Review: Moneyball: Rompiendo las reglas (2011)

Review: Moneyball: Rompiendo las reglas (2011)

Escrito por oscarballo

De un tiempo a esta parte, parece ser que, desde el otro lado del Atlántico, hay un interés creciente por las películas de negocios y que en algunos casos, se están desarrollando con muy buenos resultados. La más próxima, sin lugar a dudas, la del gran David Fincher "La red social" ("The social network", 2010).

En este caso tenemos "Moneyball: Rompiendo las reglas" ("Moneyball", Bennett Miller, 2011) para enseñarnos cómo solucionar con ingenio una situación que para nada es favorable cuando no se cuenta con el presupuesto deseado.

Puede que la temática nos asuste un poco al principio por tratarse de béisbol y no comprender mucho la técnica del juego, aunque también podemos pensar que se trata de otra película de equipo desastre que, en medio de la misma, el entrenador da un discurso de esos memorables de los que te entran ganas de calzarte un chándal para salir a jugar con los que están al otro lado de la pantalla para marcar un punto determinante en el último minuto que los consagre como héroes.

Bien, pues esa película no es esta...

photo_1428.jpegBilly Beane pendiente de los resultados del partido.

Dale al play

"Moneyball: Rompiendo las reglas" ("Moneyball", Bennett Miller, 2011) es la adaptación del libro "Moneyball: The art of winning an unfair game" de Michael Lewis, que nos cuenta la historia real de Billy Beane, gerente de los Oakland Athletics, y de cómo con un presupuesto muy inferior al resto de equipos de la liga de béisbol, tuvo que buscar una solución ingeniosa basándose en estadísticas de jugadores poco conocidos, viejas glorias que ya nadie quería o jugadores que no cumplieron expectativas cuando les llegó el momento.

Acabada la liga, desastrosa para los Oakland Athletics, Billy Beane (Brad Pitt) toma conciencia sobre qué es lo que necesita el equipo para competir partido a partido y ganar las series finales en la siguiente temporada, siendo esto último, además, un reto personal de Billy. Realmente, como todo en este mundo, lo que el equipo necesita es dinero, pero existe el problema que los presupuestos del equipo no dan para más, así que llega el momento de tirar de matemáticas. Ahí es cuando conoce a Peter Brand (Jonah Hill), quien le descubre cómo sería el equipo ideal basándose únicamente en cálculos. Este encuentro entre los dos personajes provoca que Billy Beane contemple la posibilidad de enfocarlo desde otra perspectiva sintiéndose finalmente atraído por la idea, no sólo por ingeniosa, sino porque hará que los jugadores les salgan mucho más baratos.

Superaciones personales

La vida a Billy Beane no le ha dado muchas satisfacciones aunque tampoco se puede quejar. Posible jugador estrella que no llegó a cuajar, divorciado, con una hija y la posibilidad que todo se vaya al garete por no ser capaz de levantar al equipo del que es gerente. Billy se enfrenta a parte de sus demonios del pasado de la mejor manera que se puede hacer: pasando de ellos. Pero no olvidádolos.

Y aunque a lo largo de la película vemos, mediante flashbacks, cómo Billy tenía un futuro en el béisbol que no alcanzó, lo que realmente le marca son las palabras que unos cazatalentos de los Mets le dijeron:

"A todos nos llega un momento en el cual tenemos que decidir. Lo que no sabemos es cuándo. A algunos les llega a los 18, a otros a los 40. Pero a todos nos llega".

Eso va sonando en su cabeza continuamente, más que la frustración de no haber sido estrella.

Discurso motivador

Billy Beane se muestra reacio a mantener relaciones personales con sus jugadores, a acercarse a ellos y saber de sus vidas. Según él, (como le dice en un momento dado a Peter Brand), eso facilita las cosas en el caso de tener que despedir a algún jugador. Esto son negocios.

Sin embargo, la idea que está tratando de plasmar con su método de contratación y de intentar obtener resultados con su equipo, en la que todo el cuadro técnico, periodistas y seguidores no están nada de acuerdo con él, hace que Billy se plantee otro punto de vista en cuanto a esas relaciones profesionales con sus chicos. Y llega el momento en que comprende que eso debe cambiar. Que si quiere que esa nueva forma de ver el béibol tenga éxito, tendrá que modificar alguno de sus comportamientos y acercarse de alguna manera a su equipo. Billy se atreve a cruzar una línea que para nada le es fácil, y esto ocurre de tal forma que ni él mismo espera al escuchar que sus jugadores parece que estén celebrando una victoria cuando han perdido un encuentro.

A partir de ese momento, Billy empieza a dar las instrucciones necesarias para que cada uno sepa lo que tiene que hacer cuando llegue el momento.

photo_7434.jpegBilly Beane empieza a ver resultados.

Reparto

El reparto de la película está formado en primer lugar por un buen Brad Pitt, que se mueve como quiere dentro del papel. Compone a su personaje con una serie de detalles muy elegantes, como es habitual en él. De la misma forma que es habitual que nos enseñe lo mal que come, pero me da que se trata de un pequeño capricho que siempre que puede se permite el lujo de introducir.

En torno a Brad Pitt tenemos al resto de los personajes que lo acompañan para dar forma a esta obra con un Jonah Hill muy creíble, que posiblemente le permita alcanzar otros papeles diferentes de lo que nos tiene acostumbrados. Philip Seymour Hoffman que vuelve a demostrar que no es necesario tener muchas líneas de diálogo para bordar un personaje. Y finalmente una guapísima Robin Wright haciendo de exmujer de Billy Beane, con una elegancia suprema, tanto en físico como en interpretación.

Conclusiones

Para quien piense que "Moneyball: Rompiendo las reglas" es una película deportiva, ya puede quitarse eso de la cabeza. Pues realmente se trata del negocio que no vemos y que queda fuera del terreno de juego, tratos, traspasos, jugarretas empresariales, faroles... todas las herramientas necesarias para conseguir un objetivo en una empresa que se mueve entre el espectáculo y las emociones de millones de personas, dentro y fuera del campo.

Quizás el discurso de la película sea el típico "hay que creer en lo que haces", pero hay mucho más de fondo que ese pequeño resumen, y es la sentencia que Billy escuchó cuando le ofrecieron el contrato con los Mets: llega un momento en el que hay que tomar de decisiones.