Review: Amanece, que no es poco (1988)

Review: Amanece, que no es poco (1988)

Escrito por Pedrinho

No me preocupa que me llamen raro, sobre todo cuando recuerdo que la película “Amanece, que no es poco” (id, José Luis Cuerda, 1988) acumuló unos 9.000 fans en el grupo de Facebook con el que se conmemoró el vigésimo aniversario del estreno de la cinta, un estreno que, por mucho que a más de uno pueda causarle cierto estupor, tuvo un cierto éxito de taquilla, y que me obliga a dialogar seriamente conmigo mismo cada vez que la veo.

Pero es cierto, la primera película en la que el director manchego grabó en su tierra y se adentró en terrenos del surrealismo, no me deja otra opción que dialogar. Hablar conmigo mismo sobre lo que buscaba ese guión, sobre los juegos, sobre el retrato de esa España de la que, por muchas veces que hayamos visto, aun no hemos contemplado todas sus caras, y dudo mucho que lo hagamos alguna vez. Conversar con ese otro yo que a veces se empeña en discutir conmigo sobre cine, sobre su sentido, sobre su evolución, sobre el tiempo que ha pasado y sobre las muchas caras del humor. Un humor del que espero que tampoco hayamos visto todas sus caras, aunque sobre esto tengo más dudas.

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Una conversación, en definitiva, sobre el significado de una obra del calibre de “Amanece, que no es poco”, una conversación que podría desarrollarse de un modo muy parecido a este.

Dos que hablan, y no poco, hasta el amanecer

- Padre, yo les dije que tenía muchas ganas de verlos a los dos, a usted y a madre. Pero ahora, cuando llego aquí, me encuentro que ha matado a madre. ¿Por qué la mató?

- Porque era mala, hijo, porque era mala.

Ego 1: ¿Te imaginas una película hoy en día con un diálogo como ese?

Ego 2: No, imposible, no creo que pudiera pasar el primer filtro de producción sin que se le echara encima hasta el montador.

photo_5330.jpegOye, ¿y tú por qué te cuelgas?

Ego 1: Sí, es cierto, la censura, la autocensura, probablemente sea uno de los principales problemas de la creación.

Ego 2: Ese y lo mucho ha cambiado el mundo desde finales de los 80.

Ego 1: Sí, mucho, y no sólo por las variaciones en los cortes de pelo y en la altura a la que se llevan los pantalones.

Ego 2: Tienes razón, ahora ya no pueden verse ciertas cosas en una película, cosas que eran tan habituales como fumar un cigarrillo, cosas que ya no son recomendables.

Ego 1: Ya, pero no sólo ha cambiado eso, si no el mismo punto de partida de una película de eso que se llama, o llamaba, “el cine español”, un planteamiento que ya no sé siquiera si sigue teniendo sentido.

Ego 2: Yo creo que sí, pero ha cambiado el modo. Ahora puede ponerse la etiqueta de “cine español” a películas con actores de otros países o mismo rodadas a muchos kilómetros de aquí, algo que antes no sucedía.

Ego 1: Sí, cierto, fíjate en “Amanece, que no es poco”, por ejemplo. Tienes un elenco de actores del más alto nivel, algo que obliga a no perder de vista a ninguno de ellos, ni siquiera al más mínimo de los secundarios, porque todos ofrecen muchos puntos de interés.

Ego 2: Es verdad, esa tradición del “gran secundario”, algo muy habitual en el cine español durante muchos años (bueno, también de otros cines) parece que se ha dejado de lado. Ahora las películas ya no tienen ese planteamiento coral, no hay espacio para el brillo de ningún otro que no sea alguno de los protagonistas.

photo_1003.jpegLa vista en el mismo punto, sea el que sea

Ego 1: Yo también lo he visto, de hecho puede apreciarse incluso siguiendo la filmografía de cualquier director, en la que, a pesar del sello propio o los temas recurrentes, se aprecia esa influencia de las tendencias dominantes.

Ego 2: Tienes razón. Fíjate en Almodóvar, por ejemplo, en sus primeras películas, como “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (id, Pedro Almodóvar, 1988) no podías perderte a nadie que apareciera en pantalla, pero ahora se ha volcado más en la exploración de un grupo más reducido de personajes, incluso en dos sólo, como en su última producción, “La piel que habito” (id, Pedro Almodóvar, 2011).

Ego 1: De todos modos, con Almodóvar no te metas, porque con “Todo sobre mi madre” (id, Pedro Almodóvar, 1999) puede romper cualquiera de tus teorías.

Ego 2: Vale, vale, no me meteré con Don Pedro, pero debes aceptar que mi planteamiento tiene su base.

Ego 1: Claro que la tiene, yo no he dicho lo contrario, de hecho es una de las cosas que más hecho en falta.

Ego 2: Probablemente tenga que ver con la tendencia extrema a la personalización, al individuo, al héroe, que existe en todos los niveles, ya sea el deporte, la cultura o la vida misma. Sin personaje, no hay historia.

Ego 1: Ya, pero eso no es cierto. De hecho, eso es lo que nos muestra “Amanece, que no es poco”, que la historia, el argumento, el guión, puede volar por encima de las personas, de los efectos especiales y de los escotes o curvas. Y aquí vuela, vuela y vuelve a volar.

Ego 2: Y tanto que vuelva, porque ¿tú podrías decir cuál es el argumento de la película?

Ego 1: ¿Argumento?, ¿argumento?, ¿tú me lo preguntas? El argumento eres tú.

Ego 2: Venga, venga, no te me escaquees con delirios poéticos.

photo_4205.jpegTodo se aprende en la escuela, hasta la risa

Ego 1: No, no es un delirio, es un hecho, “Amanece, que no es poco” trata sobre el ser humano, sobre todo lo que puede llegar a imaginar un ser humano, sobre cómo en medio de la tristeza que todo lo baña, de la humillación de medio país, de las luchas por llegar a algún lugar, cómo en medio de todo eso, por estas tierras se encontró una salida. Una salida mágica, muy vinculada a la propia tierra (por eso los hombres están plantados en la película, literalmente), una que entiende los rumores del viento, los susurros de las plantas y la orquesta de la noche como algo más que una colección de fenómenos físicos y químicos.

Ego 2: Ahí sí que has dado en el clavo. A mí, de hecho, siempre me ha parecido que “Amanece, que no es poco” tiene muchos puntos en común con “El bosque animado” (id, José Luis Cuerda, 1987). Puntos en común que van más allá del hecho de que sean obra del mismo, director.

Ego 1: Para mí, la clave es ese vínculo entre la realidad, la magia y el entorno, una vinculación que siempre me ha parecido algo muy de aquí.

Ego 2: Tan de aquí como “Bienvenido, Mr. Marshall”, un clásico al que se le da una buena vuelta en la película de Cuerda. Hablando de homenajes encubiertos, podíamos sacar unos cuantos en la película.Sacar podríamos sacar un montón de cosas, pero la cuestión es lo que queda.

photo_3357.jpegTan felices, rumbo a Oklahoma

Ego 1: Nos queda el sidecar. Oye, que no se dice así, se dice “saicar”.¿Saicar? Así lo dirán en La Mancha, porque en mi casa siempre ha sido un sidecar.

Ego 2: No, amigo, te confundes, porque no son la misma cosa. Un sidecar es algo que ves en la tele, pero un saicar es esa bañera con ruedas que viene enganchada a tu moto, en la que llevas a tu padre, el mismo padre que ha matado a tu madre porque era mala persona. Un padre que te ha regalado una moto para que veas mundo en tu año sabático antes de volver a Oklahoma.

Ego 1: Oye, ¿tú sabes dónde queda Oklahoma?

Ego 2: Sí, Oklahoma está en ese lugar en el que comienza “Amanece, que no es poco”.

Ego 1: Me encanta ese lugar.

Ego 2: Y a mí también, aunque no tengo claro dónde queda.

Ego 1: Yo tampoco, pero sé dónde termina.

Ego 2: ¿Dónde?

Ego 1: En otra conversación como esta, porque es imposible ver “Amanece, que no es poco” (id, José Luis Cuerda, 1988) sin conversar después con alguien.

Ego 2: Alguien como tú.

Ego 1: Alguien como yo, no te olvides, que seguimos siendo el mismo.

Ego 2: Cierto, al menos hasta el amanecer.

Ego 1: Que no es poco.

Amanecistas,Aqnep

Los amanecistas nos reunimos el 25Nov2012 en Madrid de nuevo. Toda la info en http://amanecequenoespoco.org/

Pedro,Larrañaga Álvarez

Me encanta ese nombre de "Los amanecistas". Seguro que el encuentro del 25 será toda una fiesta. No estaría mal que nos contarais qué tal os fue. Un saludo y gracias por el comentario.