Grandes esperanzas (2012)

Grandes esperanzas (2012)

Escrito por reyloren

He de confesar algo: suelo reservar este espacio de críticas para películas que de alguna u otra manera me conmueven, puesto que considero que son ellas las que merecen que teclee mil palabras (o las que salgan) para comentar su historia y puesta en escena. En ocasiones decido el filme del que hablaré después de verlo, cuando la balanza de las sensaciones dejadas se inclina hacia el lado positivo. Otras me dejo llevar por las expectativas y cuando me siento a ver una película ya sé que más adelante escribiré sobre ella porque doy por hecho que me gustará bastante. Así sucede la mayoría de las veces salvo unas contadas excepciones como, por ejemplo, hace dos días, cuando ‘Grandes esperanzas’ de Mike Newell (Great expectations, 2012) me dejó sorprendentemente fría.

Las grandes obras de la literatura del siglo XIX destacan por la fuerza de su argumento, una virtud que sólo con mucha destreza también acompaña a la versión cinematográfica. Y que, por norma general, se consigue más fácilmente si la adaptación respeta la historia y el contexto del libro. En los últimos años Joe Wright con ‘Orgullo y prejuicio’, Cary Fukunawa con ‘Jane Eyre’ o Tom Hooper con ‘Los miserables’ han logrado trasladar las fuerza de las novelas originales a sus películas. Quizás por eso pensé que Mike Newell, creador de uno de los títulos más resultones de la saga de Harry Potter (‘El cáliz de fuego’) y rodeado de algunos de los mejores nombres del cine británico, lograría lo mismo con el conocido trabajo del gran Charles Dickens, más cuando acaban de cumplirse 200 años del nacimiento del novelista. Sin embargo, no ha sido así.

photo_5345.jpegJeremy Irvine es Pip, el héroe de la historia

Grandes esperanzas’ es una de las obras más conocidas del genio inglés. Publicada por primera vez entre 1860 y 1861, narra la historia de Pip, un huérfano que verá cómo los acontecimientos que vive de niño y los personajes que se cruzan en su camino marcarán su destino para siempre. La novela habla de las diferencias entre clases sociales, las relaciones imposibles, la capacidad de amar, la venganza, el honor y muchos otros temas. Su trama es una de esas joyas de la literatura que ha visto incontables adaptaciones en la pequeña y la gran pantalla. La última, la que aquí cuenta, puede presumir de figurar entre las más fieles a la historia original, pero está lejos de situarse entre las mejores.

Sin emoción

Mike Newell dirige una película fría, que carece de emoción, presenta los acontecimientos de manera apresurada e incluso brusca y, sobre todo, resulta aburrida. Falla el ritmo y predomina una realización anodina donde se añora la fuerza y el dramatismo propios de la obra de Dickens.

photo_1896.jpegLos sentimientos que les mueven de niños...

Así, la evolución que aparentemente sufre Pip de ingenuo chico de campo a orgulloso caballero de Londres, y que supone el pilar fundamental del relato, apenas se aprecia. Por otro lado, su relación de amor imposible con Estella, la presuntuosa niña que le enamora de pequeño y le hace sufrir de adulto, transmite muy poca pasión.

Podría apuntarse que los personajes están mal dibujados o, mejor dicho, carecen de evolución a lo largo de la trama. Pip siempre transmite ingenuidad, Estella soberbia, la señorita Havisham está loca de remate y el pobre Magwitch no deja de ser eso, un pobre errante.

En realidad, no sé si será más culpa de Newell o del guión que firma David Nicholls, o incluso de la labor de edición que parece no preocuparse por generar intriga, pero ‘Grandes esperanzas’ puede resultar una gran decepción para los enamorados de Dickens y sus personajes.

photo_2873.jpeg...no cambian un ápice cuando son adultos

Calidad interpretativa

No obstante (todo tiene su lado positivo, ya lo sabéis), el trabajo de los actores sí es reseñable. Lo cual puede indignar aún más porque uno puede ser propenso a imaginar qué hubiera sido de sus interpretaciones en un continente más logrado. El joven Jeremy Irvine, descubierto por Steven Spielberg en ‘Caballo de guerra’, toma las riendas de esta historia universal con mucha soltura para tratarse de un papel de tanta responsabilidad. Convence como el joven Pip, aunque se echa en falta una faceta más cruel y amarga.

A Holliday Grainger, por su parte, no se le puede protestar nada. La joven actriz está perfecta como la altiva Estella y, ella sí, deja entrever el complicado mosaico de emociones que oculta su personaje.

Los otros dos grandes nombres del reparto son, valga la redundancia, dos grandes nombres del cine inglés (y anglosajón en general). Ralph Fiennes cuenta con una imponente presencia que, sin embargo, no exprime tanto como hubiera sido deseable en su rol del misterioso Magwitch. Su paso por la historia parece, de hecho y tristemente, anecdótico, mientras que sus encuentros con Pip podían haber dado para mucho más.

photo_7759.jpegUn Ralph Fiennes poco temible

En cuanto a Helena Bonham-Carter, la esperpéntica señorita Havisham, a nadie le sorprenderá verla permanentemente vestida de novia y rodeada de telarañas. La actriz se ha especializado en personajes raros y con algún tornillo de menos y si ha sido así es, precisamente, porque esos papeles le sientan como un guante.

Otro nombre destacable es el de Robbie Coltrane, más conocido por muchos como el entrañable Hagrid de la saga de Harry Potter. Coltrane resulta creíble, vale, pero su personaje de abogado Jaggers acaba siendo tan opaco al final como era al principio.

Esperar más

En realidad, son muchas las respuestas planteadas por el guión que nunca se responden. Se puede argumentar que condensar una extensa novela en una película de 2 horas es tarea complicada e implica dejarse tramas en el tintero. Pero cuando cuentas con un reparto respetable, una ambientación espléndida (lúgubre como la vida solitaria de la señorita Havisham) y la experiencia anterior de numerosos cineastas en distintas épocas y formatos, tiendes a albergar grandes esperanzas.

photo_1016.jpegLa señorita Havisham, un personaje que parece hecho a la medida de Helena Bonham-Carter