Review: El Séptimo Sello (1957)

Review: El Séptimo Sello (1957)

Escrito por Lucero

Descubrir a Ingmar Bergman puede ser una de las mayores alegrías que un aficionado al cine de verdad puede llevarse. De hecho, si ya eres un aficionado al cine de calidad, probablemente te suene el nombre de este sueco de cuna, nacido en 1918 y muerto hace unos años, en 2007, considerado por muchos como el mejor director europeo del siglo XX y como uno de los más grandes del género. Durante su larga carrera como cineasta nos dejó algunas de las más maravillosas grandes joyas del cine. La que hoy reseñamos es una de ellas,"El Séptimo Sello" ("Det sjunde inseglet", Ingmar Bergman, 1957), una de las películas clave de la filmografía mundial.

photo_2272.jpegCartel de la película "El Séptimo Sello", 1957

Una partida de ajedrez con la muerte

Unos náufragos, una orilla, un paisaje sueco medieval. Acto seguido una macabra partida de ajedrez da comienzo in situ; la muerte se le ha presentado a un caballero cruzado, Antonio, (un Max Von Sydow inconmensurable) y éste se resiste en una hábil estratagema: retar a la muerte en un tablero que más bien vale el fin de su vida. Blancas para el cruzado, que hastiado de guerras regresa a casa y se encuentra con que Dios (o quizás el Demonio) le reclaman para su feudo; negras para un simple mensajero que ni siquiera sabe adónde va aquel al que tiene que dar muerte. Tan grande es el poder del caballero negro como ignorante en saber de dónde le viene.

photo_9386.jpegAntonio reta a la muerte a una partida de ajedrez antes de que ésta le arrebate la vida

El séptimo sello. La película comienza precisamente en alusión al último de los sellos del Apocalipsis: "cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora." (Ap8:1) El silencio en el cielo representa al silencio de Dios, lo que supone el tema principal de la película: las preguntas sin respuestas, los misterios de la vida y de la muerte, el final desconocido.

Y es que, para rodar esta película, bien parece que el propio Bergman tuvo que verse cara a cara con ese caballero negro, perfecto jugador de ajedrez, segador de almas. Sólo así se explica que saliese ileso de aquella pretenciosa premisa en que en que basó "El Séptimo Sello" rodar a la muerte, a la vida, a Dios. Así al menos lo explica el propio director: "la idea me vino contemplando los motivos de pinturas medievales: los juglares, la peste, los flagelantes, la muerte que juega ajedrez, las hogueras para quemar a las brujas y las Cruzadas. Es un intento de poesía moderna, que traduce las experiencias vitales de un hombre moderno en una forma que trata muy libremente los hechos medievales. En el Medievo los hombres vivían en el temor de la peste. Hoy viven en el temor de la bomba atómica. El Séptimo Sello es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única seguridad."

Un paraje de peste medieval

Pero esta no es, enteramente, una obra sobrenatural. El contexto en que se mueve la película es el de una serie de personajes entre los cuales Bergman (y no iba a ser menos) nos da una lección a todos aquellos que aspiramos a que el cine sea algo más. Una vez más, nada se muestra gratuito en pantalla como tantas veces el cine lo hace por desgracia. Cada cual tiene su importancia como los peones en el tablero. Juan: el Escudero, la voz de la fuerza, del auto convencimiento, del raciocinio; los comediantes: la picaresca, la felicidad, la vida sencilla; el herrero: la ignorancia, mezclada con una inusitada inocencia.

photo_1180.jpegLa peste negra, el gran mal terrenal que asola durante la película

La Peste Negra es el paraje en que se mueve la película, simboliza el mal del hombre, ese mismo mal que habitaba en la taberna que se burlaba del pobre José. La religión se mueve entre medias cual serpiente, reptando por las mentes que intentan buscar en ella la salvación a una muerte inevitable. La muerte (Bengt Ekerot), una vez más la muerte. Antonio, el caballero andante de la triste figura (nótese el increíble parecido con el Quijote de Cervantes), estudia cada movimiento de la partida en pos de alcanzar el verdadero conocimiento sobre qué le espera una vez se dé el jaque mate. Entre medias, métase de nuevo la religión, motor de conciencias y garante de respuestas. Respuestas, por otra parte, que ni a Antonio (ni en extensión, a Bergman) parecen satisfacer. A tal desesperación llega, que incluso demanda al Demonio una respuesta que dé fin a su inmortal duda. Y teme, como bien le dice a la muerte entremedias de la partida, que incluso tras segada su alma no halle réplica alguna a qué es lo que hay tras de la vida.

Ahí es donde quería llegar con esta review. En resumen, Bergman filma la muerte y no nos dice en toda la película qué es lo que es. Lo que simboliza, por otra parte, la significación más perfecta que nunca nadie en el cine dio al caballero negro, jugador de ajedrez. La muerte es algo a lo que la propia muerte ni respuestas puede dar (...)

photo_4676.jpegLa muerte (Bengt Ekerot), probablemente el gran icono de esta película.

La ignorancia como final

(...) y eso es lo que finalmente entiende nuestro caballero andante, que Dios no puede darle contestación alguna, que el Demonio no quiso siquiera hablarle. Por ello, ante el final de la partida, cierra sus ojos y se tapa la cara en un gesto de tanto pavor como duda tenía acerca de lo que le esperaba: ¿Dios? ¿el Demonio?, ¿o la nada? Quien sabe, ni la muerte lo sabía, ni Bergman tampoco lo supo, ni nunca lo sabremos nosotros.

Lo único que podremos saber es que "El Séptimo Sello" es la más ambiciosa obra de un director que quiso rodar a la muerte... y ganó su particular partida de ajedrez.