Después de un año y pico en Spoiler ha llegado el momento de ser un poco más pedante. Tampoco es que vaya a ser una cosa exagerada, pero sí que se exige un cierto aguante. Porque vamos a analizar “Apartamento 1303” (Apartment 1303 3D, Michael Taverna, 2012), el remake norteamericano de “Apartamento 1303” (Apartment 1303, Ataru Oikawa, 2007), de un modo peculiar.
Para realizar este humilde análisis comparativo nos serviremos de las limitaciones que la escritora húngara Ágota Kristof se autoimpuso a la hora de escribir su novela “El gran cuaderno”. Kristof nos ofrece en ella una auténtica lección de estilo, muy cinematográfico si se me permite el apunte,
El piso tiene una pinta excelente
El gran cuaderno de Ágota Kristof
"Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitar usarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos." Capítulo: Nuestros estudios en El gran cuaderno de Ágota Kristof
Las órdenes de Ágota Kristof nos vienen como anillo al dedo puesto que el género en el que se enmarcan ambas películas es el de terror. Por tanto, los ambientes y las sensaciones, lo sugerido antes que lo mostrado, serán decisivas. Veremos si Michael Taverna mejora, o alcanza, a Ataru Oikawa o si el paso del cine japonés al hollywoodiense (en 3D, por encima) provocó que nos quedáramos con una producción más del montón. Para hacerlo nos centraremos en dos situaciones concretas, que serán simplemente descritas, sin menciones a sentimientos e impresiones, y será labor del lector valorar el mérito o el demérito de Taverna. Para el final reservamos la simple opinión del que escribe.
Michael Taverna nos "regala" momentos inquietantes... y en 3D.
Dos descripciones: caso 1
Para empezar, vamos con los primeros minutos de ambas películas y siempre mantenemos en la mente las indicaciones de Ágota Kristof. “Apartamento 1303”, versión USA, arranca con una sucinta presentación de las protagonistas. Janet (Julianne Mitchell) es una joven que ha decidido independizarse. Ha alquilado un piso sin verlo antes para alejarse de la casa familiar, donde viven su hermana Lara (Mischa Barton) y su madre (Rebecca De Mornay), música con evidentes problemas con el alcohol y con un relativo éxito pasado.
Rápidamente pasamos a la llegada de Janet a su nuevo apartamento. Los primeros minutos serán un tanto extraños puesto que una niña que se cruzó en la entrada aparece también en el decimotercer piso en cuanto sale del ascensor. Ya en el piso, sus primeras palabras son “es perfecto, es una pasada”, una impresión que la va a durar poco puesto que empieza a escuchar ruidos. Teniendo en cuenta que tiene las ventanas abiertas y que hay bastante viento, los nervios parecen un poco precipitados.
Una bajada de tensión, rápidamente solucionada y una inquietante visita a las vecinas, en la que la niña que se cruzó al entrar contribuye a su desasosiego al decirle que la anterior inquilina se suicidó y que el apartamento es malo. No llevamos ni diez minutos de película y ya reconoce que “este apartamento me pone nerviosa.”
Cualquier cosa puede provocar la ruptura del precario equilibrio que se plantea.
El primer contratiempo serio lo tiene cuando el encargado de mantenimiento del edificio, que teóricamente sube a comprobar que la bajada de tensión, la acosa sin mucho disimulo (zafia copia de la película original, aunque allí la situación estaba bastante más justificada). La cosa no pasa a mayores porque la chica mantuvo en todo momento la cadena de la puerta puesta.
A punto de perder los papeles, llama a su novio (Corey Sevier) para intentar calmarse. Éste ni se inmuta ante la historia del encargado y para intentar quitarle hierro al asunto le pregunta si está colocada, puesto que Janet ya afirma que el apartamento “la pone nerviosa, huele a podrido y puede sentir que hay alguien muerto allí.”
Llegado el minuto veinte de la película, los espectadores ya vemos a ese “fantasma” del piso, pero la desdichada joven todavía no. Ella, ya bastante alterada, se toma una pastilla para dormir y se acuesta. Exactamente veintiocho segundos después de ingerirla se incorpora y ve una sombra tras la puerta de la habitación. Llorando, se levanta y va hacia la puerta. En ese momento, un ente se materializa delante de ella y la lanza violentamente por el aire. Choca contra la pared y cae inconsciente sobre la cama.
Las sombras hacen su aparición desde el primer momento, aunque los efectos no sean siempre los deseados.
La pantalla se funde en negro con la joven sobre la cama y tras este momento pasamos al día siguiente. Janet está en su puesto de trabajo, con varios moratones. Habla con una compañera y le cuenta todos los males de su nuevo apartamento, obviando el incidente con el encargado y su encuentro con el fantasma.
Los primeros minutos (los mismos veinte) del “Apartamento 1303” original, para no alargarnos, nos presentan en primer lugar al verdadero protagonista de la película, el piso, y ya ofrecen dos muertes. En una de ellas, una chica, que estaba dentro del apartamento con varios amigos, se suicida delante de ellos después de ponerse un casco de moto y avisarles de que se lo ha puesto para no partirse la cabeza cuando llegue al suelo. La caída es de trece pisos.
Caso 2
El segundo detalle en el que vamos a pararnos es, cuando ya Janet ha muerto y su hermana Lara ocupa el apartamento. Hasta en dos ocasiones se le aparece su hermana muerta. Primero cuando se está bañando, también dentro de la bañera y sin ojos y después cuando se está lavando la cara. Primero la ve en el espejo y, al darse la vuelta, después le habla. No como una aparición difusa, sino claramente. Le dice que “ella” (la antigua ocupante del piso) va a matarla. No parece que los avisos surtieran efecto porque Lara vuelve a la habitación haciendo algo tan natural como doblar un pantalón. Entonces oye un ruido y al abrir el armario, ve a una mujer. Ahí sí grita y acude el novio de su difunta hermana, que la vigila por las noches. Éste, en su papel de protector, intenta calmarla y consigue que descanse, sus promesas no pasan de un vago “todo va a salir bien.”
No cabe duda de que la resistencia de ambas hermanas es muy diferente.
En la película original, también la hermana de una de las muertas es la que investiga los sucesos (teóricos suicidios de jóvenes), aunque no aguanta en el fatal apartamento ni una noche ante la evidencia del peligro y lo extraño que es todo.
Michael Taverna y el desenlace
Ha sido un largo camino. Pero llegados a este punto, hay que reconocerle algo a Michael Taverna. Es posible que su película no dé miedo porque no logró plasmar el ambiente que sí tiene la cinta de Ataru Oikawa, pero también da la impresión de que él es consciente de este punto. Por eso, para el final de “Apartamento 1303” (Apartment 1303 3D, Michael Taverna, 2012) nos reserva una sorpresa en forma de renuncia. Él no ha podido con lo que exigía el dichoso numerito y acaba rindiéndose. Levanta la bandera blanca y acepta que los fantasmas, entes y demás signos de lo oscuro que pueblan la vivienda derroten a sus protagonistas. Por eso caen como moscas en los instantes finales y muertes y desgracias son ofrecidas como ofrenda al maligno. Todo con tal de acabar con el sufrimiento, esperemos que no sea el de los espectadores, aunque eso también quede sujeto a interpretación.