante perversos. Son simplemente una fantasía pornográfica que nos quieren vender disfrazada de historia de amor profunda y trascendental, y que muchos se han creído.

Laura

En mi opinión, esta película no es más que una historia de amor como otra cualquiera, en la que simplemente hay escenas de sexo entre dos mujeres, lo que suele ser poco habitual en el cine. Como persona homosexual, no he visto nada de raro en éstas, ni son raras, ni poco habituales, ni difíciles de hacer, con lo cual no entiendo este tipo de críticas. Opino que si hubieran sido escenas entre un hombre y una mujer, no se criticaría de este modo, ya que sería visto de una manera completamente normal, y nadie pensaría que esos 15 minutos de película pudieran ser una fantasía porno de cualquier director.

Alejandro

Buenas tardes, muchas gracias por iniciar este debate sobre "La vida de Adèle". No me parece muy justo centrar el análisis de una película que dura 180 minutos en una pequeña parte. Las escenas sexuales solo reflejan una parte más de la relación entre las dos protagonistas y no son el eje sobre el que pivota la película. Mi sensación mientras la veía fue, como ya indico en el artículo, que estábamos ante una historia de amor entre dos personas. Obviamente, a mí me puede parecer bella, realista y lo que sea y a otras personas no, pero en ningún caso me parece una película obscena o alejada de la realidad.

Sí que estoy de acuerdo con la apreciación de que si la historia de amor fuera entre dos hombres, las escenas de sexo serían mucho menos explícitas o directamente no aparecerían, pero eso, en lugar de un ataque en concreto al director de "La vida de Adèle" (es una mera suposición lo que haría o dejaría de hacer ante tal situación), es una crítica, muy acertada, al conjunto de la sociedad.

Silviasan

Yo creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el sexo y eso probablemente es el primer punto de inflexión donde se arruina la película.

Me acuerdo de “Fucking Amal”, de Lukas Moodyson, una película muy sencilla y honesta sobre adolescentes lesbianas que dura la mitad de tiempo, que no se recrea innecesariamente en trucos facilones (léase sexo explícito) y que logra transmitir bastante más de lo que logra Adele en tres larguísimas horas.

En relación con esto, mi principal motivo de queja y frustración con esta película (que por muchos motivos me resulta un compendio de tópicos facilones sobre la homosexualidad con un guión naïf e inocentón en exceso que camufla sus carencias bajo toneladas de sexo explícito absolutamente injustificado y que denota una visión masculina obvia) es la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. Esta escena sí que es vital para la trama y no la de las tijeras, por ejemplo, a la que se dedica una atención que roza el ridículo. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? ¿Es que no eran suficientes? Resulta incomprensible. Si alguien sabe darme una explicación a esto se lo agradecería, porque yo no la encuentro y me da mucha rabia que se haya eliminado una escena tan importante.

paula

Muchas lesbianas estamos muy hartas y muy indignadas de escuchar tantas mentiras sobre esta película. Si alguien quiere hacer porno, que lo haga, pero que no lo justifique haciendo ver que defiende algo o a alguien y sobre todo que se atreva a llamarlo por su nombre y a no disfrazarlo de otra cosa. Está claro que a los hombres heterosexuales el tema lésbico les encanta y les atrae muchísimo, pero se les ve mucho el plumero para que luego lo nieguen con tanta hipocresía... Lo que ha rodado Kechiche no es arte, es simplemente pornografía para canalizar sus propias fantasías y disfrazarlas a través de tres horas de "pasión", "filosofía de los cuerpos" y "sensibilidad", y si algo me molesta especialmente en esta vida es que traten de venderme una moto falsa o que quieran hacerme comulgar con ruedas de molino.

Nos ha costado mucho que a las lesbianas se nos respete (y aún nos sigue costando diariamente) para que nos tengamos que ver expuestas de este modo y se nos visibilice sólo para fomentar el mito erótico frente al público mayoritariamente masculino, lo cual además resulta de muy mal gusto y muy frustrante, porque sentimos que es como si al exponer nuestro disgusto nos increparan: "¡Encima que os visibilizamos y de una manera artística además, os quejáis cuando deberíais aplaudir, sois unas histéricas y unas puritanas!". Es casi como cuando las mujeres se ven "obligadas" a agradecer ese piropo que reciben por la calle sin haberlo pedido. Sinceramente creo que el día que veamos penes en pantalla con la misma frecuencia con que vemos coños y tetas podremos empezar a hablar de igualdad... y hasta que no vea una película de este mismo director que se recree durante diez minutos en dos hombres gays practicando un “justificadísimo” y “bellísimo” sexo anal seguiré pensando que Kechiche es un vulgar onanista y sólo ha buscado plasmar su propia fantasía y la de muchos hombres.