Entendemos que ya es una noticia de amplio conocimiento, porque la propia cadena se ha encargado de divulgarlo a los cuatro vientos, pero por si acaso no queremos dejar pasar la oportunidad de destacar que Telecinco emite este martes y miércoles (sí, en las noches de los días 12 y 13 de noviembre) nada más y nada menos que “Avatar” (id, James Cameron, 2009). La película más taquillera de la historia, responsable de la conversión del 3D en un producto de consumo masivo y un modo de grabación casi obligado para cualquier superproducción, llega a la pequeña pantalla (al menos a la gratuita) de la mano de la cadena del señor Basile. Sin duda, todo un acontecimiento, no tanto por la película en sí, sino porque a todos los que les gusta entender el cine como algo más que un producto de entretenimiento (¿lo es en realidad ), “Avatar” les sirve para algo más que para sentarse delante de la 'caja tonta' para estar ocupados durante unas horas.
Avatar: del cine a la pequeña pantalla con Telecinco
Y es que, más allá de todas esas etiquetas, necesarias para una campaña de marketing, como las de 'película más taquillera de la historia' (aspecto claramente condicionado por factores como el número de salas o el mismo precio da las entradas, que han crecido de forma exponencial con el paso del tiempo), la obra de James Cameron nos sirve para retomar aspectos ya tocados en un texto de este mismo Spoiler, Claves para reconocer una mala película. No se trata aquí de hacer una review en profundidad de la película, eso ya lo hicimos, con mayor o menor acierto, en su momento, sino de poner sobre la mesa dos aspectos que cualquier espectador podrá analizar este martes y miércoles si se decide a ver la película en Telecinco.
¿Qué nos dicen esos ojos
La forma y el entorno
No vamos a detenernos a repasar las virtudes de un señor como James Cameron, uno de esos Rey Midas que habitan en Hollywood, con un curriculum con películas como “Terminator” (id, 1984) o “Titanic” (id, 1997). La cuestión que hoy nos ocupa es hablar sobre los condicionantes que la forma (de grabación) y el entorno (de visualización) aplica a una cinta como esta, en la que todo lo relacionado al cómo (3D, efectos especiales...) han adquirido mucha más relevancia que el qué (historia, guión...). Está claro que “Avatar” marca un antes y un después en la historia del cine, ya que es la primera película que demuestra que el 3D puede ser un producto de consumo masivo y ser muy rentable. Desde su estreno, no hay superproducción con carga de efectos especiales o de animación que no esté obligada, sino ha sido grabada directamente en 3D, que tenga que contar con una versión de ese tipo para su estreno. Una visualización en 3D que 'obliga' a realizar determinadas operaciones para que ese 3D destaque (no faltan las carreras, las caídas o el objeto/animal/persona que camina 'saliendo de la pantalla'), unas constantes presentes en todas y cada una de esas películas.
El espectáculo del 3D
¿Qué sucede entonces cuando el espectador no está en ese entorno (el cine) en el que se puede disfrutar en toda su dimensión de esa grabación 3D Pues sucede lo que le pasará a cualquier espectador que vea “Avatar” en Telecinco: que se encontrará con secuencias que, desprovistas de ese espectáculo visual, quedan vacías, encajadas y estiradas en unas dimensiones que no encajan en el propio desarrollo ordenado de la historia. Fíjense tan solo en el momento en el que el protagonista “descubre” el alma de ese planeta al que ha llegado (todo con un gran parecido a un fondo marino) y compruebe como esas secuencias, sin los citados efectos, nos llevan a caer casi en la desidia.
El reto: busca las diferencias
Una vez aclarados los aspectos relacionados con la forma y el fondo, con esa grabación 3D pensada para un entorno muy concreto, lo que hace que “Avatar” sea un producto que difícilmente podrá ser apreciado por generaciones futuras. A fin de cuentas, si lo que más destaca en la película son los efectos especiales y los medios técnicos, sólo es cuestión de tiempo que eso sea claramente superado por los avances tecnológicos, quitándole todo posible interés desde ese punto de vista. Precisamente es por lo contrario, por su no dependencia de la técnica, por lo que los grandes clásicos de la historia del cine, clásicos que no tienen por qué ser antiguos, no se confundan, que ahí está “Slumdog Millionaire” (id, Danny Boyle, 2008) para demostrarlo, resisten tan felizmente ese paso del tiempo. Y es que la historia no entiende de años, de avances, sino de emociones, y esas emociones básicas son las mismas, ahora y hace doscientos años. Ahora y dentro de doscientos también.
tan lejos, pero tan cerca
¿A dónde queremos llegar con todo esto Pues al objetivo principal de este texto, a plantearos un reto, un juego, con el que hacer más amena la visualización de esta “Avatar” que Telecinco dividirá en dos días (aquí es donde la televisión impone sus condicionantes de forma y tiempo). El reto es el siguiente: estamos seguros de que, una vez dejado de lado los efectos, el 3D y todo lo relativo a las preguntas de cuándo y dónde (es decir, a que es en el espacio exterior y en una época futura sin definir), nadie podría encontrar siete diferencias entre el guión-historia de “Avatar” y el de “Pocahontas”. Lo decimos totalmente en serio, nadie encontrará siete diferencias. Sólo hay que ir tirando del hilo para que vayan saliendo el protagonista, la protagonista, el padre de la protagonista, el papel de la tierra, el enamoramiento, la traición, la pelea final y el desenlace. Insistimos, no hay siete diferencias, por mucho que el señor Cameron haya vestido a la mona con la seda más cara y futurista posible, por muchas entradas que se hayan vendido para ir a ver a esa mona, por mucho 3D que lleve a la mona a 'salir de la pantalla'... ¿qué sigue siendo
Tu cara se me hace familiar
Está claro, una mona.
Y si no nos creen, miren “Pocahontas”, o incluso "El nuevo mundo" (The New World, Terrence Malick, 2005) antes de cenar y después hagan la digestión viendo “Avatar”. A quien encuentre más de siete diferencias, aquí lo esperamos para que nos dé en la cara con ellas.