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De "A puerta fría" a "Nueve reinas": personajes y cinismo

Escrito por alejandro

La una de la mañana es una hora tan buena como otra cualquiera (si no toca madrugar al día siguiente, claro) para sentarse delante de la televisión. Sin anuncios previos ni cortes en medio de la película. Así apareció hace algunas semanas por tve “A puerta fría” (Xavi Puebla, 2012); después de ochenta minutos clarificadores, una pregunta sobrevolaba el ambiente: ¿Cuál es la función primordial del cine?

En pleno verano del 2015, con la cartelera poblada de terminators, catástrofes, minions o Vengadores procedentes de Hollywood, las últimas películas de Isabel Coixet, Christian Petzold o, incluso, un film póstumo de Alain Resnais la pregunta sigue siendo pertinente. Podríamos entrar por lo de puro y duro entretenimiento, un negocio por encima de todo en un mundo donde la rentabilidad manda o permanecer fieles a lo del séptimo arte, herramienta necesaria para comprender la realidad, la actualidad o la historia. No faltarán adeptos para cada una de las vertientes y, la verdad, es que no son necesariamente excluyentes, aunque el predominio de una de ellas sobre las otras las diferencie y delimite su proyección comercial.

5d2da969ee9748c162305fa747b5fba8Antonio Dechent y María Valverde convencen como representantes de sus generaciones.

“A puerta fría” debería encuadrarse en esas que buscan una comprensión más o menos acertada (e incisiva) de la actualidad. Es su punto fuerte y a la vez su mayor debilidad, puesto que el conjunto (esas otras opciones con las que arrancábamos, rentabilidad, interés del público) sufre debido a las ideas, los ambientes, el ritmo y las generaciones tan perfectamente definidas.

Acción frente a comprensión: la definición de dos generaciones

La caracterización de Salva (Antonio Dechent) e Inés (María Valverde) asusta por lo realista y por lo que implica. El primero parece fuera de lugar. Vivió los buenos tiempos; nos habíamos montado un chiringuito en el que nos creíamos importantes y el crecimiento no tenía fin. Cuando la fiesta se acaba, toca pelear por las migajas de los auténticos jefes, representados por ese Battleworth (Nick Nolte) con autoridad para pedir aquello que se le antoje. 

El resultado es que solo una barra y un vaso de cualquier líquido milagroso a la hora más insospechada del día ofrecen consuelo ante el inevitable descenso. El recurso es tan acertado como repetitivo y, hasta cierto punto, cansino. Una barra convertida en confesionario, único lugar donde Salva puede hablar sin tapujos y buscar unas respuestas que, simplemente, no existen. Tiene principios y cree poder “hacer lo correcto”. La conclusión es que todos podemos ser muy virtuosos mientras no se nos ponga cara a cara contra un verdadero reto, como Salva, que acaba aceptando lo inevitable.

e3a6646af9dac4ffd91762bfeb39c0b0La aparición de Nick Nolte nos recuerda nuestra posición en la negociación.

“¿Sabe por qué mira la copa de esa manera? Porque desea con todo su corazón que en el próximo trago se encuentre la solución a sus problemas. Ese güisqui con hielo es su única esperanza. Ya no le quedan amigos. Se los ha bebido a todos.” Extracto de la novela El hombre sin brazos de Juan Solo.

En el lado de las nuevas generaciones tenemos a Inés. Todavía en una posición periférica en el mercado, a pesar de haber circulado ya por innumerables trabajos y hasta destinos. Está acostumbrada a la inseguridad y a la precariedad, por lo que ve como algo normal sacarse unos euros aceptando los encargos de Salva. Para ella suponen la posibilidad de entrar en el sistema. Solo serán necesarias veinticuatro horas para comprobar que lo único que le sobra, lo único que le van a reclamar es tiempo y su físico. “A puerta fría” orienta este físico disponible hacia el sexo pero no es una oferta exclusiva de este ámbito. Cualquier joven de hoy en día sabe que su físico (belleza o simple resistencia) es uno de sus mayores activos.

Salva e Inés son el activo más importante de “A puerta fría” y los mejores momentos de ésta surgen cuando se les obliga a actuar. Negociar entre ellos, planear sus siguientes movimientos, enfrentarse al temido y anhelado Battleworth. Demuestran ser capaces de llevar el peso y se muestran convincentes, por lo que esas explicaciones, barra mediante, o personajes como el de Carmelo (Héctor Colomé) solo redundan en una teórica pena o compasión que la película no necesita. 

6c2c4a41ab59dec6635df006a817bc28Las palabras sobran cuando las imágenes son lo suficientemente potentes.

Los protagonistas ya cargan con esa pesada losa y no hace falta (como en la secuencia final de la película) que todo se nos muestre y se nos explique. Los espectadores comprendemos sobradamente las miradas que se dirigen Salva e Inés cuando negocian con Battleworth y no necesitamos la traducción simultánea; está más que claro lo que va a ocurrir después de que se despidan en el pasillo del hotel. Simplemente lo inevitable.

El pack completo

Del mismo modo que apareció por la parrilla televisiva “A puerta fría”, a hora intempestiva y sin premeditación, un canal temático de cine se decidió por “Nueve reinas”(Fabián Bielinsky, 2000); y queda claro que aquí estamos ante el pack completo. Una película de estafas, entretenida, con giros y regiros, dramas familiares, grandes actuaciones y también con una gran comprensión de la realidad social, todo incluido.

 “Nueve reinas” plantea su definición de la realidad a partir de los niveles de cinismo a los que estamos dispuestos a llegar. El mundo es un lugar salvaje en el que hay que (sobre)vivir y Marcos (Ricardo Darín) está dispuesto a pisar a quien sea, sus hermanos incluidos. Su socio, Juan (Gastón Paulis) podría ser el Salva de “A puerta fría”. Como le reclama el propio Marcos “quiere la pasta, pero no mancharse las manos”; reproche aplicable a un porcentaje indecente de la población, no nos engañemos.

¿Te das cuenta? Putos no faltan, lo que faltan son financistas.

f2b918021ae54839f64adf6284691c12Cada palabra de Ricardo Darín es una clase de cinismo.

Fabián Bielinsky, para cerrar su película, no se limita a la resignación como Xavi Puebla. Podemos hacer algo, hasta en las peores circunstancias, hay “esperanza”. Solo hace falta un plan más inteligente, con más cómplices, y podemos quedarnos con todo y pisar a aquel que quería pisarnos. Puede que no sea muy optimista, pero indudablemente demuestra un gran conocimiento de la condición humana.