Review: Frankenweenie (1984)

Review: Frankenweenie (1984)

Escrito por Alejandro

- Otros padres se preocupan porque sus hijos se metan en drogas.- Supongo que somos afortunados.

Ahora que Tim Burton está a punto de estrenar (en España será en octubre) una nueva versión de Frankenweenie (2012), podríamos considerar a su original como la primera película del propio Burton con todo lo que eso implica. A día de hoy, tras casi treinta de años de carrera, todos podemos hacernos una idea, cuando vamos al cine a ver una de Burton, de lo que vamos a ver. Esto, por supuesto, no quiere decir que todas sus películas sean iguales (aunque ha pasado por épocas mejores y peores, claro está), pero sí que comparten un sello, un estilo y tienen muchos puntos en común, ya sea en lo referente a temáticas o ambientes, por ceñirnos a apartados generales. Frankenweenie (Tim Burton, 1984) supuso en su momento una declaración de intenciones de lo que después sería su carrera que vino a completar lo iniciado con el corto en stop-motion "Vincent" (1982).

photo_4272.jpegFrankenweenie, una película puramente fantástica

Frankenweenie, primera parada

Frankenweenie es un mediometraje de apenas media hora en el que Víctor, Barret Oliver, un niño que vive con sus padres y su perro Sparky en un muy cinematográfico (y típico, parece ser, puesto que yo nunca he estado en Estados Unidos) barrio. Es un joven que sueña con ser cineasta y que hace sus primeras incursiones en el género, ante el entusiasmo de sus padres, interpretados por Daniel Stern y Shelley Duvall. La película arranca, de hecho, con un pequeño corto fantástico, en el que Sparky aparece caracterizado como dinosaurio. La felicidad es total para Víctor hasta que el pobre animal es atropellado por un coche a las puertas de su casa.

La desgracia por la pérdida golpea duramente al pobre niño que ve revivir su ilusión cuando descubre como intentar resucitar a Sparky. Necesita un experimento que, por supuesto, remite al mito de Frankestein, y que dota a elementos cotidianos de la magia necesaria para obrar el milagro. Una tostadora, algunas lámparas, una bicicleta, incluso una cometa con la forma del símbolo de Batman, son, entre otros, los instrumentos utilizados por Víctor, al margen de la tormenta eléctrica que provocará la chispa que dé comienzo al proceso.

photo_6065.jpegVíctor comprende como puede recuperar a Sparky

Nunca hay que dejar de soñar

En realidad, la fe en que los sueños se pueden cumplir es lo único imprescindible, porque a partir de ahí la infinita imaginación de Víctor (y de Burton) pueden llevar a buen puerto el complejo experimento. La intención es devolver al querido animal a la vida, sin importar las implicaciones morales o éticas que suponen sus actos, algo en lo que Víctor ni siquiera se para a pensar aunque sus padres se lo planteen nada más descubrir los actos de su hijo.

- ¿No entiendes las implicaciones de esto

Sparky, por supuesto, regresa a la vida y ahí entran en escena los secundarios de la función. Víctor quiere que todo vuelva a ser como antes pero tendrá que superar las objeciones de su entorno. Primero tiene que disimular su logro y la presencia de Sparky para lograr sus objetivos. Se enfrenta a la desconfianza, cuando no a la directa confrontación para retener a su fiel amigo que no puede evitar ser lo que es, un perro. Los padres de Víctor se debaten entre el asombro y el apoyo total a su hijo, mientras que sus vecinos optan por el miedo y el rechazo.

photo_7775.jpegSparky se enfrenta a su destino en un lugar común

Sparky, asustado, como después lo estará Eduardo Manostijeras por ejemplo, huirá. Esa huida, sin embargo, le proporcionará la oportunidad de demostrar que es el de siempre y ganarse otra vez el cariño de sus vecinos. Que una vez se convencen de los injustos que han sido, se vuelcan en devolver, una segunda vez, la vida a un Sparky que, en un guiño final, incluso encontrará a una potencial pareja canina.

Claves apuntadas

El desarrollo de la trama es muy sencillo y sirve a Burton, gestor de la idea y encargado de la dirección, pero no del guión, para ir colocando esas características a partir de las cuales se desarrollará su cine. Las interpretaciones, sobre todo las secundarias, que completan el retrato y construyen el contexto pasan de la expresividad al histrionismo (cuando no al expresionismo puro y duro). La música potencia lo gótico y fantasmal, reforzado en lugares comunes del género como cementerios o desvanes.

Los personajes de Víctor y Sparky tendrían continuidad en futuras películas de Tim Burton. Las analogías más directas serían Ed Wood (1994) para el primero y Eduardo Manostijeras para el segundo. En lo referente a Víctor y el biopic del considerado como peor director de la historia del cine, estaríamos ante dos personajes especiales que no renuncian a la potencia de sus sueños por la incomprensión de los que les rodean. Para los segundos, Sparky y Eduardo, el reto será que superar el miedo que genera en la sociedad todo aquello que se aparta de la normalidad.

La condición de ópera prima obligó a Burton a llevar a cabo su proyecto del modo más imaginativo posible por la escasez de recursos. Lo que en un principio podría considerarse un problema acaba dotando a la película de un atractivo y un encanto del que carecen otras producciones con más posibilidades. La conclusión es que no por parecer más realista o porque el despliegue de efectos y el diseño de producción sean muy ambiciosos se va a conseguir un mejor efecto. Una simple bicicleta o un conjunto de coches conectados por sus baterías pueden ser los elementos con el que arrancar una máquina resurrectora.

photo_9791.jpegLos objetos cotidianos también pueden ser mágicos

Película de Disney

Hay un detalle final que no conviene olvidar. Frankenweenie es una película producida por Walt Disney. Las historias pueden estar protagonizadas por monstruos, se puede pasar (de puntillas) por temas más o menos peliagudos, pero siempre hay que dejar lugar para que la felicidad sea completa y los nubarrones acaben por disiparse. Víctor, Sparky y sus vecinos se supone que serán felices y comerán perdices, porque estamos ante un cuento y debemos quedarnos con buen sabor de boca. Lo conseguimos, y solo fue el principio.