Review: Ultimatum a la Tierra (1951)

Review: Ultimatum a la Tierra (1951)

Escrito por Alejandro

Hoy en día, siempre resulta un tanto complicado acercarse a los clásicos de ciencia ficción. Los efectos visuales, las imágenes generadas por ordenador y demás parafernalia nos han llevado a un hiperrealismo que dificulta el disfrute de aquellas películas que, por la época en la que fueron realizadas, no tenían acceso a esa tecnología. Tenemos que disfrutarlas, algo que parece que también nos hemos acostumbrado a no hacer, por la historia que cuentan y por sus intenciones más allá del puro entretenimiento. “Ultimatum a la Tierra “ (The day the Earth stood still, Robert Wise, 1951) responde perfectamente a estas premisas porque combina su adscripción al cine de género con un mensaje político y social importante en un momento muy preciso de la historia.

photo_2046.jpegLos extraterrestres llegan a la Tierra sin hacer ruido, toda una declaración de intenciones.

El papel del cine

“Todos los que estábamos involucrados en la película entendíamos que todo trataba sobre la guerra atómica. Era un primer intento de situar y poner en guardia al mundo sobre lo innecesario de la misma.” Declaraciones de Robert Wise referidas a las intenciones de Ultimatum a la Tierra.

En su momento, “Ultimatum a la Tierra” fue vista como un claro manifiesto por la paz mundial en un momento donde la guerra fría y la carrera nuclear estaban tomando derroteros muy peligrosos. El cine, y más concretamente el producido desde los grandes estudios de Hollywood, disponía de los altavoces necesarios para llamar la atención del mundo. Es una función que el séptimo arte ha olvidado en demasiadas ocasiones. Su papel puede ser el de mero entretenimiento de masas o puede aspirar a ir un poquito más allá.

No se trata de convertirse en instrumento propagandístico, sino tocar temas importantes y trascendentales, a pesar de mantener, como no puede ser de otro modo, la perspectiva comercial. En este sentido, “Ultimatum a la Tierra” es toda una referencia. Una película que no esconde sus aspiraciones sociales, siendo como es una producción mainstream con recursos  e intenciones lucrativas.

photo_1501.jpegKlaatu trae un mensaje de paz y conciliador, pero esta dispuesto a hacerse oír.

Las funciones de un clásico

¿Cómo llega una película a convertirse en un clásico? Yo lo tengo claro. Necesita sobrevivir al paso del tiempo manteniendo toda su vigencia. Para “Ultimatum a la Tierra” no es una cuestión fácil porque está muy condicionada por una época concreta. Sin embargo, la historia se empeña en demostrarnos que estamos muy lejos como humanidad de aprender de los errores y estos amenazan con repetirse eternamente.

En este sentido, las críticas a la clase política, al ejército y a los propios ciudadanos de a pie podrían traerse a la actualidad sin ningún problema. El desdichado viajero interplanetario, Klaatu, interpretado por el inglés Michael Rennie, llega a la Tierra con la intención de reunirse con todos los dirigentes del mundo. Quiere una gran conferencia en la que explicar los conocimientos trae para mejorar la vida en el planeta y explicar los peligros que podría suponer para todo el universo una guerra nuclear. La respuesta que recibe se fundamenta en la desconfianza. Todos quieren verle pero ninguno quiere ceder.

photo_5760.jpegLos efectos visuales delatan la época en que fue rodada la película.

Klaatu desiste rápidamente en su intento de convencer a los dirigentes políticos y recurre a quien debería ser la esperanza para todos nosotros. Científicos de todo el mundo  como representación de una sociedad donde primen la educación y la tolerancia. Personas de mentalidad abierta, procedentes de muy diversas culturas pero capaces de entender el peligro que suponemos para nosotros mismos.

Miedo, curiosidad y oportunidad

No solo los dirigentes reciben su correspondiente crítica. La humanidad como masa tampoco sale mejor parada. Primero por el miedo ante lo desconocido (siempre percibido primero como una amenaza) que nos hace débiles e incapaces de reaccionar de un modo constructivo. Después la curiosidad que nos convierte en meros espectadores de aquellas cuestiones que, por su importancia, deberían exigir una respuesta más activa.

photo_9565.jpegEl poder de Klaatu consigue parar la actividad en el mundo.

Lo peor para los espectadores es cuando llega esa reacción tardía. Hemos tenido tiempo para asimilar lo ocurrido y nos toca decidir cómo actuar. Ahí, “Ultimatum a la Tierra” nos diferencia. El pequeño Bobby Benson (Billy Gray) confía en Klaatu, porque aunque no conozca su verdadera identidad, confía en su amigo. Su madre, Helen Benson (Patricia Neal), confía en su criterio y no se deja llevar por los delirios de su pareja. Porque el papel de Tom Stevens (Hugh Marlowe) representa el oportunismo y la falta de escrúpulos que han puesto a la Tierra en esta precaria situación.

Producto de un gran estudio

Llegados a este punto, no conviene olvidar que “Ultimatum a la Tierra” es un producto salido de un gran estudio, la Fox, y como tal fue creado. El objetivo principal era sacar de ella el máximo rendimiento posible. Sin embargo, es de agradecer que para lograrlo no se olvidaran de la historia, algo que en la actualidad se le puede reprochar a muchas (por no decir muchísimas) de las que películas hechas en Hollywood.

“Ultimatum a la Tierra” permite identificar muy claramente el papel que tenían el director, el guionista y los productores. Los productores velaban por la rentabilidad económica del proyecto. Para ello, introdujeron las inevitables limitaciones presupuestarias y ‘recomendaron’ en algún que otro momento al director la contención en el número de planos o tomas que se realizaban en cada escena. Su papel debe considerarse básico, puesto que a menor inversión también reducían la presión sobre el éxito que debía tener la película, concediendo una mayor libertad creativa tanto al director como al guionista.

photo_8881.jpegPara un espectador de los 50, la imagen de Gort y la nave especial provoca efectos muy diferentes que a alguien del siglo XXI.

La labor de realización del guión recayó en Edmund North. La idea para “Ultimatum a la Tierra” partía de un relato de ciencia ficción escrito por Harry Bates y titulado “El amo ha muerto”. En él tomaba un protagonismo mucho mayor el robot, Gort en la versión cinematográfica, Gnut en el relato. North optó por desviar esa importancia hacia Klaatu (muerto en el relato, mientras que solo resulta herido en la película) para poder, por un lado, evitar en la medida de lo posible los costosos efectos especiales que supondrían centrar la historia en el robot (no olvidemos que la película es de 1951) y, por otro, potenciar la trama pacifista.

Por último, el director, Robert Wise, debía, junto al equipo con el que trabajaba, dar forma a estas ideas y condicionantes. Su papel se centró en limitar la utilización de efectos visuales para que los escasos recursos de la época no la convirtieran en una película de serie B (a día de hoy vemos los trajes espaciales o a Gort como poco más que disfraces) y a potenciar la expresividad de los actores, ya fuera un Michael Rennie perfecto como extraterrestre hierático pero comprensivo o una Patricia Neal debatiéndose entre el miedo y la esperanza dentro de la nave espacial.

Mensajes o moralejas

El éxito o el fracaso de la película descansan, de todos modos, en el mensaje que se quiere transmitir. Los humanos avanzan hacia la irremediable destrucción de la Tierra si no son capaces de controlar sus ansias destructivas. Klaatu llega para advertir de los peligros que generan las armas nucleares y se decide a intervenir porque esa destrucción puede no limitarse al propio planeta.

photo_6588.jpegEl mensaje final se convierte en una amenaza para que comencemos a responsabilizarnos de nuestros actos.

El resto de la galaxia también corre peligro y eso no se puede consentir. Para avisar de las consecuencias de estos actos no duda en exhibir su fuerza, provocando un apagón eléctrico a nivel mundial, o en explicar que existe una especie de policía intergaláctico, de la que Gort es miembro, que puede, en cualquier momento, pasarse por la Tierra a ponernos en cintura. Un mensaje que, la verdad, contradice un poco el tono pacifista de “Ultimatum a la Tierra” (The day the Earth stood still, Robert Wise, 1951), pero bueno, esa ya sería otra historia…