Review: Following (1998)

Review: Following (1998)

Escrito por Alejandro

Uno de los acontecimientos cinematográficos de este mes de julio de 2012 es, sin duda, el estreno de la nueva película de Christopher Nolan sobre Batman. “El Caballero Oscuro: la leyenda renace” (The Dark Knight Rises, Christopher Nolan, 2012) será vista por millones de personas en todo el mundo y su director dará un paso más en una carrera reconocida por todos. Su estatus en el escalafón artístico de Hollywood no ha dejado de crecer desde que firmó “Memento” en el año 2000 y hace que nos fijemos más en todas y cada una de las películas que ha realizado, analizándolas e intentando extraer de todas ellas una línea, unas constantes que nos ayuden a entender aquellos aspectos que más han interesado a Nolan a lo largo de toda su obra.

"Following" (Id, 1998) fue el primer largo de Christopher Nolan, la primera parada de una carrera que ha tenido obras tan destacables como “Memento” o “El Caballero Oscuro” (The Dark Knight, 2008). Películas donde ha sabido compaginar sus inquietudes, ideas y propuestas más personales con el reconocimiento del público y la crítica. Esto le ha proporcionado el rédito económico y profesional más alto, mientras que permitía conservar la libertad necesaria para seguir embarcándose en aquellos proyectos que más le interesaban.

En este sentido, Christopher Nolan nunca ha participado (al margen de que, personalmente, sus películas puedan gustar más o menos) en proyectos en los que no estuviera muy implicado. Siempre ha firmado, al menos, guión y dirección, cuando no era totalmente suya la historia, por lo que ha podido desarrollar plenamente aquellos temas, percepción de la realidad, acción, cine de género, que han caracterizado su obra.

photo_8472.jpegBill crea vidas a partir de la gente a la que sigue.

Following, el inicio del camino

El comienzo de este camino se produjo con una película, Following (1998), que ya presentaba muchas de las virtudes que después con Memento lo lanzaron al primer plano de Hollywood. Estamos ante un thriller. Un film donde no falta el héroe/antihéroe protagonista (Jeremy Theobold), la femme fatale (Lucy Russell) que provoca su ascenso y caída, los mafiosos, las vendettas, los amigos/enemigos y la sensación de que nada es lo que parece. Que todos cuentan la mitad de lo que saben y donde Nolan también juega un papel. El director, y guionista, no se limita a desordenar una trama que podríamos reorganizar (al final) de un modo lineal y convencional, sino que desmenuza completamente una historia que debemos ir construyendo en nuestra mente.

La película juega con esas piezas y no tiene ningún problema en realizar cortes bruscos. La pantalla se queda en negro y sabemos que toca cambio (la propia imagen del protagonista marca cuál de las líneas abiertas corresponde en cada momento). Va a haber un nuevo salto temporal pero que, como posteriormente ocurrirá en “Memento”, y algunas secuencias se repetirán para ir anclando las diferentes partes en su lugar correspondiente.

Serán flashes que en un primer momento carecerán de sentido, como por ejemplo, ver al desdichado protagonista en el suelo, tosiendo después de recibir una paliza y con un guante en la boca, o una charla entre ese mismo personaje y un interlocutor que bien podría ser un médico, un amigo o un policía, en los instantes iniciales. Son pequeñas acciones que le servirán a Nolan para situar la acción y para alcanzar el clímax cuando encajen todas las piezas de la trama. Llegado el momento, todo cobrará sentido para los espectadores.

photo_1640.jpegLa relación con la mujer rubia es la clave de todo el misterio.

Las búsquedas personales

Partimos de Bill, un joven aspirante a escritor que se dedica a seguir a personas por la calle. Sus intenciones nunca acaban de estar claras porque por un lado está lo que quiere ser (un escritor que busca alimentarse de la existencia de otros) y por otro lo que es (un pelele en manos de cualquiera con ganas de manipularle). Él mismo explica, al comienzo de la película, cómo elegía a esas personas y cómo nunca repetía el seguimiento, aunque son reglas que no tarda en romper.

Su “rutina”, por llamarlo de algún modo, se rompe cuando conoce a un hombre llamado Cobb. Bill llevaba siguiéndolo un tiempo y su víctima le demuestra que no es tal, aunque en lugar de provocar un enfrentamiento entre ambos, le invitará a unirse a él. Aceptar se convierte, inevitablemente, y a pesar de que él no pueda sospecharlo, en el comienzo de una historia en la que es el protagonista.

El juego entre lo que ocurre, lo que creemos que ocurre y lo que los personajes creen que ocurre, hace que nos cuestionemos en todo momento si lo que pasa es real o si no formará parte de un plan mayor.

“Al quitárselo, les muestras lo que tenían.”

Las ocupaciones del tal Cobb (Alex Haw) no son, sin embargo, nada convencionales, puesto que se dedica a irrumpir en casas ajenas. Su objetivo no es material, aunque el robo tenga lugar, sino que lo que busca es que esas personas anónimas sientan su intimidad invadida y tengan que enfrentarse a la reconstrucción de ese espacio personal (su blanco favorito es esa pequeña caja con recuerdos que muchos guardan como el más preciado de los tesoros, aunque carezcan de valor material) que acostumbramos a creer inviolable. Christopher Nolan se sirvió de una experiencia personal para plantear esta cuestión, porque él mismo fue víctima de un robo que le debió sugerir esta línea de pensamiento que desarrolla Cobb y a la que Bill se suma.

photo_2514.jpegCobb explica a su nuevo acompañante el objetivo de sus incursiones.

La fragmentación de la historia

Al estar la película planteada de un modo fragmentado, Nolan presenta estas ideas, cómo reaccionan las víctimas ante un robo, la deriva vital entre lo que es y lo que quiere ser el personaje de Bill, antes de que nosotros sepamos que estamos ante un thriller donde nada es lo que parece. A partir de determinado momento, cuando consigues situar la trama, llega el turno de las conspiraciones, de desvelar el papel que todos los personajes deben jugar y de salvar los inevitables giros finales del guión. Sin ánimo de destripar lo que ocurre en pantalla, decir que Nolan no se corta en intentar que las sorpresas y los cambios afecten a todos los implicados, destruyendo alianzas y creando algunas nuevas a medida que nos acercamos al desenlace final, donde el plan maestro quedará totalmente definido.

Estoy convencido de que ese es el mayor logro de la filmografía de Nolan, que encuentra un sólido comienzo en "Following" (Id, Christopher Nolan, 1998). El modo en el que el director construye sus películas permite al espectador sacar el máximo jugo, ya que le presenta una secuencia de hechos (ya sean ordenados, de un modo más convencional o causal, o jugando con la linealidad de la historia) de los que puede obtener unas conclusiones o interpretaciones, no necesariamente las mismas que Nolan, está claro, y, al mismo tiempo, ofrece un producto entretenido y vistoso que hacen que disfrute el tiempo que pasa viendo la película. Un mérito del que no pueden presumir tantos cineastas como pudiera parecer en un primer momento, pero que Nolan ha alcanzado sin lugar a dudas.