Review: El nuevo mundo (2005)

Review: El nuevo mundo (2005)

Escrito por Alejandro

Podrían pasar años y años, adaptaciones y adaptaciones, y una historia como la de Pocahontas y el capitán John Smith seguirá siendo siempre igual de atractiva. Porque combina el amor incondicional (tan del agrado de los cineastas, cuando se trata de encontrar un motor que haga avanzar la acción) con lo que supone el descubrimiento de un nuevo lugar, nuevas sociedades y nuevas sensaciones.

Precisamente por eso la palabra clave en “El nuevo mundo” (The new world, Terrence Malick, 2005) es descubrimiento. Malick utiliza ese concepto, para lo bueno y para lo malo, a lo largo de toda la película. Porque le sirve para ayudarnos a percibir otro modo de relacionarnos con la naturaleza y nuestro entorno. También para comprender que las diferentes premisas a partir de las cuales nos enfrentamos al mundo pueden variar mucho de unos lugares a otros. Incluso para comprobar donde está nuestro límite a la hora de seguir el desarrollo de una acción/no acción/reflexión. Por último, para entender que hasta la historia más exasperantemente calmada, pensada y explicada puede acabar del modo más abrupto e incomprensible.

photo_1012.jpegLos primeros contactos entre civilizaciones se debaten entre la desconfianza y la curiosidad.

Todo vale para recordarnos que solo estamos ante una nueva versión de una historia mil veces contada desde todos los puntos de vista, donde los protagonistas son seres humanos, con sus miedos, sus desconfianzas, sus convicciones y, por encima de todo, sus debilidades (incluidas las del propio Malick, director y guionista de “El nuevo mundo”).

El capitán John Smith y el nuevo mundo

Hay que reconocer que “El nuevo mundo” es una película muy atractiva. Terrence Malick sabe atraer nuestra atención. Y no necesita más que unos minutos para que nos demos cuenta de lo poco que sabemos sobre el mundo que nos rodea. Por supuesto que la historia que estamos viendo poco o nada tiene que ver con nuestra realidad, en pleno siglo XXI, pero sí que sabe transmitir la curiosidad por descubrir, por comprender desde el respeto, escuchar al mundo por encima del atronador ruido que nosotros mismos producimos. Una sensación que trasladó, posteriormente, a “El árbol de la vida” (The tree of life, 2011), su siguiente película.

photo_3875.jpegJohn Smith es consciente de su lugar en el mundo.

Porque Malick no está interesado en crear para nosotros nuevos lugares, no necesita inventarse planetas enteros, porque sabe que la naturaleza tiene todavía mucho que ofrecer. Solo hace falta que tengamos la capacidad suficiente para reparar en ella, en lugar de empeñarnos en transformarla con objetivos poco claros. Su planteamiento estaría en las antípodas de otras historias, también inspiradas en Pocahontas y el capitán Smith como podría ser “Avatar” (James Cameron, 2009), donde el espectáculo tapa cualquier sensación que podamos experimentar más allá de la fascinación por la factura técnica.

Pocahontas, el amor y los sacrificios

Puede que el contexto sea lo único verdaderamente interesante de “El nuevo mundo”. Al margen de la relación hombre-naturaleza, Malick se para en el inevitable choque de culturas. El caso de Pocahontas (Q’orianka Kilcher) y John Smith (Colin Farrell) lleva al extremo los contrastes entre dos tipos de sociedades totalmente diferentes. Cuestiones tan básicas como el sentido de la propiedad o las relaciones familiares pueden interpretarse de un modo totalmente diferente. En un primer instante, son contrastes difícilmente asumibles, pero sirven a Malick para que comprendamos que aquello que damos por supuesto (que hemos aprendido desde nuestra más tierna infancia) puede no ser tan obvio para otras personas y no por ello serán ellos los equivocados.

photo_5143.jpegLas sensaciones dominan la relación entre Pocahontas y John Smith.

De todos modos, Malick no deja de ser también un ser humano y llegado el momento de hacer avanzar la acción, acaba por llevarla a su terreno. La relación entre la indígena y el conquistador/descubridor se mueve de la fascinación inicial a una dependencia emocional de ella hacia él. Smith, a pesar de los sentimientos que pueda estar sintiendo, nunca olvida quién es y cuál es su lugar en el mundo, llegado el momento del inevitable enfrentamiento. Mientras tanto, Pocahontas renuncia a todo por su amado, generando un claro desequilibrio entre el personaje masculino y el femenino.

Su renuncia llega hasta el punto de dejarse secuestrar con tal de estar cerca de aquel al que ama. E incluso cuando esto no sale como ella esperaba se queda en una sociedad a la que no pertenece, totalmente destruida por el sentimiento de pérdida del ser amado. Un espectro que vaga como un alma en pena por un entorno que le es totalmente extraño.

John Rolfe y la realidad

Con la entrada en escena de John Rolfe (Christian Bale) se completa el inesperado triángulo amoroso. El nuevo protagonista masculino llega para ocupar el vacío dejado en la pantalla por la ausencia de John Smith.  Lo suplanta incluso en la voz en off que va explicando (como antes habían hecho el propio Smith o Pocahontas) la acción, ejerciendo de portavoces del pensamiento del propio Malick. El personaje de Bale nos devuelve con violencia a la realidad, en el sentido más occidental de la palabra. La colonia ya se ha instalado en el nuevo mundo y él, como colono, quiere trasladar su modo de vida.

photo_4089.jpegPocahontas atrae la atención de John Rolfe a pesar de su dolor.

Para ello, dispone de un terreno, cultivos, animales y posición social, por lo que solo le falta una esposa para completar todo aquello que anhela. La desdichada indígena, reconvertida en chica callada, educada y trabajadora, es la candidata ideal y ella, que en un principio no muestra interés por nada humano, acaba cediendo y convirtiéndose en la abnegada esposa que se supone que debe ser.

Epílogo

A estas alturas ya quedan pocas dudas de que “El nuevo mundo” es una película que sigue una trayectoria claramente descendente. Mientras la acción se mantiene centrada en el descubrimiento (territorial, espiritual, amoroso, choque cultural), apoyada en el estilo visual con el que se muestra el entorno, disfrutamos cada segundo del film. Pero cuando la deriva nos lleva a la nueva vida de Pocahontas y a la improbable sucesión de acontecimientos que acaban con el matrimonio en Inglaterra, acabamos por sufrir cada instante y no alcanzamos ni a sorprendernos por el trágico, inesperado y apresurado final que Malick elige para todos ellos.

photo_2299.jpegEl viaje a Inglaterra supone un extraño epílogo para la historia.

Un sabor agridulce ese que nos deja “El nuevo mundo” (The new world, Terrence Malick, 2005), que nos prometió un gran descubrimiento en el arranque pero que acabo víctima de una historia que no es la que nos habían prometido.