Los siete pecados capitales de los Goya 2014

Los siete pecados capitales de los Goya 2014

Escrito por pedrinho

Este domingo 9 de febrero de 2014, retransmitido por TVE, como cada año, se celebró una nueva edición de la gala de los Premios Goya, esa en la que se reconoce a los mejores trabajos según la Academia del Cine española. Una gala en la que no faltaron los ingredientes habituales (lágrimas, agradecimientos, reivindicaciones, esperas, risas, escotes...), pero que, más allá del nombre de los galardonados, los verdaderos triunfadores de la velada, hace ya tiempo que nos deja un sabor de boca pastoso, como de un menú de pesada digestión que uno se come por costumbre y por no hacerle un feo al cocinero. Una gala que, para nosotros, tuvo estos siete pecados capitales.

Lujuria

77d9f1ff050aedf7af4e7baccb157145La alfombra, siempre la alfombra

La Gala de los Premios Goya no deja de ser un acto de exhibicionismo, dicho esto sin connotaciones negativas, ya que en realidad es eso lo que se pretende: exhibir, dar visibilidad a todo lo bueno que se ha producido en el cine español durante el 2013. Sin embargo, por muy buenas que puedan ser las películas o las interpretaciones, en una cita de este tipo, siempre leemos más comentarios o vemos más fotografías de los modelos de cada invitada o invitado que sobre el fondo de los premios y los reconocimientos.

Está claro que, al menos para quien esto escribe, ver con sus mejores galas a Inma Cuesta y compañía siempre es una alegría, pero la verdad es que todo el paseíllo de caras bonitas, cuerpos hermosos y bellas sonrisas acaba cansando, convirtiéndose en otro reflejo más del mundo en el que vivimos, uno en el que los feos, gordos y viejos no se muestran porque no representan ese ideal estético al que todos debemos aspirar.

Pereza

5a8f35766915061b24f5fd1d59daf873Ni con estas

Como cada año, al igual que el desfile de modelos de la alfombra roja, el aburrimiento tampoco faltó a su cita con los Goya. No se puede negar que hace ya tiempo que la gala, si es que alguna vez consiguió evitarlo, no consigue eliminar los puntos muertos, la lentitud y la pesadez de su desarrollo. Con ese tipo de alicientes, y por muy fan que uno pueda ser de Joaquín Reyes y toda su tropa, hay que tener mucho estómago para aguantar frente al televisor y verse del tirón toda la gala.

¿Qué se podría hacer? ¿Qué fórmula sería la más adecuada? No lo sabemos, pero la fiesta de los Goya se ha convertido en un tostón de difícil digestión, una cita anual que da bastante pereza a cualquier espectador. ¿Es realmente necesaria? Probablemente sí, pero le vendría bien una reinvención. A ver si para el 2015.

Gula

f0b0b76111af6e33f7ed740939c7701cTomando medidas con la mirada

Este fue el pecado más castigado, el único dejado fuera de juego en esta edición. La gula de Antonio de la Torre en su papel protagonista en “Caníbal” (Manuel Martín Cuenca, 2013) una gula que le lleva a devorar personas, que acabó sin premio como mejor actor principal, y que no ha dejado de dolernos desde que se confirmó. Es más, Antonio de la Torre, estaba nominado también a mejor actor de reparto junto a Roberto Álamo (ambos por "La gran familia española" de Daniel Sánchez Arévalo). Goya que recayó sobre éste último, quedándose así sin reconocimiento a dos interpretaciones de gran nivel. Dos interpretaciones a la altura de las que lleva haciendo película tras película, ya sea en un registro cómico o en uno dramático, como protagonista o como secundario.

Sin duda, por mucho que digan los Goya, Antonio de la Torre es de lo mejor que se puede ver en una pantalla en la actualidad, tanto a nivel nacional como internacional. Para nosotros, ya el mero hecho de que haya sido capaz de ser nominado como actor principal y como secundario, en la primera en un thriller dramático y la segunda en una comedia, da una clara muestra de su capacidad. Una capacidad al alcance de muy pocos.

Ira

2f4ffcdab1c3be938fa7e61a9a88db80Hay contextos y contextos, señor Wert

Desde que se confirmó su ausencia (pésimamente gestionada, como es habitual en un político), el ministro Wert fue el blanco de todas las iras. Si ya estando presentes otros ministros de cultura no se habían librado del rapapolvo, la baja programada de Wert sólo sirvió para dar más coba a un sector que no se siente bien tratado por el ministerio de Cultura.

Las reclamaciones fueron muchas (IVA cultural, subvenciones, precio entradas, pérdidas sector) y, aunque no está claro que todas ellas tengan demasiado sentido en relación con las reivindicaciones, el supuesto máximo responsable de la cultura en este país, al menos en el plano legislativo, no quiso darse por aludido.

Seguro que no resulta nada agradable estar ahí escuchando como te ponen a parir, pero entendemos que ser ministro tiene que tener esas cosas, tener que dar la cara y afrontar situaciones difíciles. Si no las quieres afrontar, casi mejor no ser ministro.

Envidia

2f735413baa3f751bc9ba712565b1bbc¿Envidiado?

Entraba dentro de lo posible, aunque no estaba entre las principales favoritas, que la película de David Trueba pudiera llevarse alguno de los galardones más importantes, ya que optaba a todos ellos. Sin embargo, no estaba nada claro que su “Vivir es fácil con los ojos cerrados” (2013), esa pequeña oda a los que no desesperan, en la que Javier Cámara es un profesor empeñado en hacer realidad su sueño de conocer a John Lennon, fuera capaz de ser la reina absoluta de estos Goya 2014.

Ya lo habíamos comentado, David Trueba, excepcional como guionista y escritor, había logrado mayores reconocimientos por sus alardes con una pluma que como director, e incluso él mismo presumía en ciertas ocasiones, no sabemos si con cierta falsa modestia, que “a los seguidores del Atleti no nos dan Goyas”, equiparando sus derrotas con cintas como “Soldados de Salamina” (2003) a la tradición de pupas del club colchonero.

Ahora David Trueba ya no es un 'pupas', ya es un director con un Goya, ya no es el hermano de Fernando Trueba. Ahora es él quien despierta la envidia de todos los demás situado ahí en lo alto, justamente, mira tú por dónde, cuando el Atlético de Madrid vuelve a estar en lo más alto de la liga de fútbol. ¿Hasta esos niveles llegará el influjo del balompié?

Avaricia

71ea6faf26f1ded5b08eb324f08ac957Cara de circunstancias

No sabemos si es su intención, pero en muchas ocasiones, cuando nos sentamos ante una obra de Álex de la Iglesia, la impresión que nos transmite es la de avaricia, la de un deseo enorme. Sí, estamos convencidos de que el director, desde el mismo momento de su concepción, plantea las películas para acaparar todos los premios. Puede que sus películas te gusten o no, que sus lugares comunes, que esa mezcla de comedia, frikismo y pinceladas gore te resulte más atractiva o menos, pero no se puede decir que no sea ambicioso, que su avaricia no sea máxima.

Tal y como queda claro con “Las brujas de Zugarramurdi” (2013), al igual que en su momento demostraron “El día de la bestia” (1995) o “La comunidad” (2000), sus películas son un conjunto que busca impactar a todos los niveles, desde el guión a los personajes (habitualmente con repartos numerosos, con un enfoque coral y con nombres contrastados), pasando por la escenografía, el maquillaje, el vestuario o la música. En sus películas, no hay apartado en el que no quiera ser la mejor, la más brillante, demostrando una avaricia que, en este caso, no rompe el saco, sino que se agradece desde el punto de vista del espectador. Tal vez si se centrara en uno de esos aspectos que se suelen valorar más a la hora de escoger a la mejor película o el mejor director sus resultados en los Goya serían otros, pero si fuera así no sería el Álex de la Iglesia que conocemos.

Un Álex de la Iglesia que, por cierto, también estuvo ausente de la gala a pesar de que, por números, su película fue la más reconocida de la gala (aunque todos los premios fueron en apartados técnicos). Se aludieron motivos profesionales, pero también es cierto que ya sabía desde las nominaciones que su avaricia no se iba a ver satisfecha, ya que estaba fuera de la carrera por los galardones principales.

Soberbia

0fd88f8e08d20cf60495f00f18eccfadMarian Álvarez radiante con su Goya

Aquí hemos de reconocer que hacemos trampa, porque al hablar de esa Marian Álvarez que asombra en “La herida”, no nos referimos a esa soberbia que nos lleva a mirar por encima del hombro y a creernos mejores que los demás. No, Marian Álvarez simplemente está soberbia y se lleva, con todo merecimiento, el premio a la mejor actriz del 2013.

Cierto que, si por nosotros fuera, ese premio iría año tras año a esa Inma Cuesta capaz de concentrar todo el universo en sus ojos oscuros, como si ellos fueran el verdadero aleph que nos presentó Borges, pero la interpretación de Marian Álvarez no podía irse de los Goya 2014 sin hacer mucho ruido, sin hacer el mismo ruido que ya había hecho, entre otros lugares, en el Festival de Cine de San Sebastián. Una Marian Álvarez con un perfil y un rostro lleno de matices, de tantos matices como el de su personaje en la película de Fernando Franco, un perfil y un rostro que veremos, y esperemos que mucho, a partir de ahora. Ahí es donde podremos comprobar si se mantiene ese soberbio nivel, porque, como tantas veces nos decía nuestra abuela, lo difícil no es llegar, sino mantenerse.