En lo que a la actualidad cinematográfica se refiere, la gran noticia de este comienzo de verano (sí, estamos a punto de estrenarlo oficialmente, aunque el cielo gris del noroeste se empeñe en negarlo) es el estreno de “X-Men: Días del futuro pasado” (X-Men: Days of Future Past, Bryan Singer, 2014), película que aspira a ser uno de los grandes títulos del año y la 'revienta-taquillas' de la temporada. Una de esas cintas que llevará, por diferentes motivos, a millones de espectadores a las salas de cine de todo el mundo. Pero, ¿qué esperar de una película de este calibre (notable y nutrido reparto, presupuesto multimillonario, numerosos efectos especiales)?
La respuesta a esa pregunta va a depender, por supuesto, del enfoque con el que nos acerquemos a ella, ya que, una vez más (como le sucedió a nuestra compañera), las expectativas suelen ser clave a la hora de determinar el éxito o el fracaso de una película, al menos desde la óptica del espectador. La medida del éxito para la productora será una cuestión de beneficios económicos, ahí hay poco margen para las expectativas personales o las preferencias de cada uno. Se trata de alcanzar un número: si se llega, todos contentos (éxito), si no es así, decepción.
Imagen publicitaria de la nueva entrega de los X-Men
Vaya por delante que no hemos visto nada de la película (se estrena en España este viernes 6 de junio) y todo lo que sabemos de ella procede de sus diversos trailers que cualquiera puede ver por Youtube y de los artículos y referencias leídas en la red. Por tanto, no hay riesgo explícito de spoiler en este texto, aunque sí que vamos a hablar desde la óptica de un apasionado en tiempos pretéritos de los cómics de los X-Men, entre los que, sin ninguna duda, la serie “Días del futuro pasado” publicada a comienzos de la década de los 80, con Chris Claremont (guión) y John Byrne (dibujo) al frente, fue uno de sus grandes hitos. Un detalle a tener muy en cuenta al hablar de las expectativas.
Las riendas de nuevo en las manos de Bryan Singer
Conscientes de que el impacto positivo de “X-Men: Primera generación” (X-Men: First Class, Matthew Vaughn, 2011) no era suficiente para enderezar el rumbo de la saga tras los notables traspiés de las dos películas de “Lobezno” y de “X-Men: La decisión final” (X-Men: The Last Stand, Brett Ratner, 2006), Marvel decidió recuperar para el proyecto a Bryan Singer, responsable de la entrega original de “X-Men” (id, Bryan Singer, 2000) que fue todo un soplo de aire fresco a la hora de enfocar el cine de superhéroes, no sólo por reconfirmar que ese tipo de personajes necesitan algo más que volar con el calzoncillo por encima del pijama para llegar al público.
Los mutantes de nuevo según la óptica de Bryan Singer
Los superhéroes necesitan profundidad, matices y lados oscuros que sirvan de contraste, aspectos que ya nos había mostrado Tim Burton con su particular visión de Batman, un detalle que Bryan Singer vuelve a tener muy en cuenta en esta ocasión, pero añadiendo el que, desde su perspectiva, es un aspecto esencial: un reparto coral y de calidad que mantenga en pie en todo un momento un guión ambicioso y complejo. Esa receta, al menos en teoría, es la que vuelve a utilizar Bryan Singer, tirando de nombres tan contrastados como los de Michael Fassbender (el que mejores críticas está recibiendo), Jennifer Lawrence, James McAvoy, Halle Berry, Anna Paquin o Hugh Jackman, para dar vida a una trama que presume de sorprendente, aspecto que habrá que contrastar en el cine.
Una de las mejores historias de los X-Men
Versión de una de las portadas del cómic
Como ha sucedido en la mayor parte de las adaptaciones cinematográficas de cómics, hay que reconocer que el desarrollo de la historia no es un reflejo fiel de lo que se plantea en la idea original. La verdad es que la serie “Días del futuro pasado” se toma como hilo narrativo principal, pero sobre ella se van insertando otros detalles de la larga historia de los mutantes en el Universo Marvel que no eran recogidos en ese momento el cómic original. Así, personajes como el letal Nimrod, el super-robot exterminamutantes, no llegarían a la vida de los X-Men hasta mucho después de que se hubiera cerrado esa serie, pero está claro que en una película en el que los efectos especiales juegan un rol fundamental su presencia da mucho juego y sirve para articular espectaculares secuencias de acción.
De todos modos, por mucho que Singer no se ajuste literalmente a la trama original, las líneas principales de la serie nos permiten intuir varios aspectos que a buen seguro no faltarán en la película: diversas líneas temporales, pasados y futuros alterados, distintas relaciones entre personajes en función del momento temporal (donde estará uno de los platos fuertes), giros en función de los actos 'modificados' en el pasado... Para todos aquellos que conocimos en profundidad a los X-Men a través de las viñetas, es evidente que en esas alternativas y bifurcaciones, en esos otros horizontes posibles que se abrían, estaba uno de los puntos fuertes de estas miniseries, porque ofrecían una visión totalmente distinta. De hecho, dentro de ese grupo se halla la que, para quien esto escribe, es una de las obras cumbres de Marvel, la 'Era del Apocalipsis', protagonizada también por los famosos mutantes y de la que ya se habla que tendrá su versión cinematográfica.
Mística (Jennifer Lawrence) juega un rol esencial
Objetivo: reventar la taquilla
Por supuesto, para todos los puristas del séptimo arte, el acercamiento a una producción como “X-Men: Días del futuro pasado” debe dar cierto respeto. Es importante tener presente que el objetivo de los creadores de la película no es poner en pie una obra de arte, una de esas que serán imprescindibles en clubes de cine dentro de unas décadas, sino el de construir la mejor película posible capaz de situarse durante muchas semanas como la más vista en todo el planeta. Ese implica, por supuesto, que el entretenimiento, en su acepción más comercial, es un aspecto a tener en cuenta y que puede llevar a sacrificar otros. Detalles como el reparto coral, el impacto visual de los efectos especiales, la duración del metraje, las secuencias de acción... todo responde a un claro objetivo: tratar de capturar la atención durante el mayor tiempo posible, sin dejar espacio a tiempos muertos en los que el espectador pueda dejarse ir.
MIchael Fassbender notable como Magneto
Sin duda, ahí estará la verdadera medida del éxito de “X-Men: Días del futuro pasado”, en ser capaz de, en medio de un ritmo vivo y sin concesiones a la pausa, ir insertando de forma adecuada las claves de la trama, sembrando las preguntas y sorprendiéndonos con las respuestas. Si lo consigue, el objetivo se habrá alcanzado. Lo que digan después las taquillas ya será una cuestión después de banqueros y productores, para nosotros, como espectadores, lo fundamental será lo que nos diga la película mientras nos enfrentamos a ella cara a cara, un momento en el que la historia, como siempre, es la madre de todas las victorias.